A mediados del año pasado se televisó directamente desde Burgos, España, una corrida en la que El Fandi cortó dos orejas y salió a hombros de la plaza. En el sexto toro -el del triunfo- dio la nota insólita cuando armó muleta y espada en la mano izquierda y así toreó.
Insólito por lo inusual pero excelente pretexto para revisar algunos conceptos relacionados con el toreo con la mano izquierda que, en aquella ocasión, expuse en un diario limeño y hoy quiero compartir con los jóvenes aficionados que acceden a esta página en busca de explicaciones de lo que ven desde el tendido. Por otra parte, siendo Opinión y Toros un foro abierto, permite al aficionado experimentado la oportunidad de enriquecer con su comentario los conceptos que aquí se exponen, como contradecir aquellos con los que no están de acuerdo. Lo importante es que quienes tienen algo que decir, no mezquinen su conocimiento a otros que, en proceso de convertirse en aficionados, están interesados en aprender de las coincidencias y discrepancias que los entendidos puedan tener sobre temas fundamentales de la tauromaquia. A su turno cada cual tomará camino diferente con su particular forma de disfrutar la fiesta.
Vamos al tema: Para el torero que no es zurdo, lo natural es llevar la muleta en la mano izquierda y la espada en la derecha. Ayer como hoy esto no ha variado aunque sí la forma de torear: Antes se toreaba con la izquierda y por excepción con la derecha; ahora se hace al revés.
Mas, no todos los pases que se dan con la mano izquierda, son naturales. En los primeros tratados de tauromaquia todos los pases con la izquierda se llamaban regulares, los otros, la excepción, con la derecha. Con la muleta en la izquierda, se pasaban los toros por alto o por bajo, por el pitón izquierdo o derecho y se toreaba de pitón a pitón en la cara del toro, lo que más tarde se conoció como machetear. Cualquiera de estos pases, cuando se hacía apoyándose, o acompañado, con la espada, se denominaba ayudado.
El primer pase con nombre propio fue el de pecho que Paquiro, en su Tauromaquia de 1836, considera indispensable para salir airoso del pase regular, cuando el toro se ceñía; de allí la frase obligado de pecho tan común en nuestros días.
El natural no es otra cosa que el pase por bajo ejecutado con la muleta en la mano izquierda sin otro artilugio que no sea el palillo que la sostiene; se le conoce como tal desde 1872 y junto con el de pecho y el moderno derechazo forma la trilogía sobre la que se sustenta la mayoría de las faenas de los tiempos que corren.
En este punto, considero oportuno algunas reflexiones: La mayoría de los naturales del emblemático Manolete no eran tales sino ayudados por bajo pues solía acompañar el muletazo con la espada por delante. El macheteo, hoy en desuso porque en la mayoría de las plazas -no en Acho- el público no lo comprende y lo pifia, es indispensable para ahormar al toro retrechero y de embestida descompuesta, antes de proceder a ejecutar la suerte suprema. Debe hacerse con la mano izquierda; el hacerlo con la derecha es un error pues, logrado el propósito de poner al animal en suerte para la estocada, al cambiar la muleta de mano, le da tiempo suficiente para que varie de posición y el trabajo realizado se eche a perder. En la suerte suprema la mano izquierda es la que permite dar muerte al toro. Si bien el estoque va en la diestra se dice –con razón- que se mata con la mano izquierda porque es la que, hábilmente manejada por el torero, embarca al animal en un apretado pase de pecho por bajo que lo obliga a humillar y mostrar la cruz, donde va dirigida la espada. Si la estocada no es lo suficientemente efectiva habrá que recurrir al descabello en donde la mano izquierda vuelve a ser protagonista. No tengo temor a equivocarme cuando digo que la mayoría de los matadores tienen verdadero pavor a usar el descabello porque, si no aciertan con él al primer intento, pueden despintar la faena que acaban de realizar, perdiendo los trofeos que suponían ganados. Sin embargo, si se emplea con la destreza de Roberto Domínguez puede llegar a ser una verdadera obra de arte: Sólo, sin peón cerca de él, se doblaba con el toro con la muleta en la zurda y –con hábil juego de muñeca- hacía que el pico de la misma se moviera de un lado a otro bajo el hocico del animal, logrando capturar su atención y obligándolo a humillar para dejar al descubierto la cerviz en donde el matador, con un certero golpe de cruceta, ejecutaba la suerte y ponia bello punto final a su faena.
Con lo expresado, queda claro que lo natural es torear con la muleta en la mano izquierda y que el pase por bajo que con ella se realiza adopta el nombre de pase natural. La diestra es la que lleva la espada durante toda la faena hasta el momento en el que ha de utilizarse en la suerte suprema. Cuando la muleta pasa a la mano derecha no desplaza al estoque sino que forma con él un engaño mayor y todos las pases que se den con esa mano son ayudados, entre los cuales, el realizado por bajo se conoce como derechazo. No existe el natural con la derecha aún cuando se de sin la ayuda del estoque porque no es natural que este abandone la mano de la estocada.
¿Qué fue entonces lo que hizo El Fandi en Burgos? Un despropósito. Torear con muleta y estoque en la mano izquierda, como se torea por derechazos, es una aberración porque si el armar y torear con muleta y estoque juntos está justificado en estos últimos -por aquello que la espada debe mantenerse en la mano derecha durante toda la lidia- no lo está en lo hecho por El Fandi, que no tuvo otro propósito que aliviarse con la comodidad de torear por la izquierda usando un engaño de mayor tamaño. Hecho censurable que hay que señalar para evitar trascienda lo anecdótico y surjan imitadores indeseados.
Todo lo que se hace en los toros tiene un origen lógico y natural. El torear con la muleta en la mano izquierda es uno de ellos, aunque no sea tan frecuente ni cómodo para el torero.
