Según declaraciones del propio Antonio Picamills, la edición de su Dietario del pasado año era su última obra al respecto puesto que, aquello de haber cumplido XXV en tan apasionante tarea, el editor vasco daba como terminado dicho ciclo. Sin duda, no es tarea baladí lo que Picamills había logrado, todo lo contrario porque en honor a la verdad, tantos años de trabajo le habían colmado de gozo a este editor ejemplar que de la estadística hace obras de arte inolvidables.
Picamills, hombre agradecido donde los haya me llamó para pedirme el anagrama de OyT por aquello de resaltar nuestra página en su Dietario Taurino, algo que me sorprendió muchísimo puesto que, fechas atrás me había confesado que esa tarea había concluido con los XXV años de edición del Dietario. Y, lo peor de todo es que tuvo que cambiar de decisión ante la llamada de múltiples aficionados y profesionales del toreo que, todos, al unísono, le pedían que editara su libro Dietario que tanto bien les hacía a los aficionados y, de forma muy concreta a los profesionales de los toros.
Portada de la obra de Picamills, su DIETARIO TAURINO
Presagio que, al respecto, Picamills batió record; sí, porque tuvo que hacer el Dietario en un tiempo breve y, justamente, ese tipo de libros lo que requieren es tiempo y paciencia franciscana porque se tienen que tratar miles y miles de datos en los que nada puede fallar. Claro que, en las manos y sentidos de este hombre todo es posible y, en apenas unos días con sus noches incluidas, Picamills, junto a Lourdes, su esposa, se pusieron manos a la obra y, en la fecha se “siempre” el Dietario estaba en la calle.
En el centro de la obra Picamills le hace un guiño generoso al que fuera su poderdante Juan José Padilla, algo que dice mucho de este editor porque si se me apura no sé si Padilla se acordará de que Antonio Picamills fue su apoderado en los momentos más amargos de su carrera pero, entre otros muchos logros puso al diestro de Jerez en Pamplona por la cantidad de cinco millones de pesetas cuando, como era público y notorio, Padilla, como otros muchos toreros del segundo circuito venían cobrando seiscientas mil pesetas por tarde, si es que las cobraban.
De igual modo, Picamills, que ante todo es un aficionado cabal, dedica en esta ocasión su Dietario al aficionado, justamente, el que mantiene todo el entramado de los toros y que nadie se acuerda de ellos. Antonio, en un gesto de auténtica generosidad le dedica su obra todos aquellos que no tienen voz pero sí la suficiente afición y cartera para que la fiesta de los toros siga siendo posible.
Como viene siendo habitual desde el primer día que el Dietario vio la luz, en él se aglutinan miles de datos de toda índole, desde la anécdota más hermosa, hasta los datos de suma relevancia que han sucedido en el mundo; alternativas en todos los países que se celebran corridas de toros, confirmaciones, presentaciones, teléfonos de todo el taurinismo; periodistas, apoderados, toreros, novilleros, rejoneadores, restaurantes taurinos. Cientos de miles de datos de extrema relevancia que hacen las delicias de todos los aficionados que han comprado dicha obra admirable.
Repito lo dicho, me ha gustado el recuerdo que Picamills tiene para el que fuera su poderdante cuando no era nadie en el toreo, algo que dice todo a favor de este hombre singular. Claro que, Juan José Padilla, retirado del toreo, rico con lo que ha ganado y con su cuerpo cosido a cornadas y con un solo ojo, ¿se habrá acordado Padilla del primer hombre que le tendió la mano cuando él no era nadie? ¡Seguro que si! Al menos, así lo pienso yo. Quiero pensar que Padilla le habrá comprado a Picamills siete docenas de Dietarios para regalárselos a sus amigos, no es para menos ¿verdad? Eso sí sería todo un gesto del Ciclón de Jerez que, por nada en el mundo puede olvidar todo lo que Antonio Picamills aportó a su carrera.