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Fernando Marcet |
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Perú |
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02/03/2005 ] |
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Artefacto de utilería, indigno de un matador de toros. Podría habérsele denominado falso, engañoso, hipócrita, afectado, falaz, doloso, artificial, farisaico, gazmoño, zanguayo, embustero, farsante o de utilería -como lo es- pero no, se le llama estoque simulado. En sus orígenes era de madera y en la actualidad se confecciona con diferentes materiales livianos como el aluminio. No se de quien fue la iniciativa pero nació para evitarle, al diestro lesionado, el esfuerzo de torear con el peso de la espada de acero. Mala idea sin duda y concesión absurda para quien siendo matador de toros no es capaz de portar los trastos propios de su oficio. Sobre todo si consideramos los pocos minutos que dura la faena y lo mucho que cobran por ello. Lo justo es que torero, que no se sienta en condiciones de torear, no toree ni cobre. Si su incapacidad es permanente, que se retire de los ruedos. Así de simple. Lo que no se puede permitir -es un decir, porque de hecho se permite- es que se monten corridas de toros como si de un espectáculo circense se tratara y que ese artefacto de utilería tenga papel protagónico. Oficialmente no está permitido, sin embargo, con raras excepciones -como la de Juan Mora, entre los que recuerdo- lo usan todos los toreros, figuras o no. Las autoridades no lo objetan, los comentaristas taurinos se refieren a él con candorosa naturalidad y el público, que no escucha voz de protesta en su contra, ha llegado a creer que su uso es correcto. No es así. Más propiamente dicho: No debería ser así. ¿Por qué? Porque desnaturaliza la lidia en varios aspectos. Aparenta ser lo que no es e introduce la farsa en un espectáculo serio. Divide la faena en dos: la del toreo de lucimiento con un artefacto de utilería, y la de la muerte del animal con la espada de “verdad” ¡Cómo si se tratara de dos actividades diferentes, inconexas e independientes una de otra! Lo grave sin embargo es que tira al traste todo lo realizado durante la lidia para lograr que el toro se entregue a la muerte pues, llegado ese momento, el matador lo abandona para cambiar el estoque. Desde muy joven aprendí algo que con el tiempo fue cobrando la fuerza de un axioma: La lidia es unidad indivisible, empieza con el primer capotazo al toro que sale de chiqueros y termina con la estocada, propósito y fin de la lidia. Quien ve una corrida teniendo presente este concepto verá con claridad lo que sucede en ella, distinguirá lo fundamental y lo superfluo, lo bueno y lo malo. Apreciará cómo cada capotazo, vara o banderilla forma parte de un todo que se realiza de acuerdo a la voluntad y órdenes del matador de turno, único responsable de la lidia en su conjunto. Llegado el tercio final podrá imaginar lo que el matador está pensando hacer para corregir con la muleta los defectos del toro y los errores cometidos en el transcurso de la lidia hasta ese momento –entre los cuales el puyazo trasero ocupa el primer lugar. Viéndolo premunido con los trastos de matar ha de prepararse a presenciar un duelo en el que, toro y torero se enfrentaran a medir sus calidades: casta y bravura aquel, arte y valor este. Ninguno habrá de abandonar o rehuir, por ninguna circunstancia o pretexto, la pelea que se dará por terminada sólo cuando el astado herido de muerte doble o el matador se encuentre imposibilitado de continuar. Durante los pocos minutos que dura la faena de muleta el matador pondrá a prueba todo su conocimiento, temple y valor para, con arte, doblegar al toro para llevarlo al instante en el que, vencido, baja la cabeza y pide la muerte. Digo instante, no momento, circunstancia o estado, porque es eso: un instante que suele presentarse sólo una vez en el transcurso de toda la lidia, único, irrepetible. Es natural consecuencia de toda la preparación previa, orientada a lograr esa condición del toro que es la propicia para entrar a matar. Siendo difícil pronosticar el momento en que se presentará, es imprescindible que el matador lleve consigo el estoque de acero durante toda la faena para no dejar pasar la oportunidad de aprovechar el instante esperado y para el cual ha trabajado. Con el toro entregado mostrando “la cruz” el torero tendrá el tiempo suficiente para, con la mano izquierda, bajar y adelantar