Empieza esta tarde en Madrid, el serial más importante del mundo en lo que a la tauromaquia se refiere y, por esta razón, el toreo está expectante; y tienen sus motivos. Pero les puedo asegurar que, en el planteamiento de cada cartel, sin lugar a dudas, en muchos de ellos, como es el de hoy, se podría hacer la crónica antes del festejo. Hacerla y, acertar, por supuesto. Es como jugar a las quinielas y, dar en la diana de todos los resultados. Eso es lo que esta tarde pasará y, como diría un buen católico, bien sabe Dios que me gustaría equivocarme en todo aquello que estoy pensando.
Y no será esta una crítica despiadada contra nadie; nada más lejos de mí ser. Ante todo, lo que quiero trasmitir es mi admiración hacia estos hombres que, en triunvirato, esta tarde, se jugarán la vida como nunca; pero no es metáfora al uso, es la más grande realidad en que podemos enfatizar en una frase. La vida de estos hombres, esta tarde, penderá de un hilo y, en gran medida, de la suerte divina. El Fundi, curtido en mil batallas de esta índole, con toda seguridad, afrontará el reto con mejores condiciones que sus compañeros, pero tanto él como López Chaves y Ángel Gómez Escorial, lucharán con denuedo por lograr una suerte que, con este tipo de toros que tienen que lidiar, les resultará esquiva. Ellos, los tres, con toda seguridad, anhelan el éxito cuando, en su interior, saben de antemano que, con salir ilesos de la plaza, con eso, ya habrán conseguido el mejor de los éxitos.
Seguramente, algunos me dirían que, este tipo de toros, caso de José Escolar, alguien los tiene que lidiar y, dadas sus condiciones, estos animales tienen que ir a parar a las manos de los desheredados de la fortuna; pero sería mejor que los lidiaran los que tienen argumentos y conocimientos para ello y, de este modo, nos evitaríamos muchos males. Quiero decir que, si los que deben tuvieran lo que tienen que tener, matarían este tipo de corridas, cumplirían con su dignidad y, al paso, evitarían un mal trago a estos lidiadores que, a la desesperada, buscan la razón de un éxito que, casi siempre, resulta imposible; pero no por ellos, sino por las condiciones de este tipo de ganado que, sirve para matarlo y en paz. Si a estos toros los mataran los que nada tienen que perder, con toda seguridad, evitaríamos muchos males; como se tienen que enfrentar a ellos, hombres desesperados en sus carreras, la cuestión es muy otra; el mal trago, la sensación de angustia en los espectadores y, como colofón, el tener que seguir esperando otra oportunidad puesto que, la presentada, no ha servido para nada; todo ello, contando que, al final de la tarde, Dios así lo quiera, los toreros, salgan ilesos del trance.
Ahora, los tres, están en capilla; nunca mejor dicho puesto que, sus oraciones, con toda seguridad, se elevarán hasta lo infinito. Sus miedos, sus angustias, su intranquilidad, su zozobra y, por encima de todo, aferrarse a unas ilusiones que, desdichadamente, resultarán baldías. Se trata, como todo el mundo sabe, de una papeleta tremenda; de una situación casi insalvable y, en esta tarde, admiraremos la belleza del toro pero, trasladada la situación a la calle, sería como ver a un señor muy bien vestido, con corbata de seda y, al tratarlo, comprobar que estás ante un delincuente de guante blanco. Le pido a Dios equivocarme y que, esta misma tarde, los toros de Escolar, en su conjunto, embistan, sirvan para el éxito y que, estos hombres, a su vez, puedan dar la medida de todo lo que llevan dentro.