Aparentemente, que un ayuntamiento organice su propia feria taurina, en realidad, no debería de tener nada de extraordinario pero, en los tiempos que corremos, en los personajes que rigen los ayuntamientos y en toda la escoria humana que hay dentro de la clase política, lo de Valdemorillo suena al más bello milagro en honor a la maravillosa fiesta de los toros que, como se sabe, en el pueblo madrileño los toros son santo y seña de su identidad.
No me he molestado en saber de qué partido es la señora Gema González Fernández, alcaldesa de Valdemorillo. Ante el hecho de que haya sido capaz de organizar la feria de su pueblo, si es de derechas ha hecho lo lógico que haría cualquier persona decente que esté al frente de un ayuntamiento; y si es de izquierdas les ha dado una lección memorable a todos los izquierdosos que apestan y que los hay a montones en todos los municipios de España.
La modernísima plaza La Candelaria de Valdemorillo
Y digo lo de la lección porque como sabemos, salvo alguna que otra excepción muy rara, y puede que Valdemorillo lo sea, todos los partidos de izquierdas, en su conjunto, como regla base, lo primero que les enseñaron es a odiar la fiesta de los toros y, lógicamente, una vez que se instalaron en el poder, prohibirla, como “debe ser”. Si la señora Gema González es de izquierdas y ha logrado organizar la feria de su pueblo a falta de un empresario cabal, su mérito no puede ser mayor.
Y para mayor dicha, la señora Gema lo ha bordado en cuanto a la confección de sus carteles puesto que, ya tiene mérito que, entre otros, uno de sus carteles estrella sea la presentación de los toros de don Eduardo Miura en dicha plaza. No sé si Miura habrá hecho las rebajas correspondientes al mes de enero para que el ayuntamiento de Valdemorillo le compre sus toros pero, la gran realidad es la que subyace y, por vez primera en su historia, la madrugadora feria madrileña albergará los toros de Miura que, como no podía ser de otro modo, serán lidiados por dos auténticos especialistas en materia que, a poco que ayuden los de Zahariche, tanto Manuel Escribano como Pepe Moral podrán conseguir un triunfo de clamor.
Como sabemos, han pasado los años y Valdemorillo ha ido progresando de forma paulatina en la confección de sus carteles puesto que, como era natural y lógico cuando se montaba la plaza portátil, los diestros que en dicha feria participaban eran casi todos del tercer escalafón, dicho con todo el cariño del mundo y el más exacerbado respeto para todos los que en Valdemorillo han actuado desde que se celebra dicha feria madrileña.
La señora Gema González, alcaldesa de Valdemorillo
Para la segunda tarde se ha contado con tres toreros de mucha relevancia puesto que, cada cual, a su estilo, han dicho cosas importantes por los ruedos del mundo y, los tres, han salido en hombros de la plaza de Madrid, un dato que dice mucho a favor de los diestros actuantes y, sin duda, hacia la afición de Valdemorillo que les espera con inusitado anhelo. Curro Díaz, Juan del Álamo y Román, con una corrida de La Palmosilla que hace su presentación en dicha plaza no es nada baladí. Añadiendo, eso sí, la novillada picada en la que tres espadas punteros del segundo escalafón harán las delicias de los aficionados que, estando empadronados en Valdemorillo asistirán gratis al festejo, todo un detalle del ayuntamiento para con sus vecinos.
Repito lo que dije al principio, no sé a qué partido pertenece la señora Gema González pero, si por casualidad es de izquierdas, menudo problema tiene dicha señora con sus apestosos correligionarios de toda la izquierda malvada y criminal que, al respecto de los toros, como diría un gitano, nos la tienen jurada.
Le diré plazas a doña Gema para que vaya tomando nota; plazas en que sus respectivos mandatarios en los ayuntamientos, han prohibido los toros por el artículo treinta y tres, por sus cojones, dicho en plata. Játiva, Villena, Ondara, Elda, Monóvar, La Coruña, Vitoria, toda Cataluña, toda Baleares, Cáceres y algunas más que ahora no recuerdo. Valiente si ha sido la señora González pero, ante todo ha sido justa y cabal, algo difícil de comprender en un mundo aberrante y nefasto en la política de izquierdas que, repito, solo piensan en destruir y, por encima de todo en prohibir.