Cuando estamos a pocos días de la Navidad, creo que es necesario e importante, hacer un pequeño homenaje al mundo del toro bravo. Y, para ello, nada mejor que a través de la poesía que, según los diccionarios de habla hispana dicen: “que es una composición literaria que se concibe como expresión artística de la belleza por medio de la palabra, en especial aquella que está sujeta a la medida y cadencia del verso”.
Si buscamos la poesía dedicada a la tauromaquia, encontramos a verdaderos “monstruos” de la pluma y de la rima, que dijeron siempre la verdad del porqué la tauromaquia es un arte. Entre ellos, podemos citar a algunos, que siempre, destacaron las maravillas del mundo del toro bravo, a través de sus versos y sus rimas: Manuel Machado, Fernando Villalón, García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Gerardo Diego y, entre ellos, a mi querido amigo y colega Manolo Franco Pérez y su libro de poesía taurina “El toro del alba”, lamentablemente, fallecido hace dos años en la capital ecuatoriana. Toro de lidia. Foto Internet
Es decir, “son artes secundarias, todos aquellos ejercicios y obras humanas que, sin proponerse un fin de utilidad práctica inmediata y, participando por esto del carácter desinteresado de las obras estéticas, tienden a hacer resaltar, por medio del libre juego de nuestras facultades físicas o morales, cualidades de fuerza, de agilidad o de gracia, análogos a la belleza, cuando no la belleza misma de la figura humana. A este género pertenece la tauromaquia que, en realidad es una terrible y colosal pantomima de feroz y trágica belleza, en la cual se dan reunidos y perfeccionados los elementos estéticos de la equitación y de la esgrima; así como la ópera, produce juntos los efectos de la música y de la poesía”.
Antonio Machado, en igual forma, deja clara su postura en su obra Juan de Mairena, cuando dice con toda firmeza: “Con el toro no se juega, puesto que se le mata, sin utilidad aparte, como si dijéramos de un modo religioso, en holocausto a un Dios desconocido”, esa es la verdad de la tauromaquia que, lamentablemente, los “seres raros” no alcanzan a entender, porque su mente es tan pequeña, mediocre y frágil, que solo les permite ver y comprender lo que a ellos les interesa.
Por todo lo señalado, considero que este homenaje, a ese animal tan maravilloso como es el toro de lidia, es necesario y creo que oportuno. Aprovecho, igualmente, para llegar con un saludo afectuoso a todos y cada uno de mis lectores, compañeros del portal y, en general, a los amigos de la fiesta brava en todo el mundo, para desearles junto a sus familias, una encantadora Navidad y un Próspero y Venturoso Año 2019. Que Dios reparta suerte.
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