Así ha sido la Temporada en La Florecita, un inicio de dulce y un final amargo, y no me refiero a la presencia ni al juego que han dado los toros, sino a la actitud e incompetencia de la empresa Acha y Quintana, para ir seleccionando a los supuestos triunfadores para confeccionar el cartel final.
Ha sido una burla descarada a la afición el último festejo. No hubo un triunfador definitivo, pues ninguno tuvo la capacidad ni el argumento para serlo. La ineptitud de la empresa decidió confeccionar un mano a mano con los toreros que dieron una vuelta al ruedo que supo a vergüenza hasta para su propia gente.
Este domingo disputarán el premio Atanasio Velásquez y Jorge Benavides Cúchares, que sólo tuvieron el descaro de salir a agradecer, después de su labor, fuertes pitos de la afición y aún así, aprovecharon las leves palmas de sus porras y amigos para no tener la más mínima vergüenza que un verdadero matador de toros debe tener en su profesión.
Un error, creo yo, salvo su mejor opinión amigo aficionado, fue mantener a un juez de plaza (presidente), inepto e incompetente, sin la capacidad de juicio objetivo y de valoración justa a los trasteos de los diestros, que además no utiliza el mismo criterio en todos los festejos, que dio orejas por estocadas (en el segundo festejo), y no las otorgó por faenas con mayor argumento coronadas con la espada (quinto festejo); entonces, de qué se trata esto; ¿manejos de intereses de terceros? lo único que provocó fue perjudicar a jóvenes que tuvieron mayor argumento para actuar en la final.
Pero regresemos al tema de los toreros. Al parecer la única forma de triunfar de estos dos jóvenes, Velásquez y Cúchares, es dar vueltas al ruedo sin importar lo que opine el respetable. Ellos mismos se adjudican triunfos que no son, no son profesionales. Sólo han logrado que el cartel de triunfadores sea en realidad un cartel de perdedores que no aceptan su realidad.
Es increíble que una empresa y un juez de plaza (presidente), se dejen llevar por las porras de los toreros, (amigos, familiares, algunos de los llamados profesionales), que presionan a los que se supone saben de esto del toro, además se dejan llevar por un “aplausómetro” y no por la calidad del torero que vale… ¡que de verdad vale!
Se quejan de que no hay toreros y que pena, porque con todo esto hacen pensar que... ¡No saben ver toreros!