Hacer periodismo taurino requiere de una inmensa afición, de una verdadera vocación por la verdad y la veracidad. Solamente equipado con esas armas, puede cualquier aficionado, implicarse en tan ingrata labor.
El hacer periodismo taurino en países pequeños como Ecuador por ejemplo y, pretender vivir de ese trabajo, siendo honesto y claro, es una meta prácticamente imposible. El ámbito taurino ecuatoriano es muy limitado, todos se conocen; los periodistas son al menos conocidos de los ganaderos, de los empresarios, de los toreros y claro, en esas circunstancias, decir verdades palmarias, no siempre es factible o, llamémoslo, “saludable”.
Hay otro gran problema a la hora de hacer periodismo taurino, aquel que cante verdades muy explícitas, es simplemente, vetado. De ahí que, los periodistas que necesitan realmente de su trabajo para subsistencia diaria, callan, acomodan realidades, dicen verdades a medias, intentan tapar el sol con un dedo y, ¡es que, de no hacerlo, se les va el pan de cada día!.
Lo lamentable de esto es la repercusión que tiene, a nivel de desinformación de las masas, ávidas de ver y aprender de toros. Al tergiversar las verdades de lo que realmente ocurre en las plazas, se guía erróneamente a ese inmenso público que, se fía en la palabra de los periodistas, en aquellos temas que desconoce.
Seguramente es por esto que, las páginas taurinas de Internet, tienen tanto éxito. Hay aficionados que no se quedan con la opinión de un solo periodista y buscan más criterios y, esos son los seguidores, a quienes debemos agradecer por su dedicación a nuestra página, Opinión y Toros y la mejor manera de darles las gracias por su predilección, es la de mantener los altos estándares de criterio responsable y veraz.
A eso queremos enfocarnos puesto que gracias a Dios en Opinión y Toros se dicen las verdades como se las ve, se analiza los problemas con objetividad dado que, eso exige la seriedad de los directivos de nuestra página y además, no vivimos de las líneas que aquí escribimos