El joven madrileño Alberto Aguilar... salió con un océano lleno de voluntad y entrega, a demostrar su valía como promesa novilleril. Y... no decepcionó en su primero –tercero del festejo-, porque a pesar de su falta de experiencia y una técnica incipiente, después de que no había dejado tan buena impresión con la capichuela, durante la faena con la tela roja, sumó plausibles series con la mano diestra, que si bien es cierto que les faltó mayor asentamiento... menos rapidez, temple y acoplamiento con el gran novillo; su ostensible deseo por enseñar que quiere un puesto en la fiesta, ha sido evidente y esa mar de sensibilidad que le invadió... trascendió al tendido del coso venteño, que comprendió su disposición.Sí... Alberto tomó la muleta por el lado natural, en donde logró dos series, con el mismo resultado que con la mano compañera, pero ahí surgió uno tan largo y sentido, que dejó un rayo de esperanza, en el entusiasmado aficionado.
Después de un espectacular espadazo y sucumbir el novillo, el público en su conjunto, exigió al señor presidente don César Gómez Rodríguez, concediera una oreja para motivar al bisoño madrileño, que promete y deseamos que cumpla bien.
El que cerró plaza... fue un manso peligroso, y el estimado Alberto Aguilar, en lugar de haberlo lidiado... porque el novillo no era para una faena de esas con aroma esteticista y lucidora, decidió extraerle pases con ambas manos, y eso era imposible. Así que anduvo en una tormenta de desesperación... por su falta de experiencia, y lo peor, corriendo serio peligro, hasta que finiquitó todo y ahí acabó el problema.
Alberto dejó buena impresión, y con más apoyo, seguramente podrá ser una interesantísima promesa novilleril.
Claro está que para que haya caldo de pollo... debe haber... ¡pollo!; y así ocurrió este lunes, cuando salió una novillada de Fuente Ymbro, correctamente presentada; y salvo el primero que resultó soso y el sexto que ha sido un manso peligroso; segundo, tercero, cuarto y quinto, han sido bravos, encastados y con calidad en su embestir, peleando bien en varas y siendo excelentes en la muleta.
Quienes no pudieron demostrar nada... fueron Gabriel Picazo y Sergio Marín. Es posible que les haya pesado la plaza. Las Ventas siempre impresiona, y mucho más en San Isidro, cerca de 25 mil pares de ojos, formas de pensar y entender la fiesta, están pendientes de lo que ocurra en el redondel para externar sus juicios críticos; y esto pesa más, cuando no se tiene suficiente argumento por el poco andar.
Lamentablemente ni Gabriel ni Sergio, estuvieron a la altura de los novillos que les correspondieron, dejándolos ir con importantes faenas... habrá que esperar -y ojalá que no sea mucho- si sumando festejos, se consolidan como buenos prospectos.