En cuanto a política se refiere hemos entrado ya en la etapa del surrealismo más exacerbado porque de otro modo nadie lo entendería. Fijémonos que, para ser basurero, algo tan simple, se exige una oposición y, cuidado que me he ido a la rama más simple del trabajo y, por el contrario, para ser político y de izquierdas, lo único que se requiere es ser retrasado mental. ¿Lo entiende alguien? ¡Por supuesto que no!
Sin duda que, en esa apestosa izquierda que nos gobierna puede ocurrir de todo; la prueba no es otra que el guaperas que preside el gobierno que, sin recibir el voto de nadie ocupa la presidencia de este maltrecho país puesto que, al tal guaperas, no lo ha votado nadie y como quiera que se pasa el día diciendo estupideces; ahora digo blanco, mañana digo negro; hasta el punto de que nadie lo puede entender; hasta sus mismos ministros andan de puto culo con un jefe como el que tienen.
La ministra, dada su inteligencia, ha sido propuesta para el premio Nobel
Lógicamente, siendo él como es, tampoco podíamos pedirle que tuviera eminencias en su gobierno; tiene, claro, personajes acorde con su talento que, como se comprueba es cero patatero. La última prueba que tenemos no es otra que esa descerebrada ministra de lo que llaman Transición Ecológica, como es “natural y lógico” se ha puesto contra la fiesta de los toros y, no contenta con semejante aseveración, la emprende contra la caza.
Tengo claro que, si les hubiéramos votado a estas gentuzas que nos dirigen, podríamos decir que tenemos lo que nos merecemos pero, como dije, por Dios, a esta pandilla no los ha votado nadie, por tanto, tenemos todo el derecho del mundo a quejarnos. Y nuestra queja, obviamente, viene dada contra la ministra Teresa Ribera que, la pobre, con sus acciones, ella misma nos ha dado las razones por la que es ministra. Está clarísimo ¿verdad? Lo dije millones de veces y lo repetiré hasta que me muera; para ser político y llegar a las más altas esferas del poder, caso de un ministerio o la propia presidencia del gobierno, solo se exige ser descerebrado, lo demás cae por su propio peso.
Pensemos que, al respecto de los toros y la caza, ante ello, para decir la más mínima palabra en contra de estas actividades, la una centenaria y la otra milenaria, solo haría falta una pequeña dosis de cultura, más bien yo diría de lógica que es fundamental en todas las acciones del individuo. Pero claro, pedirle lógica a un político de izquierdas es como pedirle peras al olmo. ¿Qué sabrán ellos de lógica? Nada. Y así lo demuestran todos los días de su existencia.
..... Y de su jefe mejor no hablemos; él lo dice todo con sus acciones
Y esa lógica de la que hablo es la que nos hace pensar que, por ejemplo la caza es la que soporta el ecosistema de nuestros campos y bosques. ¿Qué sería del ecosistema si no existiera la caza? La locura la tendríamos servida y, lo que ahora ocurre de vez en cuando en que nos encontramos en cualquier carretera un jabalí deambulando por el asfalto, sin la caza no podríamos ni salir a las calles. Está claro que, la caza no es otra cosa que la autorregulación de todas las especies animales para que éstas no sean dañinas a la sociedad y, ante todo, el recuerdo de que hace tres mil años, nuestros antepasados prehistóricos ya se alimentaban con lo que cazaban. Eso nos dice la lógica, al margen de leyes absurdas que muchas veces implantan los políticos para que el pueblo se mofe de la risa con sus dictámenes.
He aplicado la lógica para definir la situación pero, más allá de todo eso, de la caza viven cientos de miles de personas que, como medio natural de subsistencia, éste no es otro que velar por los animales, regular la época de caza y, ante todo, vivir de la misma. Y al respecto de los toros diría otro tanto de lo mismo, pero corregido y aumentado porque de prohibir la fiesta de los toros, la aberración por la que luchan todos los descerebrados de izquierdas, sería un atentado contra la naturaleza y contra el animal más bello del mundo que, vive gracias a esta fiesta puesto que de lo contrario no tendría sentido y, ¿se imagina alguien el campo español, sus dehesas, sin esas ganaderías de toros bravos que le dan un sentido especial a dichas tierras?
Ante todo, estamos hablando de una fiesta, de un animal cuatricentenario –contando desde que se celebran corridas de toros porque antes ya existía- que, como lo proclaman día y noche, unos desaprensivos quieren robarle a la sociedad en que vivimos toda la belleza de dicho animal y, por consiguiente, su esplendor como toro bravo dentro de una plaza de toros. Sin los toros, es decir, sin el espectáculo que estos producen, cientos de miles de personas se quedarían sin trabajo pero, ¿qué coño les importa eso a la ministra y sus adláteres? Ellos, la izquierda más reaccionaria, lo que les subyuga es prohibir pero, ¿y medir las consecuencias de ello? Para eso hay que ser lógico y, ante todo, coherente con sus acciones.
Desdichadamente, amigos, estas son las gentes que dirigen un país. Confiemos que algún día llegue alguien al poder, que tenga dos dedos de frente y dicte una ley para que el que quiera ser político, que oposite y, de lo contrario, en los albañiles sigue faltando gente, de forma concreta esa ministra apestosa.