Cuento, -dichoso de mí- con el cariño y la amistad de Hilda Tenorio, torera michoacana que, por caprichos el destino, un día, siendo una niña, tuve el placer de conocerle. Yo se de sus ilusiones, de sus anhelos, de su vocación sin límites en aras de esa bendita profesión a la que ha consagrado su vida; es decir, el mundo de los toros para enfundarse el traje de luces y asumir todos los riesgos que comporta el crear arte, mediante te juegas la vida. Así es esta Hilda Tenorio mexicana que, apasionadamente, cada tarde, le fascina jugarse la vida. Ella sabe de triunfos, como a su vez, de cornadas; incluso de las llamadas de espejo y, ninguna ha hecho mella en su ser, razón evidente que, por sí misma, habla de la grandeza interior de esta chiquita torera.
A Hilda le encantar conversar de toros y, conmigo, lo ha demostrado puesto que, en repetidas ocasiones hemos tenido la suerte de platicar al respecto y, lo confieso, su convencimiento personal a favor de su profesión, es algo que, desde el primer día, caló dentro de mi ser. A pocas personas he conocido en mi vida, y mucho menos siendo mujer, tan convencidas y apasionadas por su profesión. Hilda Tenorio, en los toros, es un modelo de vocación constante; un ser casi predestinado al mundo de los toros que, aún siendo mujer, ella, como tal, jamás ha visto barreras que le impidieran llegar a la meta. Sinceramente, debo de confesar que, la actitud de Hilda Tenorio, desde el primer día, logró conmoverme.
Desde hace muchas fechas, Hilda Tenorio me mostraba sus ilusiones por venir a torear a España; incluso me pidió consejo. Al respecto, una vez me explicó los pormenores de su venida, no dudé en darle mi humilde opinión y, desdichadamente, acerté en mi triste pronóstico. Como siempre ocurre en estos casos, le prometieron hasta la Luna y, a los tres minutos de estar Hilda en España comprendió que todo era mentira y que, su amigo- este que les narra- tenía razón en todo cuanto le dije.
Normalmente, para todo torero que venga de fuera, aquello de hacer temporada en España, puede ser un puro calvario y, en este caso concreto, para colmo de todos los males, el torero en cuestión, además de extranjero, era mujer. Con semejantes argumentos, la desdicha, estaba servida. Siento la pena de esta torera que, ilusionada y feliz, vino hasta España con la bendita ilusión de mostrar a los aficionados sus enormes cualidades como profesional y, todo quedó en la nada. Un iluminado, banderillero audaz donde los haya dentro del mundo profesional, en calidad de apoderado, quería hacer el agosto a costa de la torera y, la muchacha, aplicando la lógica, se marchó por done había venido.
Todo son lecciones y, la que Hilda se ha llevado de España, espero que le sirva para toda la eternidad. Como siempre le dije a la torera de Michoacán, en mi país, la mujer, como torero, no tiene futuro alguno. Ahí está el caso de esa mujer valiente, abnegada y sincera como es Mari Paz Vega que, justamente, en México y Venezuela, está sacando cabeza y dando rienda suelta a sus ilusiones, sencillamente porque, en dichos países, le dan categoría a su creatividad y, a su vez, los contratos para demostrarlo. Siendo así, lo único que la falta a Hilda era caer en las manos de un aprovechado que, como se demostró, lo único que quería era explotarla a cambio de nada.
Cada día tengo más claro que, Hilda Tenorio, por sus condiciones, en México, logrará el triunfo; como tantas veces lo ha logrado. Es allí, justamente en su país, donde encontrará, -dificultades lógicas al margen- el respaldo de una afición que, como hasta ahora, le seguirá apoyando y comprendiendo, siempre, en aras de sus triunfos. Ahora mismo, sin más dilación, son ya varias las novilladas que Hilda tiene contratadas tras su regreso de España. Pero son festejos que, como siempre, Hilda Tenorio, se ha ganado en buena lid, dejándose la piel por esas plazas de toros, triunfando y creando espectáculo a favor de los aficionados aztecas que, desde siempre, le han respetado y animado.
Deseo, de todo corazón que, ese viaje hacia ninguna parte que le llevó hasta España, que no le haga mella en su carrera y que, como siempre, su ánimo, su perseverancia, su valor y sus innegables condiciones como torero le permitan conseguir los más grandes triunfos. Hilda camina por el sendero de la verdad y, aunque le cueste gotas de sangre, en México, logrará el triunfo soñado. Enhorabuena, chamaquita, por tu carrera y por tus ilusiones.