EL RECUERDO DE DOS DESPEDIDAS: LA GLORIA Y LA INJUSTICIA SE DAN LA MANO
(Nota.- Publicado originalmente en “MT” con fecha 15 de Noviembre de 1983.)
Comenzamos hoy, en homenaje a dos maestros retirados, los eslabones de la cadena que configurará nuestra RESERVA DEL TOREO.
MANOLO VÁZQUEZ Garcés, nace en Sevilla, el día 21 de Agosto de 1930. Criado en un ambiente familiar taurino, se decide a ser torero, debutando con picadores un lejano 11 de Julio de 1948 en Ciudad Real, siendo allí donde comienza a fraguarse y adivinarse que, debajo del terno que viste aquella tarde, hay un TORERO. Dos años después, concretamente el 4 de Junio de 1950, se presenta en la Monumental madrileña y allí se confirma lo que se adivinaba dos años antes. Toma su alternativa en Sevilla natal el día 6 de Octubre de 1951, siendo su padrino su hermano Pepe Luis Vázquez y testigo de la ceremonia Antonio Bienvenida, que le ceden el toro Perdulario, nº 41, de la ganadería de Domingo Ortega. Justo al día siguiente confirma su doctorado en Madrid, alternando con los mismos diestros, que en esta ocasión le ceden el toro Calamar, nº 193, de la ganadería de Bohórquez. A partir de ese día y hasta el 12 de Octubre de 1983, fecha reciente, en la que decide decir adiós definitivamente, con un éxito clamoroso, su paso por los ruedos ha sido siempre marcado por el sello de su calidad torera.
JOAQUÍN BERNADÓ y Bartomeu, viene al mundo el 16 de Agosto de 1935 en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). También se decide a ser torero, siendo su debut con picadores en Ledesma (Salamanca) el 15 de Mayo de 1953. En él se advierten unas cualidades importantes y una personalidad muy marcada, que no abandonará hasta su despedida. Pasan tres años para que se presente en Madrid, lo que hace el día 23 de Junio de 1955, dejando una gratísima impresión. La alternativa se la conceden en Castellón de la Plana el día 4 de Marzo de 1956, siendo su padrino Antonio Bienvenida y el testigo Julio Aparicio. El toro de la ceremonia se llamaba Carolo, nº 57, de la ganadería de Manuel Arranz. En ese mismo año, concretamente el 10 de Junio, confirma su alternativa en Madrid, de manos de Mario Carrión y en presencia de Joselito Huerta, que lidian toros de la ganadería de El Pizarral. Desde esa fecha, hasta el 24 de Setiembre de 1983, en que se ha producido su retirada, ha sido un torero excesivamente marginado, pero los aficionados no podremos olvidar su categoría torera, dándole las gracias por no haberse adulterado nunca.
Una vez enunciados sus datos biográficos, hay que hacer una rápida matización: en ambos casos se dice, que se deciden a ser toreros, siendo nuestra opinión que no hay artistas que decidan nada, pues nacen siéndolo y, por tanto, no eligen, sino que siguen el camino marcado por su propia personalidad artística.
Se han despedido dos TOREROS de los ruedos en los finales de esta temporada que acaba de concluir; ambos han sido ejemplares en sus trayectorias respectivas, para que de ellos se puedan sacar muchas conclusiones, positivas y negativas. Vamos a intentar enumerarlas, con el afán sincero de que de todas podamos sacar provecho de cara al futuro. El recuerdo de esas dos despedidas, nos traen a la mente de los buenos aficionados, dos sentimientos profundos: LA GLORIA Y LA INJUSTICIA, que en fechas muy próximas se han dado la mano, estando tan lejos la una de la otra. Es difícil de entender, cómo se han podido unir en dos despedidas, dos conceptos tan antagónicos: por un lado la gloria se la lleva, y nos deja un gran recuerdo, el maestro Manolo Vázquez y por otro, la injusticia se consuma, con su adiós, en el maestro Joaquín Bernadó, dejándonos un amargo sabor a todos los aficionados, que hemos padecido con él su marginación y el olvido al que siempre fue sometido.
Manolo Vázquez ha rezumado torería desde que nació, pero sobre todo, lo ha sido mucho más, en esta su última vuelta a los ruedos. Siempre se ha dicho, aquí se confirma por sí sólo, que los artistas maduran con los años y aunque cuando regresó, no fueran muchos los que confiaran en que fuera un retorno feliz, él se ha encargado de demostrarnos que El Toreo se lleva dentro y las facultades físicas, no son mas que un complemento meramente superficial, pues así nos lo ha demostrado con creces, dejando en los aficionados un recuerdo imborrable e imperecedero, que nos tiene que guiar por la senda de lo auténtico, con las variaciones propias de la personalidad torera de cada cual, pero dejando sentado que El Toreo se ejecuta con el alma, transmitiéndolo al juego de las telas, para plasmar con ellas las obras maestras del toreo, que será para siempre el manantial donde beban las nuevas generaciones.
