Se presentaba el otro día el torero Jose Maria Manzanares hijo en el ruedo intelectual del club taurino Cocherito de Bilbao. La asistencia de público era notoria, pero eso no es novedad en dicho club. Claro que si un día acude el maestro Enrique Ponce o Julían López el Juli, ya puede uno llegar una hora antes a la sede para coger sitio; las figuras y los figurones congregan multitudes en plazas y en tertulias. Luego la mayoría de los que conforman esa grey ya no vuelven a una conferencia taurina en su vida, o al menos hasta que vuelva a aparecer una nueva figura. A Jose Mari Manzanares no se le considerara aún como tal y en consecuencia el salón del Cochero estaba, como siempre, lleno, no abarrotado.

No me gustan demasiado las conferencias en las que comparecen toreros porque me recuerdan a las ruedas de prensa que dan los futbolistas después de los partidos. Siempre dicen lo mismo, que al final, invariablemente, es, lo que el público quiere escuchar. Ya saben: centrarme en mi temporada, llegar a ser el mejor del escalafón, no torear un número excesivo de corridas..., eternamente lo mismo. Pero aún así la comparecencia se agradece. En ésta hubo algo que llamó mi atención y a lo que no he parado de darle vueltas desde entonces. Preguntado J.M.M sobre su toreo de capa, el de Alicante, sin ningún tipo de temor ni prejuicio, contesta que no es partidario de ese toreo, que le quita luego muchos pases al toro en la muleta que es lo que de verdad el público quiere ver. Sé que estarán pensando que eso todos lo sabemos ya, que no nos sorprende. De acuerdo, pero ¿no les sorprende tampoco que se diga así de claro y en palabras de un torero?

Hace años que vengo oyendo hablar de la necesidad de una nueva revolución en el toreo, de algo que lo haga cambiar igual que pasó primero con las revolución de Lagartijo y Frascuelo y de Belmonte y Joselito el Gallo después. Sin embargo nunca he llegado a comprender dónde estaba esa nueva revolución, a qué respondería, cómo se podría llevar a cabo. Cuando José Tomás llegó a las plazas alguien me dijo que quizás la revolución estaba allí, en él y en aquel sitio tan comprometido que ocupaba delante de la cara del toro. Ya saben ustedes lo que se decía: pone los pies en donde los demás ponen la muleta. Y yo compredí que sí, que allí iba a estar la revolución si los toreros que vinieran tenían arrestos para tomar el mismo sitio. El ejemplo no era de los que marcan escuela; Tomás salía de los ruedos volteado cuando menos y herido y calado en muchas ocasiones. Veo a los toreros de hoy en día y no creo que haya ninguno que busque el terreno de José Tomás y pienso que quizás éste sólo puso el primer ladrillo de un edificio que aún está por construir, y que ahí está el ladrillo para recordar que hay que empezar a edificar. Veo a los toreros actuales y lo único nuevo que es que ya no torean de capa y que cuanto más caché alcanzan menos lo hacen. Sin embargo ninguno se había atrevido a decírnoslo tan clarito como J.M.M. Parece ser que la nueva revolución del toreo está en ir restando suertes a la tauromaquia: la desaparición del toreo de capa y la denigración a la que ha llegado la suerte de varas nos hace perder el primer tercio, que se va sin interés alguno en la mayoría de las ocasiones.

Pero cuál es mi sorpresa cuando veo a César Jiménez torear en la plaza de Valencia, en esta pasada feria de Fallas. A Jiménez se le empieza a notar que ya no es un niño y que sus nuevos apoderados han influido en él a la hora de marcar su estilo. Ya no abre las faenas de rodillas y ya no lleva aquellos capotes tan almidonados que a decir de la gente llevaban varillas en los vuelos. Todo lo contrario, los capotes de Jiménez son ahora babosos, muy flexibles, parece que estén pensados para torear de verdad con ellos, no sólo para lidiar. Y allí me encuentro a Jiménez toreando de capa, saliendo a los quites y deleitándonos con repertorio. Se nota que el gran maestro (y me va a permitir que le llame así) Jose Miguel Arroyo, Joselito, está por detrás de su carrera, apoderándolo junto con Arranz. Joselito ha sido, sin duda, el torero más largo de capote de los últimos tiempos. Tenía repertorio para matar corridas en solitario y realizar todos los quites que corresponden a la lidia ¡y hacerlos todos distintos! Sería una alegría que Joselito haya querido proyectar su tauromaquia en la de César Jiménez y por lo que yo vi el otro día parece que va a ser así. La pregunta es ¿Quién va a querer torear ahora con Jiménez? Los que quieran hacerlo tendrán que empezar a practicar con la capa para estar a la altura de las circunstancias. No crean que no me gusta el toreo de J.M.M, que es sin duda un buen torero de muleta, pero no sé por qué me da que no le veremos en ningún cartel con Jiménez, si todo sale como yo calculo. Espero que las nuevas revoluciones traigan cosas al toro y no quiten las que ya había, que no está la olla como para sacar garbanzos, que dicen los gitanos.