Preocupado y pensativo me dejaron las crónicas que leí diariamente de los acontecimientos de la feria de Sevilla. No solo por ver que al parecer si hay toros bravos y lo que hacen falta son toreros capaces de lidiarlos y de triunfar a lo grande con ellos, o, por el virus de la manga ancha de las presidencias que también ha llegado hasta las orillas del Guadalquivir, sino por el balance de la actuación del maestro César Rincón en el ruedo maestrante.
El resultado no fue el mejor. Ni en la corrida de “El Ventorrillo”, ni en la de Jandilla, César pudo destacar y revalidar el ser el triunfador del año anterior. Se dice que los toros, que el viento en la segunda tarde, pero lo cierto es que no hubo triunfo, solo los silencios sepulcrales de los sevillanos. Este balance artístico pone a pensar, pero puede estar enmarcado en los constantes vaivenes que tienen los toreros. Lo que si me inquietó es que en las diferentes crónicas fueran recurrentes las alusiones a cierta tristeza en el rostro del maestro bogotano y en sus andares por la plaza.
Es extraña esa referencia, porque algo que ha caracterizado a César es su constante y creciente afición. Por eso está de nuevo en los ruedos, para disfrutar del toreo, para gozar de su profesión, para ser feliz. Cualquiera con su palmarés y con la enfermedad que tuvo que superar César estaría tranquilo en su finca, criando toros o disfrutando de lo conseguido en los ruedos, pero el maestro ha querido robarle a su profesión las últimas gotas para disfrute suyo y de paso para disfrute de los que gozamos con el toreo eterno.
Para los que le vimos en su última tarde en Bogotá, en donde desplegó toda su maestría y sorprendió a todos los profesionales, no nos cabe en la cabeza que dos meses después el resultado sea tan distinto. Lo que puede estar sucediendo es que César esté acusando la fuerte temporada americana que siempre ha tenido que realizar y que este último año cargó en sus hombros como nunca, triunfando allí donde se anunció. César, a diferencia de los otros toreros importantes del escalafón, termina su temporada europea en octubre y sin parar debe iniciar la temporada americana en la que siempre es y ha sido principal protagonista durante los últimos quince años. Esto hace que el maestro no tenga un descanso adecuado, un reposo que le permita soltar toda la tensión contenida de una temporada completa, que como la del 2004 supuso una apuesta fuerte para volver a la cima del toreo, teniendo que continuar a tope durante todo el año. El fuelle parece que le aguantó hasta Castellón, en donde fue el máximo triunfador, pero a partir de ahí pareciera que empezó a notar el agotamiento, que en un organismo debilitado como el suyo, se nota aún más.
Sevilla hasta antes del año anterior y con la excepción de la faena al Nuñez del Cuvillo del año 93 siempre fue dura para César. Quizás por esto que anotamos, porque a estas alturas de la temporada para el torero colombiano es como si ya estuviese en Agosto, mientras los otros hasta ahora están calentando motores.
En fin, se pueden especular muchísimas cosas pero lo que de verdad esperamos es que lo que le haya ocurrido al maestro no sean efectos o secuelas de su gravísima enfermedad, que siempre ha sido manejada desde la intimidad y solo con los más cercanos al torero para que no parezca tan grave como lo que es. Puede ser que César no haya estado a gusto, o que los toros fueran a contraestilo, o que simplemente tuvo dos malas tardes, pero lo que deseamos es que no sea la enfermedad atacando de nuevo en su cuerpo.
Este receso entre Sevilla y Madrid le vendrá bien al torero y al organismo para sacarse del cuerpo todo aquello que lo agobia desde octubre pasado y encontrarse totalmente renovado para su cita en la plaza de Las Ventas.
Ahí está Madrid, esperando a uno de sus más queridos, este año en dos carteles importantes, sin ganaderías de gran poder pero siempre con la expectativa de ver al César más grande del toreo. Como en el año 95, cuando se le empezaba a hacer a un lado y él llegó y cuajó un toro de Astolfi para el recuerdo y poner las cosas en su sitio. Ahora puede resultar igual.
Animo maestro que usted es un torero de raza y una figura del toreo.
Eso sí, luego de una temporada europea triunfal como esperamos que sea, deseamos que nos de una sorpresa y se anuncie en la próxima temporada bogotana con los toros de Mondoñedo, para celebrar los 75 años de fundación de la plaza Santamaría. Su plaza.
