El que más y el que menos se preguntará qué tendrá que ver una cosa y la otra para escribir este artículo. Sin embargo ambas cosas, los toros y el cemento, van unidas un día sí y otro también.
A la hora de repasar las distintas informaciones que de los festejos se dan en opinionytoros, tanto en España como México y desde cualquier otro lugar del planeta taurino, nos encontramos esa convergencia en todas las reseñas de las corridas o novilladas. Es raro que no lo encontremos. Suele ser habitual en más del noventa por ciento de la información que facilitamos a nuestros lectores amigos.
Obvio es decir que los toros o novillos, son esos seres vivos que genéricamente le dan el nombre a nuestra fiesta más querida; salen a las plazas a pelear y morir y en algunas ocasiones -demasiadas en América y últimamente empieza a proliferar en España- son indultados. Lo del cemento es otro cantar. Lo del cemento es referido a la cantidad de localidades muertas -en la mayoría de los casos de ese material- que en las plazas donde se celebran festejos se quedan sin cubrir.
Si durante el invierno, el caso más llamativo y reiterado ha sido la plaza México, no es menos cierto que con más cemento que asistentes se van dando la mayoría de los festejos que se celebran en el mundo. ¿A nadie parece preocupar?. A nosotros sí. Y de ese modo se ha venido poniendo de manifiesto en las distintas colaboraciones recibidas, principalmente desde México. De los empresarios, al parecer, a ninguno. De las autoridades, que son las que deberían velar por el patrimonio cultural que representan las corridas de toros, tampoco.
Hete aquí que el cemento lo inunda todo y ahí tienes a los hombres vestidos de luces, los toreros, haciendo sus faenas más para el cemento que para los espectadores. Y no crean que es que son malos los carteles. ¿Qué les parece Ponce, El Juli y Morante?. Los tres juntos y media plaza de cemento. Pero no crean que era en el llamado embudo de Insurgentes con capacidad para cincuenta mil personas; no, en Roquetas de Mar, una plaza para unos cuantos. Hay mas ejemplos y los tenemos en Las Ventas de Madrid. Empresa nueva, carteles de cierto interés y en tres festejos no se ha logrado reunir tres cuartos de entrada. Las tres entradas: 1/5, 1/5 y 1/3. Si recuerdan cómo resolver los quebrados, prueben y verán.
Pero es que en plazas donde no caben más de tres mil personas, leemos cada día: un cuarto, media plaza, dos tercios, casi media, poco más de media, etc. Será por torear toreros desconocidos. ¡¡Ya, ya!!: Finito de Córdoba, El Cordobés, El Fandi, Manzanares, Rincón, Vega, Puerto y los citados Ponce, El Juli y Morante, por no hacer la lista más larga.
Convengamos que pasa algo y que no es posible ocultar. Nos duele decirlo, ¡faltaría más! pero esto no tiene mucha explicación. Corridas y más corridas, con más cemento que espectadores, incluso que toros, y nadie se aflige. Los empresarios ¿Cuánto ganarán que no dejan de programar?. ¿Los toreros cobran algo por actuar?. ¿Los toros que se lidian a qué precio están?. ¿Basta con lo que se recauda por taquilla para cubrir los gastos generales del festejo?. Aquí hay milagros o todo cuanto rodea el mundo del toro es una farsa. Esto es así, pues nadie se queja de no ganar o no cobrar y las cuentas no salen. Los ganaderos y toreros o los empresarios, alguno, tienen que mentir, o que fingir.
Si analizas las ferias más recientes: Magdalena en Castellón y Fallas en Valencia, tampoco las entradas han sido para tirar cohetes. Solo una tarde o dos se ha llenado la plaza y también las ha habido de media, casi, o poco más de media como decíamos al principio. Luego, lloran mucho y sin razón o no ganan nada pero presumen un montón, o esto es el cuento de la lechera. Queda una única solución: los días grandes de cada feria y no en todas es cuando se hace caja. De este modo los empresarios, esos días, sacan el jornal anual y las figuras se resarcen de torear todo el año sin cobrar. Eso en las grandes ferias, pues en las plazas de pueblo ¿quién pone las pérdidas?. El empresario no parece, pues vuelve a programar al año siguiente, sólo queda una respuesta posible: el ayuntamiento con el dinero de todos para sacar pecho los políticos en la barrera o en el callejón.
Callejón sin salida este en el que está la Fiesta. Lo que hace falta es revitalizar la integridad del espectáculo para que vuelva a interesar a las gentes. Esa es la única solución. Ese es el camino para hacer volver a las plazas a los aficionados y espectadores, dejando con ello de hacer un monumento al CEMENTO, como máximo exponente del callado y frío espectador de festejos taurinos del siglo XXI. Si los toros hablaran antes de morir dirían, con seguridad, que su mejor compañero durante su permanencia en la plaza es el Sr. Cemento. Ese sí es un espectador con la cara muy dura.