Nunca la tricentenaria fiesta fue más fiesta... alegría... juerga... verbena..., hasta cachondeo. De fiesta taurina; es decir, de la lidia de toros con poder, íntegros y con trapío, sólo le queda la “F”, que se aplica mayormente para denominar los festejos que se celebran con “F”iguras: “F”estivales.
La dichosa “F” campa a sus anchas por la temporada de ferias y verbenas del suelo patrio, incluso de otros suelos. Con ella se hacen ricos unos cuantos, a los que además les molesta, y mucho, que alguien dude de la historia, con “F” de fraude, que están acuñando. Tan es así, que tienen convencidos a unos cuantos que les hacen los coros, ya sea desde tribunas de prensa o desde tribunas de palcos. Lo importante es la “F” de favor, favor que les vienen haciendo sistemáticamente para que de este negocio puedan vivir unos cuantos más. Aquí es donde está el filón para cualquier gobierno; con los fondos con “F” taurina se podría, de hecho se puede, mantener puestos de trabajo o subsidios, que agradecen los beneficiarios mucho más que los que quieren ofrecer a los parados.
Con la susodicha “F” las reses que se lidian en los carteles rematados o de “F”iguras, salen “F”ofas, siendo esta la condición más buscada por los toreros y sus representantes. Como, además, aspectos como seriedad o responsabilidad no tienen “F”, se las pasan por el “F”orro de sus... caprichos. Y así continúa la “F”arsa.
Todo esto no tendría importancia alguna, si acudiendo de esta guisa a las plazas donde se anuncian, existiera un público docto y sereno que pusiera en la balanza, en primer lugar, la exigencia para que le den el espectáculo íntegro anunciado en los carteles y por el que ha pagado la entrada; y en segundo lugar, con la misma balanza, valorando cuanto se realiza en función del animal que se tiene delante. Ejemplos en este San Isidro ha habido para calibrar y diferenciar. Otra cosa es si los públicos asistentes han sido, en un porcentaje grande, los mismos.
Yo dudo que para ver a El Cid y el toro Cigarrero, se vendieran tantos claveles como para ver a José Tomás y el “F”lojo Exhortado. El público de este día 21, lo juro, no era el mismo que el del día de Ferrera, pues el desparrame colectivo que se vivió, fue más propio de una noche electoral en la sede del partido ganador: Iban todos con la “F” de felices, habían ganado. No nos queda nada más que decir: “F”elicidades. Muchos otros espectadores, de los que se pueden dar nombres, no estuvieron de acuerdo con la “F”antasía, negando el éxito “F”acilón y con ello mostrando un criterio no “F”estivalero. ¿Quieren que les de nombres? Tomen nota: entre otros, José Luis, Leopoldo, Juan, Chelo, Vitorio, Jose, María, Jesús Miguel... Hay más, pero no les vamos a facilitar listados gratuitos. A todos los vi el otro día disfrutar con las “F” de Ferrera y El Fandi. Y es que esas fueron otras “F”, las que reclama la Fiesta con mayúsculas.
Descendiendo a lo que sucedió, -y les juro que hay que descender un montón- vamos a convenir, y cuanto antes, que José Tomás es un torero capaz, sus éxitos sin cuento en esta misma plaza le avalan. Pero si no llega a ser por esa “F”iebre tomasista que ya traían contagiada de casa la gran mayoría, lo realizado hubiera merecido -con el “F”lojo y anovillado martelilla- una gran ovación por su enorme valor y decisión; una vuelta al ruedo por los emotivos y estéticos momentos que sabe cuajar este torero; y una oreja por la ejecución a ley de la estocada. La vuelta al ruedo, entonces, hubiera sido el justo reconocimiento a cuanto hizo y estuvo dispuesto a hacer. Cabe, hasta que muchos hubieran olvidado el trapío del enemigo; pero que se deje sin valorar, en la primera plaza del mundo, esta cuestión para dar paso al delirio triun”F”alista, es demasiado. Para muchos, aficionados de bien, a partir de ahora el Sr. Torrente, pasará a ser el Sr. “F”orrente por su complicidad -no sólo en la concesión de un tro”F”eo devaluado, sino también en la aceptación de un ganado impresentable para una plaza de primera-. A lo peor, es que llegó a la plaza, él también, con la “F”iebre tomasista.
El rango de las plazas habrá que readecuarlo de inmediato para evitar bochornos como el de ayer. Proponemos, a la luz de la situación, que desaparezcan las categorías actuales, pasando a ser todas plazas de “F”rimerísima especial, tan especial como los espectáculos que ofrecen, donde se ejecuta el todovale. Consiguieron llenarlas, -sólo en “F”eria no lo olvidemos- de público aplaudidor y que no moleste, haciendo oídos sordos a las voces que claman en el desierto. Entre todos han conseguido que sea el espectáculo menos reglado -sólo a su antojo-, menos vigilado por la administración; por tanto, con menos sanciones a sus abusos y corruptelas. Por si fuera poco, han atraído, con una labor mediática sin precedentes, a los más ingenuos y voluntariosos espectadores -¡ojo! sólo para las “F”erias, no como aficionados con interés- que les bailan y cubren con su ignorancia la falta de autenticidad de cuanto sucede.
A los que viven de este negocio, mal les ha de importar si perdura la herencia que supone nuestra fiesta, o solamente les ha de permitir saciar sus únicos intereses. Con llegar a llenar sus arcas se conforman y cuantas más “F”acilidades se les den, mejor las reciben. Nos duele a los aficionados que esto suceda en este periodo transitorio de treinta años de la tricentenaria fiesta, pues sabemos y deseamos que no hay mal que cien años dure, si bien, también sabemos que, ni aficionado que lo aguante.
Nota final para optimistas: Y si el aficionado no aguanta, el negocio que se nos tienen montado, tendrá vía libre para ofrecerlo a tantos consumidores de sensaciones almibaradas y plastificadas en el todoacien. Por supuesto en euros, pues ya sabemos como son los del almíbar: Para lo que desean, no reparan en gastos.