El toreo que practicó Manolo Vázquez, El Toreo, es más difícil cuanto más sentido se realiza, de ahí que tengan mucho más valor los toreros que, como Manolo, así lo ejecutan; por eso lo llamamos auténtico, por encima, naturalmente, de los que se pierden en una constante vulgaridad. Manolo Vázquez nos ha enseñado lo que es torear con naturalidad, relajado e imaginativo, dando muestras de ser un auténtico valiente, pues el valor es mucho más necesario para aguantar y conducir las embestidas, que para provocarlas. Tú siempre fuiste Torero, ahí es nada, y con ello llenaste los ruedos de gestos y gestas. Gracias Manolo por llevarte y dejarnos, como herencia, parte de la gloria que te llevas, justamente ganada a impulsos de tu calidad torera. ¡Ojalá!, que este ejemplo tuyo, sirva para sentar las bases de la continuidad en El Arte de Torear. Por eso nosotros te nombramos, desde ahora, catedrático vitalicio de LA RESERVA DEL TOREO.
Joaquín Bernadó ha sido, es y será el torero supremo de la elegancia. Esta ha sido su virtud más reconocida. En la rueda comercial, en que se desarrolla la Fiesta, ha sido largamente postergado y he ahí la injusticia que con él se ha cometido. Todos somos culpables de su injusta marginación. Él no ha sido culpable nunca de nada, pues nada se le puso en su mano; quizás, solo de irse, cansado de tanta lucha inútil contra la ceguera y también la tozudez de todos aquellos que le fueron relegando. Nadie le va a negar méritos al otro torero que ocupa hoy estas páginas, pero hasta el mismo sabe, que Bernadó ejecutó el toreo de frente y de pies juntos, con la mayor elegancia que darse pueda, pues todo lo que hacía iba marcado por el buen gusto y una estética personalísima. Nunca fue torero que se acomodara a las modas al uso, siempre mantuvo una línea fiel a sí mismo y al toreo eterno. Hoy, cuando escribo estas líneas, me siento culpable de no haberlo hecho antes. Supongo que hubiera dado igual, pero al menos, tendría mi conciencia tranquila, pues hubiera defendido la verdad, su verdad, que es la única en El Toreo.
Precisamente, por eso, me he decidido a crear LA RESERVA DEL TOREO, para que Bernadó sea el último Torero que desperdiciemos. Ha habido lamentos por su marcha, eso sí, tímidamente, pero yo no puedo “lavarme las manos” como Pilatos. Hay que adquirir el compromiso, por parte de todos los que componemos la Fiesta: empresarios, crítica y aficionados, para que sea el último “sacrificado” en El Toreo. Estoy seguro Joaquín, que sabrás entender este deseo, que seguro será también el tuyo, para que prevalezca la calidad por encima de todos los demás intereses. Por todo esto, ya tienes merecido un hueco en esta cadena que vamos a formar, ocupando por derecho propio, aunque no te lo hayan reconocido quienes tenían la obligación de hacerlo, un puesto importante en LA RESERVA DEL TOREO. Tu injusto “sacrificio”, será la luz que nos impida quedarnos ciegos en el futuro. Perdón y gracias, maestro.
Seguro estoy que Joaquín habrá sentido una sana envidia con la despedida y el tratamiento que le han dado a Manolo, pero será feliz por haber triunfado EL ARTE DE TOREAR, -aunque haya sido en manos de un compañero-, al que él dedicó toda su vida. Manolo habrá sentido en su interior, como gran torero, la tristeza de perder un torero con quien deleitarse y le hubiera deseado una despedida tan gloriosa, al menos, como la suya. Yo, que no comulgo con los clásicos encasillamientos, sólo me importan los TOREROS, me niego –lo vas a entender perfectamente, Manolo- a dedicar más espacio a uno que a otro. Al menos por mi parte, he querido impartir la justicia por igual. Los que sí comulgan con las dichosas frases de que “cada uno está donde le corresponde”, ya se han encargado de hacerlo a su manera. Para mí, dos TOREROS, dos MAESTROS.
La próxima semana: ANTOÑETE: EL MAGISTERIO DE LOS 80