La movilidad en la fiesta, no la da el torero, sino el toro. Dicha movilidad es la esencia del compromiso que asume el toro en la lucha y al conjunto de ese motor que le hace moverse, se le llama casta. Sin ella no es posible que exista el toreo, pues se sustancia en que la res sea capaz de acometer a los engaños y soportar el conjunto de la lidia empujado por ese motor al que se le ha dado en llamar casta. Convengamos entonces, que sin ella no existe el toreo ni siquiera un espectáculo con interés.
Hoy ha habido movilidad y consecuentemente interés. Y no crean que todo era dulce, ya que nadie garantiza que ese motor sea el paradigma de la bravura o nobleza, dos conceptos que hay que aplicar con sumo cuidado y que una parte interesada del taurineo quieren conceder a toda res cuya principal virtud sea la de colaborar con el toreo moderno o pegapasismo. La movilidad lo que garantiza es, con toda seguridad, la emoción. Y con ella, sí podemos decir que puede crearse afición. Hoy mismo, pongamos como ejemplo.
Antes de entrar en distintos detalles de la movilidad, queremos hacer justicia, y para que no se impacienten nuestros lectores digamos que hubo un novillero, Alberto Aguilar, que logró -a medias, pero logró- triunfar cortando una oreja al mejor novillo de la tarde. Supo sacar provecho de la movilidad del novillo, que en su caso era encastada bravura y nobleza, y dibujar diversos pasajes con las dos manos de cierto mérito y acople; mejor con la izquierda. El astado le brindaba más, pero para su incipiente experiencia digamos que estuvo bien. Oreja merecida y grandísima ovación para el extraordinario ejemplar, si bien no era posible la vuelta que le pedían, pues se entretuvo reiteradamente en escarbar en varios pasajes de la lidia. De todos modos excelente ejemplar este “Zorrero”.
Pero hubo más. La ficha y el resumen sólo le dirán que Aguilar cortó una oreja y que todo lo demás fue silenciado, pero eso sólo es el resumen, tipo ficha. Hubo mucho más y queremos enumerarlo para que se pueda percibir lo importante que es lidiarse un encierro que tenga movilidad ¿verdad señores ganaderos de ayer?. La movilidad. Esa que decíamos que trae la emoción, es tangible y se puede tocar y contar.
Dos subalternos fueron volteados en sendos pares de banderillas, Velasco de la cuadrilla de Picazo y De Felisa de la de Marín. Sus propios jefes de cuadrilla, los dos novilleros, fueron levantados del suelo por sus oponentes y a Marín le dejaron al aire una de las posaderas. Con esos novillos “El Madrileño” tuvo que saludar montera en mano al clavar dos excelentes pares de banderillas. Picazo en un pase cambiado en el inicio de su segunda faena, fue arrollado por calcular mal la velocidad del novillo que, naturalmente, no venía con cansino trotar, sino como una locomotora. Salió ileso de milagro.
Todas esas cosas han tenido en pie la tarde y el interés que iban transmitiendo las embestidas de este encierro de Fuente Ymbro. Y todo no era bueno, pero sobre todo no era fácil. Hubo sus complicaciones que los novilleros no pudieron o no supieron resolver. Valientes y decididos si estuvieron, y fruto de ello fue que vimos más quites que en todo lo que va de feria, aunque ciertamente no terminaron siendo lucidos ni rematados. Pero la movilidad, y no los andares mortecinos, permiten que la lidia alcance su plenitud. Mejor y peor picados, hoy hay que hacer mención desgraciadamente en quien lo hizo peor; Fco. Javier Sánchez fue abroncado por ensañarse de muy mala manera con el sexto de la tarde.
Ya ven, la crónica se sucede en una secuencia de hechos que otros días es imposible contar. Blandearon los dos primeros y por ello, la escasez de fuerzas, les hizo defenderse y cabecear. El tercero, ya dicho, fue extraordinario y el cuarto no le fue muy a la zaga; la diferencia las manos en las que cayó. Picazo es decidido y entregado pero le falta templanza y tiene las manos ligeras lo que permite que le desarmen con frecuencia, afeando cuanto lleva hecho. El quinto se puso muy a la defensiva y ya no fue tan fácil, sobre todo para un Marín que no lo vio claro en toda la tarde y que estuvo muy opaco. Cierto que al final se llevó el lote más complicado, pero le hemos visto muy difuso al de Coslada. El sexto, al que esperaba Aguilar cortar la oreja que le faltaba para salir en hombros, no le dio facilidades aplicándose reservón y a la defensiva, papeleta que no pudo resolver.
Interesante encierro de este hierro que fue ovacionado en muchos arrastres y al final. Pero nos vamos a quedar con la verdad que sustenta la fiesta cuando en la plaza aparece eso que les gusta pedir a los profesionales y que luego, cuando aparece, los tira para atrás. Novillada de aficionados, pero también de interés para los que no lo son. Hoy nadie se ha aburrido en la plaza. La movilidad es el secreto, pero también un motivo para rechazar por parte de los toreros y es que esa movilidad la da la casta y esa palabra ya les da más grima a los que se visten de toreros. Prefieren otra que se llama comodidad. Nosotros no, y así se certifica en el festejo de hoy. Estos hacen afición, los otros, recuerdan, lo del solar.
