Pronto se cumplirán los diez primeros años de vida de la Escuela Taurina de El Espinar, en la provincia de Segovia. Y serán unas efemérides importantes en la localidad puesto que, justamente, un pueblo, ha sido capaz de llevar a cabo tamaña proeza. Sencillamente, enseñar al que no sabe, tarea nada baladí y, por tanto, digna de encomio. Honradamente, como pueblo, me temo que solamente El Espinar puede contar con semejante orgullo de tener una escuela para educar a los muchachos, en el toreo y en la vida.

El ayuntamiento espinariego, juntamente con la Diputación segoviana, olvidándose de colores políticos y centrándose en la causa del arte y de la enseñanza, no dudaron en llevar a cabo la citada escuela, modelo de tantas cosas, entre ellas, de ser la admiración del resto de las escuelas esparcidas por toda España. Estamos hablando de una realidad admirable que, en la actualidad, un hombre como Juan María Martín, alcalde de El Espinar, apoya con denuedo para que, la labor emprendida hace casi diez años, cada día tenga mejor continuidad y mayores logros. Como explico, es de felicitar a estos hombres que, cuestiones políticas al margen, son sabedores de esta gran realidad que conforman las escuelas taurinas y, si como en el caso que nos ocupa, se trata de un pueblo, bien hallados sean todos los que son capaces de compartir ilusiones al unísono de los muchachos que sueñan con la gloria.

Posiblemente, y lo digo convencido, el primer éxito de esta escuela aludida, no fue otro que la designación del profesor adecuado y, en este caso, no es otro que el artista de Cabezarrubias del Puerto, llamado Antonio Sánchez Puerto. Convengamos que, para enseñar, ante todo, hay que saber. Ningún profesor, en la materia que fuere, ha salido de la nada y, en los toros, ocurre exactamente lo mismo. Tiene que tener la borla de doctor, todo aquel que  lo sea y, por supuesto, que lo haya demostrado y, Sánchez Puerto, como todo el mundo sabe, es un artista consumado. Al respecto de este torero, me ha llegado la noticia de que, desde tierras hidrocálidas en México, ha tenido ofertas para enseñar a los muchachitos aztecas. Un honor para este torero singular que, haciendo prevalecer su categoría de señor en la calle, ha declinado la oferta mexicana, sencillamente, argumentándoles a los manitos el respeto que le tiene a la entidad y hombres que en su día le contrataron. Un detalle de hombría el de este torero singular que, como sabemos, ha toreado como nadie; por ello, con toda seguridad, enseña como Dios le da a entender que, no es otra forma que la búsqueda permanente del arte.

Dentro de la idiosincrasia de la escuela espinariega es algo singular, hasta el punto de que, alumnos de Madrid han cesado en su escuela para pasar a engrosar las listas del centro educativo taurino de El Espinar para ser tutelados por el maestro Sánchez Puerto. Este hecho viene a demostrar que, cuanto allí dentro se promulga, tiene la especial relevancia de lo importante y auténtico; pruebas cantan. En estos casi diez lustros de enseñanza, la referida escuela, ha dado frutos increíbles; es decir, se han formado a decenas de muchachos y, algunos, hasta han llegado a la alternativa, casos de Rafael Matute y Fernando Cruz, toreros que, de acompañarles un poco la suerte, en cualquier momento, pueden dar el aldabonazo final y situarse en lugares cimeros de la profesión. Condiciones al margen, será solo la diosa fortuna la que tenga que aliarse con ellos.

He citado a los que, hasta ahora, han llegado a lo más alto, es decir, a ostentar el título soñado de matador de toros; pero han sido muchos más los que, en estos momentos, han debutado con picadores. No quisiera olvidarme de nadie; ahí están Jesús Molpeceres, de Olmedo; Miguel Ángel Sánchez, de Segovia; Alberto Román, de Segovia; José Antonio y Jesús del Monte, hermanos y naturales de El Espinar; Rafael Ayuso, de San Rafael y David Madroño de Segovia. Justamente, el citado David Madroño ha encontrado ya un apoderado cuyo nombre es Pedro Chico y, entre otros logros, dicho apoderado, ha nombrado al maestro director Antonio Sánchez Puerto, como asesor artístico en los devenires artísticos del citado Madroño.

La lista de los novilleros que han debutado sin caballos es extensa y, si mi memoria no me es infiel, la relación sería la que sigue. Javier Herrero, de Cuellar; Carlos García, de Villacastín; Roberto Gil, de Segovia; Alberto Barrero, de El Espinar; Borja Antón, de Los Molinos; Marta de Mingo, de Segovia; Eduardo Polo, de El Escorial; Joaquín Carrio, de Villacastín; Jesús Martínez, de Cercedilla; y Jesús Rodríguez, de El Espinar, entre otros muchos chavales que, ilusionados, esperan el momento de su debut.

Como podemos comprobar, los hechos relevantes de esta escuela nos muestran que, la labor de Sánchez Puerto no cae en saco roto; es más, habría que felicitarle puesto que, bajo su amparo, los logros conseguidos hasta la fecha, son altamente admirables. A esta labor, obviamente, habría que unir la buena disposición de los políticos que, por encima de ideas y pensamientos, han demostrado tener muy claro que, la enseñanza, en el ramo que fuere, es un valor en alza al que hay que cuidar y ayudar, como ellos han demostrado.

La historia, por su realidad, se torna hermosa cuando hablamos de toreros y, en este caso, cuando los alumnos de la escuela taurina de El Espinar contemplan en imágenes lo que han sido las faenas más sublimes de su profesor, todos quedan embelesados ante la clase torera de Sánchez Puerto. Según he podido saber, su faena más emblemática, aquella que concitara todas las miradas de una feria entera de San Isidro y que, el referido profesor llevara a cabo ante un toro de Victorino Martín, como explico, es el “buque insignia” de cara a la propia enseñanza de los chavales puesto que, en dicha labor se han sacado conclusiones extraordinarias, entre ellas, la belleza de aquella faena singular, emotiva y rotundamente hermosa. Ante aquella obra hermosa, el inolvidable Joaquín Vidal hubiera dicho aquello de, nunca el toreo fue tan bello; y era cierto. Si los aficionados, en aquella inolvidable tarde, quedamos extasiados, ahora, los alumnos, toman su lección más bella.

Convengamos que, Sánchez Puerto, en el toreo, ha sido todo lo que le han dejado ser; digamos lo que le han permitido dentro de los recintos taurinos. Ahí están, por ejemplo, sus varias actuaciones como novillero en Madrid; sus 25 tardes como matador de alternativa dentro de la plaza de las Ventas, amén de varias viajes hasta el Nuevo Mundo y, por supuesto, sus grandes triunfos en Ciudad Real, Gijón, Barcelona y otras muchas plazas que pueden dar la justa medida de lo que ha sido – y sigue siendo- un torero netamente artista. Ahora, el maestro, metido de lleno en las interioridades de su faceta como profesor, sigue siendo el hombre feliz e ilusionado que, su arte, el que lleva dentro de su alma, es capaz de mostrarlo y, lo que es mejor, enseñarlo a sus alumnos. Recordemos que, su primer logro, aunque nada tenga que ver con la escuela que ahora dirige, se trata, nada más y nada menos, de su sobrino Víctor Puerto que, gracias a él, supo adentrarse en el mundo del toro y, como todo el mundo sabe, haberle dado varias vueltas a todas las ferias de España y América.