Salió Pablo Hermoso de Mendoza y entusiasmó al público de Las Ventas... sí, eso fue una avalancha de entusiasmo. No... no es el mismo público que acude diariamente a ver los festejos, con los toreros de a pie... no; es un público, más bien festivo, que va a disfrutar de cosas espectaculares, de ver la extraordinaria doma de los caballos y el impactante mundo del rejoneo.Pablo Hermoso de Mendoza... es un caso especial en la fiesta, llegó... para quedarse. Se dudó que pudiera superar Pablo la jubilación de Cagancho, un caballo tan torero, tan valiente y tan artista, que llegó a ser el eje fundamental de sus comparecencias; ¡vamos!, que Cagancho por poco y deja sin fama, a aquel caballo que hablaba, un tal Mr. Ed.
El señor Hermoso de Mendoza se quedó con los caballos próximos a su retiro... no tan voluntario, pero si necesario; y con nuevos que ha estado enseñando tan difícil arte del rejoneo, porque hay que domarlos y luego a desarrollar su valor, y si no tienen aptitudes, pues darles despedirlos.
Este sábado 21 de mayo, Pablo Hermoso estuvo en la misma tesitura que le conocemos con su primero, correcto en cuanto a su toreo... todos sabemos que tan pronto sale el toro... Pablo sale por él a... lidiarlo, sí a lidiarlo con el caballo que se sirve de capote para “lancearlo”, una vez que se ha hecho del burel, hace un gracioso recorte y lo deja listo para comenzar con los rejones de castigo, como ocurrió en este festejo, sólo que... los toros de don Fermín Bohórquez... no pudieron soportar por la falta de casta y por su ostensible mansedumbre, más de un rejón de castigo.
De inmediato apareció Pablo con las banderillas a una mano... y así se fueron sucediendo hasta clavar, cuatro, con momentos interesantes, pero no estelares del toreo a la grupa por el anillo. Tres banderillas cortas y acabó su exposición torera. Para saludar en el tercio.
Lo intenso vendría con su segundo... esta mismo planteamiento y desarrollo de su tauromaquia lo volvió hacer... es un esquema que ya tiene más que ensayado, sólo que con matices diferentes, dio profundidad antes y después de clavar el rejón de castigo y las banderillas.
Expuso mucho llevando toreado con la grupa al toro por las tablas, y luego para imponer las banderillas con el costado del caballo, enceló al toro y tras un quiebro colocó cada uno de los garapuyos haciendo piruetas en la cara de astado como remate.
Decir que el público estaba enloquecido es poco... y después vendría el primer intento fallido de colocar el rejón de muerte, acertando en el segundo, para que la asistencia llegara a exigir dos orejas, y gracias a la serenidad del señor presidente (juez de plaza) don Manuel Muñoz Infante, sólo accedió a autorizar una que paseó ante la delirante entrega de los concurrentes.
Álvaro Montes, quien había dejado buenos momentos en su primero tras su espectacular toreo... lleno de una energía que rebasa todas las expectativas del rejoneo, porque Álvaro es un muchacho muy audaz, sin desear molestar a Pablo, incluso un jinete que domina con mayor soltura y fortaleza. Siempre tiene un rasgo de gracia, cuando va a recibir al toro a portagayola con un báculo (para que se escuche más litúrgico) y comienza a guiar al toro hasta dejarlo en los medios perfectamente dominado mediante intensas vueltas que podrían ser lances de recibo.
Luego al igual que Pablo... las faenas de Álvaro son similares... por el planteamiento y desarrollo, varían en el sello que le pone. En su primero escucharía fuertes palmas; pero en el que cerró plaza, tuvo la fortuna de pasear una oreja como premio a su incontenible entrega, esa voluntad a raudales que no puede ocultarse.
Álvaro después del primer y único rejón de castigo que puso a su segundo, en las banderillas hizo ostensibles alardes de gran jinete, después de cada banderilla, algunas clavadas al violín, hizo además del remate, reparos que impactaron en el ánimo del público que para entonces estaba irremisiblemente entregado al escandaloso rejoneador... escandaloso, porque eso quería hacer... hacerse notar, dejarse ver, y lo consiguió. Como parte final tres banderillas cortas, impuestas cada una al violín, y entonces la plaza era un volcán en erupción. Después del rejón de castigo... una oreja le fue concedida, justo premio a su audacia torera.
Fermín Bohórquez hijo... anduvo... frío, haciendo las cosas con mucha escuela.... la tira, cortesías y demás florituras propias del arte del rejoneo, pero no comunicó nada. Lo peor vino cuando al clavar el único rejón de castigo, al cuarto, lo dejó en la parte baja del costillar derecho, y la gente no quiso verlo ya. Siendo pitado en ambos ejemplares.
Los toros de don Fermín Bohórquez fueron mansos, sosos, sólo les colocaron un rejón de castigo a cada uno de los seis, y tuvieron que ser muy encelados para acometer a los caballos.