El próximo domingo el toreo tiene una cita crucial para su desarrollo a futuro. Algunos pudieran pensar que el escenario es la Real Maestranza sevillana por aquello de que se ven las caras Ponce, "El Juli" y el aspirante a figura "El Cid". Pues no. La cita clave es en la capital del reino, en Madrid, con la corrida concurso en que se anuncian seis ganaderías entroncadas en el encaste Santacoloma.
Victorino, Adolfo Martín, La Quinta, San Martín, Cuadri, la familia Escobar, enviarán cada una un toro para esta corrida. Que delicia. Un suculento plato para los aficionados y una oportunidad histórica para demostrar que las tendencias de los taurinos de relegar este encaste al ostracismo, por considerarlo complicado y correoso para los figurines, son equivocadas.
Al encaste Santacoloma, ese que cuando sale en bueno hace vibrar y emocionar y que cuando sale en malo genera interés, lo hicieron a un lado a punta de susurritos al oído a los matadores de toros, sugiriendo que ya no los mataran, que era mejor ir cómodo con lo nuevo de Domecq, que estos últimos tienen más bondad, que no salen con guasa, que te dejan estar. Pues la tropa de toreros acomodados que padecemos en esta época atendió las sugerencias de los taurinetes, cambió de gustos y empezó a solicitar aquello que con bondad les dejara triunfar sin mayores complicaciones, para torear a placer, con la posterior consecuencia de ganaderías igualadas por el descastamiento, la flojedad y la sosería y el aburrimiento de los que vamos al tendido.
Este fenómeno sucedió en las principales ferias españoles y por supuesto también en América. En Colombia la mayoría de ganaderías eran de encaste Santacoloma y a finales de los años ochenta se fueron pasando al encaste Domecq.
Los ganaderos que llevaban lo de Santacoloma se comenzaron a quedar con sus productos en el campo y tuvieron que llevar dos ganaderías , una para mantener su afición y otra para poder estar en las ferias de acuerdo a lo que "exigía" el mercado.
Hay un estrategia que veladamente se realizó desde la administración Chopera de los años ochenta en Madrid y marcó parte del olvido de los Santacoloma. Para satisfacer el supuesto gusto de una exigente afición madrileña se empezó a lidiar el toro zambombo, el elefante con cuernos y por supuesto el toro de Santacoloma, pequeño de caja, no cuadraba en ese supuesto gusto. Esa fue una maniobra para sacar por la puerta de atrás a los toros de Santacoloma, a sabiendas que pocos podían alegar porque la también supuesta seriedad del toro la estaba dando su tamaño y no su raza y su casta. A Madrid le copiaron varias plazas y si veías una corrida de 600 kilos como te ibas a tragar luego una de Santacoloma de 470 kilos, que error, pero así fueron desterrando al encaste y desapareciendo los toros de Buendía, lo de Felipe Bartolomé y compañía. Aunque algunos éxitos aislados pero no menos sonados como el indulto de "Marquito" de Ana Romero en Granada recordaban que en lo de Santacoloma había reserva de bravura y casta. También "Guitarrero" de Hernández Plá, en la propia Madrid, hizo recordar la importancia de lo del Conde.
Además de esa maniobra de Chopera los profesionales movieron los hilos invisibles de la fiesta y presionaron sutilmente el cambio en la preferencias del encaste y por supuesto se beneficiaron del cambio de preferencias en las ganaderías porque se torearon más corridas que nunca y sin tantos percances como antes. Así, aquellos banderilleros y apoderados que con sus susurros sugirieron otros encastes se beneficiaron a lo grande porque torearon más que nunca y cobraron más comisiones que nunca debido a que sus matadores toreaban corridas y corridas y sin los riesgos de enfrentarse a toros encastados de verdad.
Por lo tanto muchos "taurinos" o vividores de la fiesta estarán esperando el traspies de la corrida porque se aseguraran la muerte del encaste de fallar estrepitosamente. Entonces cuidado, porque la encerrona esta vez puede ser para un encaste que esperemos saque su casta y demuestre su valía. No solo el encaste santacolomeño sino el toreo se juega mucho de su futuro. Si la corrida explota para bien la afición tendrá que exigir con fuerza la vuelta de este encaste a todas las ferias españolas y ojalá también en América y que las figuritas se anuncien con ellas y darle de este modo la vuelta a la tortilla a este espectáculo adocenado y decadente que padecemos.
Puede ser, Dios quiera, un verdadero Domingo de Resurrección.