El próximo mes de octubre, se llevará a cabo la versión 60 de la Feria Taurina del Señor de los Milagros y es ocasión propicia para que la empresa Consorcio Taurino de Acho, en su sexto y último año de gestión -que ha ido de más a menos- se reconcilie con la afición limeña brindándole una temporada digna de su solera, a precios razonables. Para ello habrá de alejarse de los adulones que la inducen al error y, con verdadero propósito de enmienda, corregir desaciertos.
A tal efecto queremos contribuir señalando, en este y otros artículos, aquello que debería hacer la empresa para congraciarse con el aficionado y hacerlo regresar a los tendidos. Algunos aspectos, como el del presente escrito, pueden parecer poco importantes pero, a la luz de de los resultados, no es así.
RETIRAR LA BARANDA
Poco antes que se iniciara en Lima la Feria del Señor de los Milagros 2001, se rumoreaba que la empresa Consorcio Taurino de Acho habría de estrenar baranda que dividiría la plaza en tendidos altos y bajos. El verdadero propósito era sin embargo elitista, orientado a impedir que los aficionados con menos recursos buscasen mejor ubicación, en localidades desocupadas, los días de poco público. Tal costumbre, por demás inocente, data de muchas décadas atrás y jamás ha provocado incidente alguno.
No contaba en aquel momento con medio en donde expresar mi opinión y mi comentario lo hice mediante volantes que fueron distribuidos en la plaza, la primera corrida de feria. Alertaba las consecuencias negativas que tal decisión podría acarrear, de la manera siguiente:
LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO
21/Oct/ 2001
Al entrar hoy a la plaza,
quedará usted sorprendido,
verá que una baranda secciona,
en dos partes su tendido.
Si entre Sol y Sombra, la reja,
separa al Capital del Trabajo,
hoy la baranda divide a
“los de arriba y los de abajo”
Aquello que puede ser necesario
en plazas de gran aforo,
resulta huachafo en la nuestra,
que es un pequeño tesoro.
Se equivoca la Empresa si cree
que así aumentará su ingreso,
muchos no irán a la plaza
y será precisamente por eso.
Para nadie es un secreto
que el dinero no limita la afición,
abonados hay, de filas altas,
que bajan a mejor situación
¿Qué le preocupa a la Empresa?
Si eso a nadie le hace daño.
Se ha hecho desde siempre,
antaño como hogaño.
Creando zona exclusiva
¿piensa a “los de abajo” halagar?
lo que logrará con ello
será a “los de arriba” enojar.
Aparte de incomodar al aficionado, la baranda fue una obra dispendiosa pues obligó a sacrificar todas las localidades de la fila diez, con lo que se redujo el aforo de la plaza, y se gastó no sólo en su construcción e instalación sino en las remuneraciones del numeroso personal contratado para su vigilancia durante todo el tiempo que dura la corrida. Ello me obligó a opinar nuevamente en los siguientes términos:
LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO (II)
4/Nov/ 2001
De acuerdo a lo previsto,
la Empresa baranda estrenó,
dividió con ella la plaza
y la fiesta brava jorobó.
Joroba a los de arriba
que no se pueden bajar,
joroba a los de abajo
que no tienen con quien charlar.
Joroba al aficionado,
hoy del torero alejado;
joroba también al torero
que se siente abandonado.
Jorobada general
que a la Empresa le ha costado
300 metros de baranda
y un control desmesurado.
También 200,000 dólares
en abonos anulados
de los 525 asientos
por la baranda ocupados.
¿Valió esto la pena?
¿Estará la Empresa feliz?
No lo creo y está a tiempo
de corregir el desliz.
La baranda “de quita y pon”,
se saca muy fácilmente
tomar tal decisión,
sería lo conveniente.
Además que afea la plaza,
le quita todo el ambiente;
el público lejos del toro,
el torero, sin el calor de la gente.
El periodismo maltratado,
tras la baranda está sentado
y temiendo perder sus pases
guarda silencio, frustrado.
Las porras, con mejor suerte,
abajo han sido invitadas.
¿Habrá temor a sus pitos?
pues no han sido tocadas.
¿Qué diría el Zeñó Manué?
¿Qué, nuestra Chabuca Granda?
Un consejo a la Empresa, tal vez:
“¡Vaya y quite la baranda!