Pasadas dos semanas desde el domingo de Resurrección, hay algunos aspectos al respecto que creo que merece la pena tratar. Es este día, fin de la Semana Santa, fecha propicia para las corridas de toros y así muchas plazas planean este festejo como cita importantísima. En el caso de Sevilla se trata del primer día del abono de la Feria de Abril y, por esas cosas de la ciudad del Betis, la entrada suele ser siempre importante; raro es el Domingo de Resurrección en que no se llena la plaza. El caso es curioso pues no existe un  precedente constante  en cuanto al éxito del espectáculo. No pocos han sido los Lunes en que muchos aficionados nos trasladábamos desde Sevilla a nuestros hogares – en ocasiones a más de mil kilómetros de distancia- con el sabor amargo del fracaso en la boca. El que llegó a ser encierro tradicional de este día en los últimos tiempos,  el de Torrealta, resultaba francamente malo y las corridas aburridas. Es más, creo que el último que hizo vibrar la plaza en Domingo de Resurrección fue Curro Romero en una de sus últimas apariciones. Así que echen ustedes cuentas... Lo demás, lo posterior a aquellas faenas del maestro, no ha sido sino tedio y aburrimiento. Aún así, la gente se sigue vendiendo a Dios o al diablo por conseguir una entrada para estar ese día en Sevilla. Una semana después llega la preferia (la semana anterior a la de “farolillos” o feria que es ya la semana del jaleo), y por allí no aparece ni la mitad de gente que en el día santo. Lean ustedes las crónicas de nuestro colaborador en Sevilla Juan Luis Alberdi y verán que la entrada tampoco es nada del otro mundo. Y que coste que las corridas de preferia, en lo que se llama la semana torista (¡Qué de nombres tiene esta semana!) son carteles de muchísimo más interés; sobre todo si atendemos al tipo de toro que se lidia y a los matadores que se atreven a lidiarlos. Pero nada, que no hay manera de llenar La Maestranza un día de preferia. De acuerdo, Victorino ha llenado hoy el tendido. Pero se trata de una corrida que levanta gran curiosidad,  hace años que no lidia en Sevilla y cuando consiguió entrar en los carteles de esta plaza por primera vez no se mantuvo, incomprensiblemente,  más de dos temporadas. Treinta años habían pasado entonces desde que el Paleto de Galapagar iniciara su andadura como ganadero de bravo; treinta años le costó a Victorino llegar allí siendo ya el jefe de las huestes ganaderas y aún así no le aguantaron dos años. Quiero hacer notar que el lleno de Domingo de Resurrección en Sevilla no se debe a la calidad del espectáculo, sino a la tradición de acudir a la plaza ese día. Vale aquí la frase de que el cartel que siempre funciona en una plaza es el que anuncia al santo patrón del pueblo.

Este año, el Domingo de Resurrección ha sido muy importante pues se ha confirmado algo que todos sabíamos, pero que todavía no se había hecho realidad. Manuel Jesús el Cid tiene toreo para ponerse en el número uno del escalafón. Le habíamos visto en Las Ventas estropear con el estoque una fenomenal faena a un toro de Hernández Pla. Lo mismo pasó, en el mismo sitio, con uno de Victorino e incluso con dos. Los aficionados sabíamos que allí había toreo del bueno, pero para que éste se materialice, la lidia ha de ser perfecta y completa y a fin de cuentas un torero no es sino un matador de toros, ahí es nada. Antiguamente en los DNIs de los toreros ponía: profesión: matador de toros. No puede ser torero quien no sabe matar toros, porque ese es su verdadero oficio. Así que al Cid le hacía falta una faena completa en un escenario importante ¿Y qué más importante que un Domingo de Resurrección en Sevilla? Rompió la pauta en todos los sentidos: enterró el estoque y convirtió en día de triunfo un Domingo de Resurrección. Lo hizo ante un ganado que dejaba mucho que desear, muy del gusto de Sevilla y eso quiere decir no demasiado serio.

Otra corrida se presentó en Domingo de Resurrección, esta en Madrid Las Ventas. No ganaba valor en los artistas sino en las ganaderías que se jugaban. Se trataba de una corrida concurso en la que participaban los hierros pertenecientes al encaste Santa Coloma y Saltillo, para algunos aficionados, como por ejemplo para este que escribe, muy atractivo. El Santa Coloma es un toro que no tiene demasiado cuerpo, no es un toro grande. Las características del encaste lo hacen ser pequeño. Esto hace que sea complicado verlos lidiar en Madrid, donde se impone un tamaño importante del animal. No obstante, siempre hay dos o tres, quizás cuatro, corridas de este origen en el abono madrileño: Victorino, Adolfo Martín, Cuadri, Hernández Pla, Escolar... Pero por el tema del tamaño muchas veces llegan fuera de tipo, algo más gordos de lo que son. Madrid debería plantearse elegir al toro por sus caracteres originales y no por su tamaño. Sea como fuere, el caso es que la corrida de Madrid no despertó demasiada expectación y la entrada fue mala. Después descubrimos, los que no estábamos allí, que la corrida también lo fue.

Ya nuestro director lanzaba la voz contra un artículo publicado en algún otro portal taurino de la red en el que se ensalzaba el espectáculo de Sevilla, con figuras y lleno total, en detrimento del de Madrid, con toros y pobre entrada. Quizás haya que advertir que si este día en Sevilla se programa el Bombero Torero, o cualquier otro espectáculo de los denominados cómicos, también se hubiera vendido todo el papel. Simplemente por ser el día que era. También que el dueño del portal taurino que lanzó esas declaraciones es ganadero antes que revistero y para más inri propietario de los mediotoros que pisaron el albero sevillano el día de autos. Es imprescindible tener mucho cuidado con comentarios de este tipo pues el resultado puede ser que en breves nos veamos fomentando el mediotoro (si no lo hacemos ya) y prefiriéndolo al toro-toro, que es el que pone la emoción al asunto. Este revistero podía haber elegido otros argumentos para alabar Sevilla frente a  Madrid en lugar de hacer una comparación entre tipos de toros que no tienen ninguna semejanza y en la que él sale beneficiado.

Más no termina aquí el tema del Domingo de Resurrección. La empresa de la plaza de toros Monumental de Barcelona (ya en alguna ocasión hemos hablado de ella), se permitió el lujo de dejar pasar la fecha sin programar espectáculo. Alegaron que era un momento complicado por aquello de la legua azul. La excusa era más que pobre pues quedó demostrado que todo el que quiso programar toros en España ese día lo hizo y no encontró este problema. La preocupación es saber que en Barcelona se nos ataca directamente, que van a por nosotros y que en lugar de responder, nos escondemos en casa y cedemos ante las pretensiones de los atacantes. ¿Qué más querían los antitaurinos catalanes que la suspensión  de los  toros en Barcelona en fecha tradicional? Anteriormente los medios le habían pedido a dicha empresa que se preocupara de la fiesta este año y que allanara el camino para la gestión externa que llegará el año que viene. La respuesta ha sido clara: negativa y pasiva, utilizando como excusa un problema de actualidad.

Empieza hoy a cobrar fuerza la conocida frase que dice que el enemigo lo tenemos en casa. Y no me refiero únicamente a determinadas empresas. Público, ganaderos, toreros, revisteros-críticos y empresarios parecen estar trabajando más contra el toreo que a favor de éste. Por supuesto, no hablo en totalidad, pero sí en un contexto muy generalizado.