Hace unos días una cadena televisiva local, presentó un reportaje sobre la Escuela Taurina de Quito, mismo que, por causas ajenas a la voluntad no vimos completo. Aún así, sería maravilloso poder decir que el chiquillo entrevistado mostraba buenos aires, ese ángel que augura triunfos; lastimosamente no fue así, una vez más se vio mucho coraje y poco, muy poco quehacer taurino.
Al llegar tarde no supimos el nombre del entrevistado pero, lo que si vimos es que, su traje campirano, mostraba múltiples parches de cinta adhesiva y claro, cuando presentaron el video de lo hecho ante el novillo, pudimos comprender el porqué: las dudas, ante los toros; dan cornadas.
Es normal, que duda cabe, que los chicos que inician duden a la hora de presentar la muleta a los novillos. Pero, y esto es triste, también se demuestra claramente que no se enseña a juzgar al toro, que no se los prepara a solventar problemas sobre la marcha, en la cara misma del animal.
El mentado reportaje nos dejó la inquietud de darnos un salto por la Escuela Taurina de Quito, de ver con nuestros propios ojos lo que allí sucede, cómo y de qué manera, se está labrando esa cantera de ilusiones taurinas que acoge y lo haremos a la brevedad posible.
Volviendo a las cornadas de las dudas, hace pocos días; Francisco Rivera Ordóñez se llevó una cornada que por cierto, debió de helarle la sangre en las venas a todo aficionado que recordara aquella, que le costara la vida al padre del torero, a Francisco Rivera “Paquirri”. Fue escalofriante ver al hijo prácticamente en la misma situación del padre, con una cornada muy similar, fue sin duda un momento de angustia indescriptible.
Y he ahí que, a la vista de las imagines en televisión, nos quedó la duda de si el traspié que condujo a tan severa cornada fue accidental o una duda ante el toro. Fue el propio matador quién en rueda de prensa, reconoció haber dudado en la cara del toro, lo que solo evidenció que, también a los consagrados, las dudas les dan cornadas.
Los toreros pueden darse el lujo de dudar en muy pocas cosas, el traje que usarán en el festejo, el peso de la muleta, el estoque a usar; pueden dudar en ese tipo de asuntos, pero nunca ante el toro, porque una duda ante ese animal con voluntad, kilos y pitones puede traducirse en una voltereta o lo que es peor, una cornada.