Esta vez voy a incluir dos temas en el artículo porque además de lo que iba a tratar inicialmente no me perdonaría dejar por fuera el gran acontecimiento taurino de la semana anterior en el que nuestro querido e inconmensurable maestro César Rincón volvió arrebatar a Madrid y de nuevo tocó la gloria y el cielo madrileño con sus manos. Que grande César, que grande y que bueno por usted que es uno de los toreros con mayor afición de todo el planeta taurino, que bueno por lo que significa ese triunfo como recompensa a aquellos años duros en los que a base de paciencia y coraje venció al cruel y fiero toro de la hepatitis, que bueno saber que lo de Sevilla era sólo el agotamiento lógico de quien no paró de torear en todo el año y que la ilusión y la maestría siguen intactas, que bueno verlo por la televisión con esa sonrisa imborrable en su rostro y esa satisfacción, que sólo puede sentir usted, de haber vuelto al olimpo de los dioses de la plaza de Madrid y además, que bueno por la fiesta, porque vuelve a mandar uno de los buenos, uno de los que torean de verdad y no aquellos que camelan y están arriba a punta de toreíto y mentiritas.
A todo lo que se ha dicho sólo podemos adicionar los sentimientos que nos hace brotar el maestro a los simples mortales que seguimos los acontecimientos de la fiesta taurina, porque que emoción tan grande fue descubrir, gracias a la magia de la red, el nuevo triunfo de Rincón apenas se produjo, que emoción me causó abrir la página de internet y encontrar que Cesar Rincón triunfó de nuevo en Madrid y encontrarse con esa avalancha de elogiosas crónicas desparramadas por toda la red en las que se pondera la maestría y la ilusión de un torero que nunca renunció a las bases del toreo eterno, pero además de todo esto, que emoción leer las reacciones de los aficionados, del público en general, que al final de todo es el verdadero doliente de todo lo que ocurre en la fiesta de los toros y palpar como valoraron la actuación de César es como para poner el vello de punta. La gente, luego de la mágica tarde del día 18, dio gracias a César - sin desconocer que también agradecían a “El Cid” y a los toros de Alcurrucén - porque los hizo vibrar como hace rato no lo hacían, los hizo olvidar del aburrimiento que padecen muchas tardes de toros, los hizo saber que hay una reserva añeja y excelsa de tauromaquia dispuesta para el que quiera degustarla, los hizo ilusionarse y pensar que no todo está perdido, algunos decían que el toreo de Rincón les inyectó gasolina para aguantar veinte años más viendo toros en un tendido, que con cosas así bien merece la pena aguantar el tostón de las demás tardes.
Pues bien, henchidos de emoción y congratulados por lo que César hace y nos hace sentir, pasamos a lo que viene. Otro torero colombiano tiene frente a sí una oportunidad inmensa de meterse en el pelotón importante del escalafón. Una oportunidad de oro, porque aún sin actuar Perera, los jóvenes han decepcionado en San Isidro y Bolívar tiene la moneda en su mano para dar la cara y lanzarse como uno de los diestros más importantes de los del futuro.
Luis Bolívar, una de las más importantes esperanzas del toreo colombiano, debe estar muy concentrado, haciendo mucho campo, debe estar a tope y hasta las trancas porque en dos tardes en la feria de San Isidro se juega gran parte de su carrera, y no por ponerle el sello de un “ahora o nunca”, sino por todas las circunstancias que han rodeado el inicio de su carrera como matador de toros.
Este torero que había despertado grandes ilusiones, por sus actuaciones de novillero en la plaza de Las Ventas, se encontró con una pared de roca dura y un toro desalmado que le perforó el pechó en el día de su alternativa. Casi nada !. Ese día, que supone una de las mayores ilusiones de la carrera de un torero se convirtió en un tunel negro por un comalón que llegó hasta el pulmón del toricantano y truncó el lanzamiento de un buen torero con unas ganas enormes de ser figura del toreo. Luego vino el intentar reaparecer para no perder el tren de la temporada, pero es que el pitón llegó más lejos de lo que todos creyeron. Se vino a su país a reaparecer y nos sorprendió por la forma de interpretar el toreo y por la valentía que atesora. Ahora la temporada del 2005, de la mano de su apoderado Victorino, se presenta como la de un nuevo empezar. Ya se presentó en Valencia sin mucha suerte y ahora viene Madrid.
Luis va a dos carteles fuertes. Confirma su alternativa el día 25 con Dávila Miura y el francés Castella, aunque hubiésemos querido que fuera con una ganadería de más poder y de más garantía que la de Atanasio, que anda en horas bajas hace ya rato. Y luego se las ve ante los victorinos, tan deseados como temidos, por lo que suponen sus embestidas y por lo que pueden representar si se triunfa o se fracasa con ellos. Nada fácil, porque entrar a esa corrida parecía estar reservado para diestros muy queridos en Madrid como Robleño, Encabo, El Cid o Esplá y por lo tanto se va a juzgar con mayor rigurosidad al nuevo invitado a la cena de lujo que representan los toros de Victorino. César Jiménez la pidió y ni le dieron bola, Bolívar tiene entonces una responsabilidad mayor frente a esa corrida porque no cualquiera la puede matar en San Isidro y sino pregúntenselo a “El Juli”.
Y como si el reto fuera poco se le suma ahora el alto listón que puso un compatriota suyo llamado César Rincón y otro torerazo como “El Cid”, que demostraron que es lo que hay que hacer para hacer crujir los cimientos de la plaza de Las Ventas, por lo tanto Luis debe hacer un esfuerzo mayor para convencer a la exigente afición madrileña y salir lanzado para el resto de temporada.
Si Bolívar le hace a los toros que le correspondan en Las Ventas lo que yo le vi hacerle en Cali a “Cienfuegos”, un toro encastado de Guachicono, se puede abrigar la esperanza de un triunfo grande. Porque ese día en Cañaveralejo toreó como hay que hacerlo, llevó al toro largo, imantado en la muleta, con verdad y mando, llevándolo hasta detrás de la cintura. Imagino que eso mismo fue lo que hizo de novillero en Las Ventas y de ahí sus triunfos del 2003, entonces a repetirlo el día 25 y el día 3.
Animo torero, ánimo que usted tiene interiorizado un gran concepto del toreo y tiene gran calidad para explotar con todo en San Isidro.
Nota: Ahora que el maestro Rincón volvió a triunfar en Madrid y nos recordó a todos que es una de las máximas figuras del toreo, sino la máxima, que mejor regalo para la afición bogotana que anunciarse con los toros más importantes y bravos del país, los toros de “Mondoñedo”, en la temporada del 75 aniversario de la plaza Santamaría de Bogotá.