Hoy, día de gracia para mi persona, he tenido la fortuna de recibir un presente hermoso, el cual, se lo quiero mostrar al mundo. Se trata, como todo el mundo podrá ver, de una pintura bellísima relacionada con la fiesta de los toros que, María de Toral, ha pintado para mí; se trata, como Maria la ha bautizado, “la estocada” y, viniendo de ella, compañera del alma, me siento feliz y dichoso. Y digo todo esto, no para regalarle lisonja alguna a la amiga y compañera de Ecuador; lo explico, ante todo, para que todos sepan de la grandeza de esta mujer que, además de escribir y poner su alma junto a nosotros, en sus ratos libres, pinta como los ángeles y, dada su calidad como aficionada a la fiesta de los toros, sus motivos, no podían ser otros que la fiesta taurina.

María de Toral nació en España, pero razones de trabajo llevaron a sus padres al centro de la Tierra y, allí jugó de niña, se convirtió en adolescente, se hizo mujer, se casó, se convirtió en una madre admirable y, sin ella saber a ciencia cierta los motivos, por su sangre, corre esa desmedida afición a los toros que, como se evidencia, expone ante el mundo con sus impagables crónicas. Bien es verdad que, María de Toral es mucho más que nuestra corresponsal en Ecuador; ella es artista de la pintura y de las letras, motivos los tiene de sobra para demostrarlo y, quien suscribe, siente la dicha de su amistad y, a su vez, le ofrece la admiración y el respeto.
Es fascinante, lo confieso, compartir quehaceres con esta mujer; son ya varios años de ilusiones, de deseos compartidos, de quimeras llevadas a cabo y, ante todo, de sentirnos sublimizados por esta fiesta maravillosa a la que conocemos como el mundo de los toros. Allí, en el coso de Iñaquito, María de Toral, por su feria, nos enseña su ciencia mediante sus crónicas tan emotivas que, gracias a su labor, los aficionados, adquirimos conciencia de lo que ha ocurrido en dicho coso, por tanto, su labor, como digo, es altamente encomiable. En líneas generales, afortunadamente, nos tocaron los mejores a la hora de formar este equipo y, de este modo, María de Toral, no podía ser una excepción.
Ahora, lo digo como primicia, Maria de Toral, se nos ha revelado como una escritora consumada; no ya con las crónicas de toros, sino en calidad de novelista puesto que, en estos momentos, se encuentra con los preparativos para editar su primera obra novelada que, al margen de los toros, una vez más, dará la medida de su valía como ser humano y, ante todo, como artista de la pluma. Yo he tenido la fortuna de leer los primeros compases de dicha novela y, lo confieso, quedé admirado; su magia, su talento creativo y su capacidad para crear la trama novelística, me llegó a emocionar en lo más profundo de mi ser. En breve, por fortuna para todos nosotros, contaremos y explicaremos todos los pormenores de dicha novela que, sin lugar a dudas, hará furor ante sus lectores.
Gracias, María de Toral. Son ya dos obras tuyas las que adornan y engalanan mi despacho. “El fundón de los estoques” y “La Estocada”, dos obras totalmente representativas, las cuales evidencian, ante los que a mi casa acuden, mi pasión por esta fiesta tan singular y emotiva, como es la fiesta de los toros. No hace falta mediar palabra puesto que, la magia de tus pinceles, le cantan al mundo de mis sentires hacia la fiesta taurina.