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Pla Ventura |
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España |
[
23/03/2005 ] |
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EL COLMO DEL DESPROPÓSITO |
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Valencia, como se comprobará, requiere muchas reflexiones. Todo cuanto ha ocurrido en el coso de la calle de Játiva, como explico, merece un profundo análisis. Desdichadamente, como siempre dije, Valencia, es una plaza catalogada como de primera y, todo cuanto allí ocurre, es propio de plaza de talanqueras. Aseguro, y ahí están las pruebas que, cortar una oreja en esta plaza en más sencillo que hacerlo en cualquier pueblo de España. Por ejemplo, sin entrar en más valoraciones, el hecho de comprobar que han declarado triunfador de la feria a Enrique Ponce, ello, me parece una deslealtad al gran triunfador de la feria que, por supuesto, no era César Jiménez; el gran protagonista del evento no era otro que Luís Miguel Encabo. Pero, una vez más, los entes públicos, caso de la Diputación en este supuesto, han declarado triunfador a la máxima figura que, como todo el mundo pudo ver, mató una novillada horrible totalmente desmochada, eso sí, del hierro de Juan Pedro Domecq. Y, menos mal que, en dicha tarde, Juan Moreno, presidente de la corrida, se contuvo y ejerció como un presidente auténtico puesto que, el gentío, pedía más y más trofeos para Ponce. ¿Se puede entender mayor despropósito? Aunque, a su vez, al mismo Juan Moreno habría que recriminarle y que nos explicara los motivos por los cuales, entre él y sus asesores veterinarios, como consintieron que les colaran aquella “novillada” desmochada. En honor a la verdad, si tiramos de historia, desde hace tiempos inmemoriales, el día de San José, en Valencia, es una fecha intocable. Me explico. En dicho día, jornada grande por excelencia en dicha plaza, se monta, en principio, lo que se dice el cartel estrella y, por consiguiente, carente de toros; es decir, para tal evento, confluyen una serie de intereses creados que, ante tal menester, ahí sucumbe hasta la misma autoridad. Tengo clarísimo que, en dicha corrida, si en vez de torear Ponce, el cartel, hubiera estado formado por tres desamparados de la fortuna, con toda seguridad, dichos toros, no hubieran pasado el reconocimiento. Pero, en dicha fecha, ¿Quién era el valiente que le ponía el cascabel al gato? ¡¡¡¡¡¡ Nadie ¡¡¡¡¡ Y, por esta razón, así quedó dicha corrida. Aunque nada importó; con mentiras, trampas, maleficios y toros desmochadísimos, el triunfador, era Enrique Ponce que, a estas alturas, de ser un hombre digno, hubiera rechazado dicho galardón para, en gesto de honradez, haber votado él, por su cuenta y riesgo, en honor y favor de Luís Miguel Encabo que, al día siguiente, se jugaba la vida y triunfaba como los toreros auténticos. Convengamos que, en una misma feria, en este caso en Valencia, existen dos clases de público; me temo que, en esta plaza y en todas. Quiero pensar que, el público que acudió a ver a Enrique Ponce, con clavel en la solapa y ropa de marca, en nada tenía que ver con los aficionados que, al día siguiente, llenaban la plaza para ver una auténtica corrida de toros; festejo que, además de estar rociado por la seriedad de los toros de Victorino Martín, los espadas, se jugaban la vida de forma gallarda. No hubo triunfalismo alguno y, aseguro, como testigo presencial y en calidad de aficionado que, los trofeos que se le concedieron a Luís Miguel Encabo, eran trofeos de Madrid; ni un solo ápice de triunfalismo y, como explico, la seriedad y el rigor, como única bandera. Por ello, lamentablemente, existen dos clases de público; los señoritos del día de San José y, los aficionados a los toros que, sin lugar a dudas, acudían a la plaza con la única pretensión de ver una auténtica corrida de toros y, gozar de la verdad del espectáculo. Nadie criticará, en esta corrida que aludo, a ningún miembro de la autoridad y, lo que es mejor, poco trabajo tuvo el presidente porque, aplicando la lógica que demandaban los aficionados, con ello, cumplió con decoro y exquisitez. Son, lamentablemente, las dos fiestas que, aunque se lleven a cabo en el mismo ruedo y en la misma feria, en nada se parecen. En una, como se demostró, se llevaba a cabo para que la máxima figura de la torería se burlara de los pocos aficionados que pudieran haberse congregado y, al día siguiente, con los toros de Victorino Martín, los aficionados de verdad, gozaban de la grandeza de una auténtica corrida de toros con toreros de verdad. Nosotros, desde nuestro portal o tribuna, abogamos por la verdad y, la explicamos como tal. Desdichadamente, desde donde se debiera, se magnificencia la mentira y se sigue engañando a la pobre afición que, unos por negligentes y otros por ignorantes, les sacuden por todos los lados. Eso sí, de cara al gentío, a los estamentos oficiales y a los aficionados del clavel, para todo éstos, ha sido Ponce el triunfador de la feria de Valencia. ¿Entiende alguien semejante galimatías?
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