Los aficionados mexicanos, agrupados en sus porras o peñas, abogan por la contratación de Eulalio López El Zotoluco en España y, de forma concreta, dentro de la feria de San Isidro en Madrid, acción noble y justa que, en definitiva, viene a refrendar el cariño que por él sienten los aficionados aztecas que, convencido estoy, saben de sobra que, el papel de El Zotoluco en España, de darle sitio, puede ser importantísimo, como en realidad lo está siendo en las ferias de su país. Quizás que, por derecho propio, el torero mexicano aludido tiene más argumentos que nadie para venir a España y, con toda seguridad, a la feria más importante del orbe taurino; es decir, la plaza de las Ventas de Madrid. Pero, amigos míos, la realidad es muy otra y, voy a tratar de explicarla para que nadie se confunda.
Si no recuerdo mal – la estadística no es lo mío- el día 20 de mayo del año 2.000, El Zotoluco, toreaba por vez primera en España con Ponce y, lo hizo en Madrid y, sin lugar a dudas, en aquel día, Eulalio López, cometió el tremendo “error” de triunfar junto a Enrique Ponce y, ridiculizarlo. Estaba claro que, de antemano, Ponce, sus huestes y todo el taurinismo, ante aquel evento de que El Zotoluco toreara en Madrid, todos creían que se trataba de un capricho del “manito” que, por aquello de ser figura en México, acudía a Madrid a darse el gusto de torear en las Ventas y, acto seguido, regresar en el siguiente vuelo, como les pasó a muchos de sus compatriotas. Pero, lo que nadie sospechaba era que, el torero mexicano, acudía a España con la bella intención de hacer temporada completa y, así sucedió; que su actuación en Madrid no era ninguna broma, de ahí el éxito que tuvo en dicha tarde, dejando, por supuesto, con el culo al aire a Enrique Ponce. Tampoco es que pasara nada del otro mundo respecto a Ponce porque, el de Chiva, multimillonario y famoso, me temo que, el éxito de un compañero, tampoco debería de afectarle tanto; pero le afectó muchísimo, hasta el punto de que, en aquel acto, prácticamente, borró de sus paseíllos a El Zotoluco y, nunca más toreó junto a él en España.
Aquello fue, ante todo, la primera puñalada trapera que, recibió El Zotoluco tras venir como triunfador desde su México natal; es más, tras haber toreado varias veces con Ponce en México y, por supuesto, sin ponerle pega alguna porque, los mexicanos, son tan ingenuos que, hasta se sienten más importantes cuando en sus cosos, comparten cartel con los españoles; es decir, El Zotoluco, por muy figura que sea en México, allí, cuando torea con Ponce, hasta se siente como más identificado, acción noble que dice mucho a favor del mexicano. Claro que, lo que no sabía el azteca es que, cuando viniera, aquellas cañas, se tornarían lanzas y, ahí está la prueba de cuanto digo.
Total que, como digo, aquella temporada del 2000, Eulalio López, a pesar del su éxito en Madrid, tras el veto a que fue sometido por las figuras españolas, no tuvo otra opción que enfrentarse a los toros que nadie quiere y, por supuesto, por aquello de la dignidad de la figura mexicana, matar las corridas de Miura, Victorino y demás hierros legendarios que, las figuras, como explico, no quieren ver ni en fotografía. Y no ya es que se enfrentara; es que, además, consiguió triunfos memorables que, en definitiva, no le sirvieron para nada. Luego, una vez más, volvió en varias ocasiones, repitió experiencia y triunfos y de nada le sirvió. Esta es la amarga realidad de un torero mexicano que, siendo un espada importantísimo en su país, en España, como siempre, tiene que venir a por las migajas y, en realidad, si yo me llamara El Zotoluco, vendría a España, pero en calidad de aficionado y a pasar unas largas vacaciones, pero jamás a sufrir humillaciones como las que le tienen reservadas.
Ya no estamos en 1944 cuando, en aquel año, un mexicano singular, Carlos Arruza, vino a España para competir con todas las figuras de la época; figuras que, nadie le rehusó. Allí estaban Manolete, Luís Miguel Dominguín, Parrita, Antonio Bienvenida, Pepe Luís Vázquez y aquella inmensa lista de grandes toreros que, todos, deseaban alternar con el mexicano. Como se comprueba, eran otros tiempos, otros hombres y, ante todo, otra época donde los toreros, demás de arte, tenían cojones, como ellos mismos se autodenominaban. Como vemos, todo ha cambiado; pero para mal. Ahora, en los últimos cincuenta años, el único torero extranjero que ha tenido vitola de torero caro entre nosotros, ha sido, sin duda alguna, César Rincón; pero la tuvo porque, eso de conseguir cuatro puertas grandes en Madrid en una sola temporada, nadie lo ha logrado y, con toda seguridad, dudo mucho que nadie repita dicha proeza. Luego, Rincón, con su torería, sus agallas, su fuerza rotunda y su saber estar en los ruedos, todo ello, le granjeó el respeto de los compañeros y, hasta pudo con la gravedad de sus cornadas. Así, en plan grande, como me ha contado la historia, sólo conozco a Carlos Arruza y, en mi tiempo, al referido César Rincón.
Vivimos, de forma lamentable, la época de la envidia permanente y, si comprobamos que un torero nos puede hacer sombra, pronto le anulamos, caso de Ponce con El Zotoluco. Qué tristeza de mundillo en que, como vemos, Eulalio, es figura admirada en México y, por la desdicha de nuestros toreros y taurinos, en España, es un simple colillero. Así está montado esto y, veremos quien es el valiente que lo cambia.