EL INCLUSERO: LA FIRME ESPERANZA DEL TOREO
(Nota.- Publicado originalmente en “MT” con fecha 20 de Diciembre de 1983.)
En anteriores semanas han pasado a LA RESERVA muchos toreros de lujo. Recordarán nuestros lectores que primero fueron dos maestros retirados, Manolo Vázquez y Joaquín Bernadó. Luego lo hicieron otros, ya en activo, que son la vanguardia del arte que proclamamos: Antoñete y su magisterio; Curro Romero pasó también con su llama; mas tarde sería Rafael de Paula con su sentimiento gitano; luego fue José Fuentes para abandonar el frío. Hoy nos visita, GREGORIO TEBAR “EL INCLUSERO”, que es el último de los cinco diestros más veteranos del escalafón. En él, su mayor juventud así lo aconseja, vamos a depositar el mayor peso de la responsabilidad adquirida con la escritura de esta serie, adjudicándole, basados en la más firme y serena convicción, el título de: LA FIRME ESPERANZA DEL TOREO.
GREGORIO TEBAR Pérez “EL INCLUSERO”, ve la primera luz de la esperanza un 17 de Marzo de 1946 en la ciudad de Albacete, ¡han parido ya un TORERO!. Desde niño comienza, con un delantal materno, a dibujar en el aire requiebros de capotillo con el sabor del que ejecuta lo auténtico. El apodo se lo ponen y comienza su andadura, siendo su bautismo de seda y oro el 3 de Agosto de 1963 en Alicante, ciudad en la que ya reside desde muy niño, debutando con picadores en la madrileña plaza de Vista Alegre el día 1 de Abril de 1964. Al demostrar ya su clase, no le faltan los contratos y se presenta en Las Ventas el 12 de Junio de 1965, saliendo por la puerta grande como torero lanzado. La alternativa le llega el 19 de Marzo de 1966 en Valencia; los trastos se los cede su padrino Antonio Ordóñez, actuando Paco Pallarés de testigo, el toro se llamaba “Jovenzuelo” de la ganadería del Marqués de Domecq. La confirmación la realiza en el ferial isidril el 18 de Mayo de 1966, siendo en esta ocasión su padrino, por ausencia del anunciado Ordóñez, Miguel Báez “Litri”, testigo de la ceremonia, Andrés Vázquez; esta vez el toro atendía por “Cocedor”, perteneciendo a la misma ganadería del día de la alternativa. Sin razón justificada, los nublados se acercan al torero, dejándole sin miramiento fuera de su camino, ennegreciendo el presente y haciendo daño al futuro. Al que hoy abrimos puertas, puertas que nunca abrieron, por eso queremos cantar verdades al alba, alba que ya sonríe, al verle llegar de nuevo, con la esperanza en la cara, pues se hará justicia cierta, la justicia que te hacemos, con tu entrada ilusionada en LA RESERVA, maestro.
Muchos son los que no han visto todavía a EL INCLUSERO, a ellos van dirigidos los elogios que le hacemos. Otros muchos, por el contrario, de su toreo han gozado, siendo las plumas ilustres las primeras en contarlo: Joaquín Vidal, Navalón, Plá Ventura, Zabala, Calamardo, Mingorance, etc.. No desisten, pero estarán ya cansados de gritar en un desierto, donde “sordos” no hacen caso. Nosotros no queremos un desierto, de ahí el crear LA RESERVA DEL TOREO, donde se aúnan y suman los auténticos valores del TOREO. Ya venimos diciendo desde el principio, que no queremos que se escape nunca mas nada que huela a TORERO, por eso está en estas páginas el nombre de EL INCLUSERO. Muchas pueden ser las circunstancias para que muchos no hayan visto su toreo, abandono e injusticia, entre otras, a montones le han “servido”. Hablar sí que han oído, pues las plumas que ya he dicho, cansadas son de decirlo. A todos, los que sin suerte no le han visto, dedicamos por entero este capítulo, en la seguridad de que vamos a ayudar a conocerlo, algunos podrán incluso en estas páginas “verlo”. No será tiempo perdido si, al menos, despertamos a quienes por ignorarlo, le olvidan. La necesidad de llevarle ante los que le ignoran, hará que estas páginas se tornen hoy del color de la esperanza.
