Si los empresarios presentaran en todas las plazas el toro con edad… con trapío, ahora mismo muchos de los que se dicen figuras, ya hubieran dejado su sitio que han ocupado para fortalecer la corrupción taurina, y los jóvenes… aquellos jóvenes que en su argumento están sus virtudes… sus cualidades… estarían consolidándose como auténticos toreros.Lamentablemente, esto no ha ocurrido, y en muchas plazas vemos aparecer pequeñajos, con presencia de erales engordados artificialmente, que sustituye la grandeza del toro.
El planteamiento que hacen los entusiastas empresarios Dick Acha y Carlos Quintana en La Florecita, es fundamental –siguiendo la estupenda fórmula del Nuevo Progreso de Guadalajara... un digno ejemplo- para devolver el esplendor perdido a la vilipendiada fiesta taurina mexicana, con base en la presencia del toro con edad, pero resulta insuficiente, deberían a este proyecto unirse mucho más empresas, para así conseguir que el público regrese a los cosos, al percibir que el espectáculo ha vuelto a cobrar verdad.
Aunque cabe hacer notar, que la fiesta, se ha ido a refugiar en las ferias nacionales; ahí sí va la gente y llena sus plazas, pero no habrá que perderla con el engaño del animalito disminuido; sino cuidarla con la verdad del toro.
Claro que existen problemas que no pueden ser superados, como el del gigantesco coso capitalino, ahí la gente dio su veredicto: “Mientras esté el actual empresario no asistirá”. Y ante esta resolución inapelable… lo único que se ve como solución inmediata, será que los señores Alemán junto a su empleado, se retiren del coso mayor del mundo… de lo contrario no hay más que hacer, para recuperar la fiesta ahí.
Ahora bien, si es cierto que los señores Acha y Quintana son un espejo a seguir en cuanto a procurar los mejores encierros… la parte fundamental en la fiesta; también es bueno proponerles que en la confección de carteles tengan mayor cuidado, porque otorgar tan importante oportunidad a jóvenes que en la realidad no tienen un futuro halagüeño, es tirar a la basura ese ímpetu y buena voluntad que distingue a estos entusiastas empresarios.
Por ejemplo, José Serrano y Ricardo Adrián, seguramente podrán ser buenos hijos, mejores padres y reconocidos ciudadanos, pero para esto del toro no fueron llamados.
Sí, tienen valor, pero hay una cosa que es cierta, cuando alguien impacta… logra la atención de todos, y estos muchachos con más de una década en estos andares desde novilleros… no han impactado a nadie. Por eso fue pena haber sido testigos de cómo fue desperdiciado el magnífico encierro de San José, del señor Arturo Jiménez Mangas.
Ya está a la vuelta de la esquina... la Feria de Aguascalientes, y los carteles están bien rematados, sólo habrá que esperar que los ganaderos cumplan, no sólo a la empresa, sino al público, a la tradición, y fundamentalmente a ellos mimos, presentando el toro.
Cuando un ganadero o un torero supone que ha engañado a los demás, presentando o lidiando pequeños animalitos por toros íntegros… en realidad, lo que ha hecho es engañarse a sí mismo, porque su "prestigio" de buen ganadero o torero, la basa en haber engañado al público.
La verdad… no se oculta, se entiende que la gente caiga en errores, que fracase, porque de los fracasos se suman las experiencias que logran levantar murallas, para dar tiempo y espacio al éxito, pero lo que no se acepta... es el engaño permanente.