La afición taurina americana, realmente tiene que hacer milagros para mantenerse viva. La actividad taurina es muy escasa y hay pocos medios de saber sobre aquello que ocurre en el mundo taurino, y, uno de esos medios son sin duda las revistas taurinas.
A partir del año 1997, comenzaron a llegar a Quito, primero muy esporádicamente y luego más seguido unas revistas taurinas que nos permitían estar en contacto con lo que pasaba en las ferias españolas. Nos traían las novedades de cada festejo, hermosas fotografías y, de alguna manera, nos acercaban a ese mundo que amamos y del que, lamentablemente, tenemos tan poco.
Con el correr de los años han llegado a ser nueve tomos, de ocho revistas cada uno los que ahora descansan, debidamente estampados en casa. Nueve tomos que representan muchos cientos de corridas, novilladas, festejos; reportajes, entrevistas… se podría decir que en esos tomos está resumida, de alguna manera, la fiesta desde 1997.
Se puede leer en ellas despedidas, alternativas, retiradas, cornadas, nombres de toreros que han se han ido y han vuelto, otros de matadores que, nunca cuajaron o los de muchos que desde entonces, llevan marca de triunfadores.
Es nostálgico recorrer sus páginas y ver, por ejemplo una gran faena de Raúl Gracia “El Tato”, quién a nuestro humilde entender se alejó de los ruedos demasiado pronto, o fotografías de la emotiva despedida de Tomás Campuzano en Venezuela. Es, volver a vivir cada temporada de las que desde entonces, han pasado.
Por esos ya lejanos años noventa estaban en todo su auge José Tomás, Morante de la Puebla y Jose Mari Manzanares, el padre, Víctor Méndez y tantos otros. Se hablaba de la muerte de Manolo Martínez en México, Manolo Chopera, aún vivía y se anunciaba toreros que hoy simplemente no suenan más, como “Chiquilín” o Juan Carlos García, que desde aquellos lejanos tiempos apenas si han toreado, el primero menos de diez corridas y el segundo no más que el doble.
Son cientos de recuerdos los que encierran esas páginas que son sin duda, la historia de la tauromaquia de los últimos años y, releerlas es vivificante a la vez que melancólico, vivificante cuando recordamos todo lo bueno y porqué no, lo malo que hemos vivido en el mundo taurino en estos años, y melancólico porque hay muchas faenas que no volverán a darse, faenas de toreros que se alejaron de los ruedos y que, en su momento llenaron nuestras mentes de arte, sueños.
Revivir, en esas páginas tantos años de afición ha sido como un renovar la ilusión taurina que nos ha acompañado tantos años, al final ha sido un rejuvenecer de la afición y, en un momento precioso, cuando la temporada Española empieza a florecer.