El pasado domingo 15 de mayo, dentro de los eventos para la Defensa de la Fiesta en Barcelona, que se desarrolló en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, por la convocatoria de don Luis Corrales, el laureado maestro Mario Vargas Llosa, dio su apoyo decidido a la fiesta de los toros.Todos felices y contentos ante tal muestra de grandeza y sencillez del maestro Vargas Llosa, con quien al final del acto platicamos sobre el tema, nos fuimos a los toros... al festejo estrella de la Feria de San Isidro, en donde se presentaría Julián López El Juli.
Se suponía que el diestro madrileño, respondería en igualdad de circunstancias ante ese importante apoyo... nobleza obliga, pero... no fue así.
Salió su primer toro y fue una incontenible decepción... ¿cómo se puede apoyar una fiesta en donde las miserias taurinas son la parte fundamental? ¿Con qué cara pudo ver El Juli al maestro Vargas Llosa, después de que apareció ese insignificante pequeñajo que ni siquiera toreó? ¿A dónde queda la dignidad profesional?No señores toreros, la fiesta es de grandeza no de miserias. No se puede andar por la vida prometiendo la verdad... y no cumplirla.
La fiesta no necesita de antitaurinos para continuar su declive... son los propios taurinos con sus mentiras, los que pueden acabarla.
El señor Juli debió haber respondido ante la gran muestra de apoyo y confianza del maestro Vargas Llosa, con una gran corrida de toros y con dos apoteósicas faenas; y sin embargo, fue... todo lo contrario.
Nuevamente los toros más chicos de un encierro chico, le correspondieron al señor Juli... ¿qué coincidencia?, le sucede casi en todas las plazas.
Si queremos recuperar la fiesta en su conjunto, la verdad debe ser la carta de presentación de todos, y si la fiesta es de toros... ¡toros bravos, encastados e íntegros deben salir!
¡Qué pena me dio haber visto las miserias taurinas del festejo del pasado 15 de mayo!
Y... ahora surge la pregunta: ¿Cómo van a estar los toros del próximo 23 de mayo, cuando además del señor Juli se presente el señor Ponce?
Ni pensar, pero... ojalá y en un rasgo de honor la honestidad profesional se adueñe del espectáculo.