la muleta hasta los belfos del animal y, con un pequeño “toque”, provocar su embestida. Mientras lo hace pasar con un apretado pase de pecho por bajo, por el lado derecho, se volcará sobre el morrillo llevando en su diestra la espada para “hacer la cruz” y dar la estocada mortal. En una faena de esta naturaleza no tiene cabida la falsedad indigna del estoque simulado. No solo resta seriedad y autenticidad al rito hermoso del sacrificio de un ser vivo sino que interrumpe la unidad de su ejecución en forma grotesca cuando, llegado el momento sublime de la estocada, el matador, sumo sacerdote del sacrificio, abandona a su víctima para ir a cambiar el estoque de mentira por la verdadera herramienta de sacrificio. Esta abrupta interrupción desvirtúa todo aquello que ha sido la preparación del toro para el momento de la estocada final. ¿De qué vale que se haya cuidado cada capotazo, puyazo o banderilla y se haya realizado una faena de muleta orientada a llevar al toro a ese estado, si su matador lo ha de abandonar en el instante crucial? Lo común es que cuando regresa la situación ya no es la misma y de nada valdrán sus esfuerzos para ponerlo nuevamente en suerte. El momento en el que debería haber entrado a matar ya pasó y no se repetirá. Como no se repite la oportunidad de gol para un futbolista o el golpe del KO para un boxeador. El uso del estoque simulado es vulgar, contradictorio e inaceptable. No entiendo por qué otros muchos aficionados no comparten conmigo la repulsa que tal implemento produce. ¿Es utópico pretender restaurar el buen quehacer en los ruedos eliminando de ellos todo aquello lo distorsiona y falsea? ¿Estoy arando en el mar escribiendo sobre cosas que para muchos es historia? Puede ser, pero me siento obligado con los jóvenes de hoy, que crecieron con el estoque simulado, y sepan que existe otra forma de hacer mejor las cosas. Si usted amigo lector ha llegado hasta este punto sin haber abandonado la lectura, no todo está perdido y continúo: ¿Qué dicen los reglamentos? El Reglamento General de Espectáculos Taurinos de Lima de 1979, elaborado a imagen y semejanza del Reglamento Taurino español de 1962, establece en su Artículo 168 que los espadas habrán de usar durante la faena de muleta el estoque de acero y sólo podrán valerse del estoque simulado por impedimento físico comprobado por el facultativo jefe de la plaza y autorizado por la Presidencia, quien hará de conocimiento público el hecho, mediante un cartel exhibido desde el callejón. Cuando ya nos habíamos acostumbrado a ver desfilar, cada tarde, el famoso cartelito que acusaba la debilidad no de uno sino de los tres matadores de la terna, dejó de utilizarse y hoy debe estarse apolillado en algún trastero de la plaza. Justo castigo, por mentiroso e inútil. En los tiempos que corren se da por descontado que todos los matadores son minusválidos y salen al ruedo, muy orondos, con su muleta y espada de juguete sin dar explicaciones y sin que nadie se escandalice por ello. Sin embargo, el estoque simulado es ilegal. El nuevo reglamento español de 1992 no contempla la posibilidad de que durante la lidia se usen otros elementos que los autorizados y, el estoque simulado, no lo está. Por otra parte la Ley 10/1991 de 4 de abril de 1991 que da origen a dicho reglamento establece en su Artículo 15 Son infracciones graves: inciso j) La utilización antirreglamentaria de petos, puyas, banderillas, estoques o rejones, así como de otros útiles y trastos para la lidia y en su Artículo 18 inciso 1 Por las infracciones graves podrán imponerse alternativa o acumulativamente las siguientes sanciones: a) Multa de 25.000 a 10’000,000 de pesetas. B) Suspensión para lidiar hasta un máximo de seis meses. Como se ve, en España y Perú, reglamentos y leyes sobran. Lo que falta es autoridad y coraje para hacerlos cumplir bajo pena de multa al transgresor y censura de quien lo permite. |
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alejandro tellez lopez |
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03/03/2005 |
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buen articulo, sobre el estoque simulado. lo felicito, y le pido escriba, sobre lo falso de la fiesta brava, toreros falsos,toros engañosos, empresarios hipócritas, prensa embustera, y todo lo zanguayo que nos obligan a ver, a escuchar y leer. en la fiesta del toro, y tambien felicitar a la gente buena y recta.saludos y suerte. |
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