Decíamos al comienzo, que en él pensábamos depositar el mayor peso de la creada RESERVA, así lo hacemos, en la certeza de que sabrá asumirlo responsablemente. Un día, el pasado año, Joaquín Vidal titulaba su crónica: “Opositor a Cátedra”, sin duda, ilusionado por el toreo de EL INCLUSERO; nosotros decimos que aquel instante fue el primer aletear de LA RESERVA DEL TOREO, los cimientos del presente, de aquel instante nacieron. Me arriesgaba yo a pensar, que “de época había torero”. No se trata simplemente de un torero muy bueno, hurtado en un rincón, sin que la historia, que no dice nada hasta que no es historia, nos diga a gritos, que buena parte de sus páginas pueden quedar vacías por no incluir un TORERO. Todo esto bulló en mi mente aquella noche. Vidal, al amanecer, me despertó con la realidad de un sueño que había creído sólo mío: “Opositor a Cátedra”, él lo dijo, descansó y no mintió. Yo no escribí, no mentí, pero no descansé. Ante la seguridad de escribir en lo que creo, ahora estoy plenamente convencido, las empresas deben ayudar a que no perdamos en el recuerdo o el olvido, un torero que está ahí, que está vivo, que no debe esperar a cumplir el medio siglo, para derramar su contenido. No queremos injusticias como la de Bernadó pasada. No queremos solamente de Curro sus llamaradas. No queremos el olvido de ¡catorce años Paula!. No queremos que se pierda en nuestro TOREO nada. Queremos que se nos deje ver aquello que más nos gusta, ¡EL TOREO!. Es lo que nos pide el alma.
EL INCLUSERO, sin que le hayan dejado prodigarse, se ha ganado siempre los mejores calificativos de la afición y la crítica, allá donde le han dejado actuar, pues se conservan en él los mejores valores del toreo auténtico. A pesar de su injusta marginación, no ha cejado en mantener la pureza del toreo, realizándolo con suma relajación y naturalidad, compendio total del bien torear, rayando en la perfección artística con las telas, pues maneja igual de bien el capote y la muleta, sin que en ningún momento le abandonen la variedad y el buen gusto, arma fundamental de los toreros tocados de carisma vocacional. Hoy tenemos la suerte de publicar un documento real, una foto de leyenda. En ella no se adivina, sino que se ve y se palpa la grandeza del toreo. Más natural, no lo creo, ni mejor ni más sentido. Concentrado, relajado al infinito, fotos de estas dan grandeza y hacen nuestro su apellido, EL TOREO. Yo me apunto, para después del Cortés, ¡el mío!.
En un momento, en el que recientemente él, ha plasmado en letra impresa, muchas de las cosas que su corazón y su vocación sin límites le han dictado, nosotros hemos querido sustraernos a la idea de analizar su contenido. Digamos solamente, que honra a los hombres y naturalmente a los toreros, todo aquello que se dice o se escribe con la vista puesta en el horizonte de la verdad. Si esa es su línea, cuenta con nuestro apoyo. Desde aquí, siguiendo también la línea que nos marca el horizonte de nuestro amor a EL TOREO, basados en las coordenadas de lo justo y de lo cierto, hemos cantado su toreo, su forma de interpretar y sentir, en todo ello descansa nuestra mejor defensa.
“Anochece en LA RESERVA”, una espesa negrura nos inunda, a lo lejos el horizonte, todavía más negro, se vislumbra. Hacemos recuento y ya han entrado, creemos que están dentro todos los miembros de la misma. Son muy pocos, pero buenos, con la memoria se hace fácil el recuento. Aún así, se ha notado allí, acá, un vacío; de momento, una zozobra va anidando nuestra espera. Con mirada penetrante, descubrimos el andar lento y seguro de unos pasos que se acercan. La silueta va tomando ya figura, ya más cerca, ya le vemos. Una juventud cercana se imagina en la frescura, en el andar se adivina que es TORERO; lleva sello, lleva pena, es sin duda EL INCLUSERO. Estas manos que ahora escriben se le acercan al saludo, que tantos otros le niegan, se le nota algo cansado, se le nota algo dolido, luchador infatigable de su arte bien nacido. Ha bajado la mirada, triste y rota en el vacío, musitando muy bajito, se me antoja que fue fuerte como un grito bien parido, para pedirnos justicia, para pedirnos asilo. El no sabe que hace tiempo le buscamos con anhelo, pues le es muy necesario a la Historia del Toreo. Deja la modestia fuera y gana el tiempo perdido, ya no sientas ningún miedo, se acabaron ya tus penas de torero dolorido, que las justicias que imperan a partir de este momento, no son otras que las nuestras: LA RESERVA DEL TOREO. Pasa y comparte tu gloria con nuestros “viejos maestros”, no se haga realidad aquel apodo furtivo, no te sientas inclusero, pues en ti depositamos LA ESPERANZA DEL TOREO.
Perdón, se me olvidaba: El sol ya ha inundado LA RESERVA, ¡por fin! ha amanecido.
La próxima semana: LA CADENA: EL ESLABON QUE NOS QUITEN, A LA HISTORIA DAÑARA (I).