Se anunció la mini Feria de Riobamba con dos corridas de toros, un festival y una novillada, y una vez más se sacrifica el interés del público por las contrataciones baratas.
Vienen dos toreros españoles de poco cartel, “El Renco” y Javier Castaño; algún torero colombiano y los ecuatorianos Cruz Ordóñez y Juan Pablo Díaz.
Una vez más Guillermo Albán está, increíblemente, ausente de los carteles. Se podría llegar a pensar que hay un marcado interés de cerrarle las puertas de las ferias del país; cosa inconcebible tratándose, sin lugar a dudas, del mejor de los toreros ecuatorianos.
Pero es que este mundo taurino tiene muchos hilos invisibles que son, los que a la larga y a la postre, manejan la fiesta. Intereses creados, por ejemplo: hacer más dinero al contratar a toreros de poco cartel, sean estos de la tierra o “importados”; promocionar “a la fuerza”, es decir poniendo como cabeza de cartel, a toreros de escasas cualidades y, dejando fuera a aquellos que, con su quehacer evidenciarían estas circunstancias.
El no permitir que el público compare faenas, es un argumento que está dando resultados; es decir, toreros que, de competir con los grandes se verían en problemas; están teniendo mucho cartel, sonando más y más. Claro que, con esta actitud lo que se está logrando es que tanto los toreros como el público, se hagan una idea equivocada de la fiesta en sí.
Los toreros ecuatorianos tienen un gran denominador común, el del la valentía, son valientes hasta la temeridad y ese es un mérito que, nadie podrá arrebatarles nunca. Pero, salvo Cruz Ordóñez y él, (solo cuando se acopla), en la cara del toro les falta plantarse, templar, mandar, ligar; en una palabra, les falta recordar que torear es más que pararse frente al toro y dar muletazos a diestra y siniestra. Todo eso, claro; el público no lo ve porque, solo torean los valientes, los demás; están fuera de los carteles, lo que quiere decir que, no tienen con quién comparar y claro, si todos llevan el mismo corte de toreo pues, ¡a escoger entre ellos el “mejor”!.
Es increíble pero mientras más se empeña Albán en superarse, en aprender; más puertas se le cierran en su propia tierra, será por eso de que “nadie es profeta en su tierra”, y, quien sabe, puede ser que esta tónica de cerrarle puertas, logre que se le abran otras, en tierras extranjeras donde si se valora el toreo de temple, de mando.