No quiero que nadie me entienda mal a partir de la publicación de estas líneas, en las que tan sólo quiero manifestar mi opinión en lo relativo a la modernidad aportada en algunos casos a la fiesta taurina.
No estoy, ni muchísimo menos, en desacuerdo con cualquier tipo de avance que se produzca dentro del ámbito taurino. Pero sí que encuentro algunas situaciones, en las que no estoy muy convencido de sus beneficios o cuando menos de si merecen la pena esos beneficios, en relación con lo que conseguimos de los mismos.
No creo, que sea antitaurino si mis palabras van mas allá, en lo relacionado con un tema como puede ser el de los herraderos, pero llevo muchos años dándole vueltas al asunto y lamentando unas imágenes que, año tras año e invierno tras invierno, se suceden en las ganaderías de bravo. Tampoco creo ser la persona más idónea para aportar soluciones al tema, ya que esa cuestión está destinada a los entendidos en la materia, como pueden ser ganaderos, veterinarios, etc,. Pero, bien es cierto, que creo que si debe haber soluciones y cualquier atisbo de solución para este caso, debe ser cuando menos tratado y estudiado, para su posterior aplicación. Me consta, que hace unos años se llevó a cabo un estudio, por parte de veterinarios, en el que utilizando el mismo sistema de identificación que con los perros, el famoso chip, se comprobó que en distancia y con los toros, también podría funcionar.
Ya sé, que habrá gente que me dirá que la tradición es la tradición, pero también es tradición “sol y moscas” y quitando las moscas que se cuelan en cualquier sitio, el tema del sol, cada vez es más complicado en las plazas de toros cubiertas, para las que sí que se ha permitido echar a perder la tradición. También habrá quien diga, que con el chip o cualquier otro sistema alternativo, se producirán muchos engaños a la hora de marcar a los animales, pero también se producen ahora con la señal a fuego y, si se quiere, en los dos casos se puede evitar.
Estoy convencido, de que con lo rápido que avanza el hombre en todas las facetas de la vida, es muy probable que si se quisiera, y me consta que entre los ganaderos, habría muchos que si querrían que fuera así, se conseguiría un sistema para el control y posterior lidia de los toros bravos en la plaza y para su reconocimiento y visualización de los mismos en las ganaderías, que no tuviera que llevar implícito el sufrimiento al que se somete a los animales en los herraderos. Sufrimientos entre los que no solo se encuentran los ya conocidos por las quemaduras, sino que además tenemos los que conlleva el meter al animal en un sitio pequeño, en el que se le inmoviliza para la realización de semejante salvajismo como es la marca de hierro.
Vuelvo a repetir, que nadie me entienda mal y que los antitaurinos no piensen que este es un punto a su favor y que por aquí nos pueden echar mano, que ni se les pase por la cabeza, pero en una época en la que somos capaces de cubrir las plazas de toros, con lo que hemos perdido, digo bien PERDIDO, porque no es ganar el que haya toros todo el invierno, ya que el invierno siempre ha sido para otros menesteres taurinos (coloquios, tentaderos, etc,.) pero nunca para ver toros en la plaza, con lo que también hemos perdido el sol, tan magnífico y brillantemente reflejado en los trajes de luces de todo el que pasea por el ruedo y que ya no vemos. Aunque, también hemos ganado con las cubiertas, pero no me compensa, por lo menos a mí, las ganancias con las perdidas. Pues bien, en esta época de avances constantes y beneficios para todos, menos para el toro, que por una vez se acuerden de ÉL, que al fin y al cabo creo que es parte importantísima de la fiesta y que los sufrimientos inútiles (si es que lo son), que desaparezcan como el viento y el agua de las plazas cubiertas.