Se presentó Manzanares Chico a confirmar su alternativa en el coso venteño (no sabemos a confirmar qué); y se presentó sin un sólido argumento. Tuvo en suerte -casi siempre la tiene... cosas de ser hijo de una figura- un cómodo ejemplar de nombre Catavino, que ha sido magnífico, por su claro embestir, y la suma docilidad con la que acudía al engaño. Había que estar con el toro para sacarle la gran faena.
Sólo que a Manzanares Chico, le faltó poder, mando y aguante, era imposible de creer que para tan estupendo ejemplar no hubiera mayor decisión de conseguir la faena que dejara en claro su posición de torero; sobre todo, porque se trataba de una fecha tan importante en el serial de mayor relevancia. Anduvo tan mal Manzanares Chico, que dificilmente se le observa un horizonte halagüeño. Tan gris como en su primero, estuvo con el que cerró plaza, y así, no se puede ir a ningún compromiso para enseñar que se pretende escalar las alturas más codiciadas.
Quien pretende ser Joselito es César Jiménez. No acabamos de entender. Si puede ser tan buen torero... ¿por qué limitarse a ser la caricatura de uno que ha sido importante?
Insistió hacer la misma faena a sus dos toros... citar de largo y comenzar a dar pases con ambas manos. Pero... no se puede hacer la misma faena a todos los toros. Se pierde en una absurda tauromaquia estereotipada, y que además pretende ser la mala copia de una que le funcionó a un torero con especiales cualidades... como por ejemplo, el ritmo y la cadencia.
Se puede tener temple y buenas maneras, pero muy difícilmente ritmo. Y César estuvo atrapado en sus confusiones. Sí... en su segundo dejó dos series de naturales que resultaron.. bonitas, sin llegar a la largura ni a la profundidad. Eso, por supuesto que no es algo que se le parezca a una gran faena. Simplemente es una caricatura de algo que podría llegar a ser grande.
Salvador Vega... le correspondió un primer toro inválido, que el señor presidente José Manuel Sánchez... no quiso devolver. Y tuvo que enfrentarlo a fuerzas, pero a Salvador se le olvidó que a los inválidos hay que llevarlos toreados a media altura, porque si les baja la mano los derrumba, y eso estuvo pasando en varios episodios de su anodina faena. Sí, no olvido que en la capa, esbozó cierta clase, pero no es suficiente; como tampoco lo fue con su segundo toro, otro ejemplar que iba con la cara alta, y en lugar de lidiarlo, insistió en hacer... la faena bonita.
¡Vaya con estos toreros!, los que en lugar de tratar ser ellos mismos, pretenden copiar lo que no les va.
Los toros de Garcigrande, no fueron tan ofensivos, y por su ostensible debilidad... debieron haber sido devueltos más de uno.