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EL PÚBLICO: ¿AFICIÓN O COMPLEJO? |
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Luego de que terminó exitosamente la feria de Latacunga y, de realizar un análisis sobre varios de los enfoques en cada una de las corridas, se puede llegar a la conclusión, que las tres corridas tienen, obligatoriamente, que dividirse, además, en dos: la primera parte, con las dos corridas de los toreros españoles y, la segunda parte, con la corrida de los toreros nacionales, ya que, mientras la asistencia de público fue de lleno completo en las dos primeras corridas, en la última, apenas se podría decir que una tercera parte. ¿Por qué ocurre esto?, creo que es la pregunta del día pero, a mi criterio, y no creo que me equivoco, que se trata de dos aspectos fundamentales en el mundo del espectáculo: o se trata simplemente de aceptar, si el público tiene una gran afición por los toreros extranjeros que, se supone que brindarán mejor espectáculo que los compatriotas y/o, la pobre actuación de los nacionales, por falta de actividad. (?)Maravilloso arte taurino. Gráfica de Internet Si esa es la razón, se equivocaron del medio a la mitad, ya que, el verdadero triunfador de la feria, por el número de trofeos conseguido, fue el novillero ecuatoriano José Andrés Marcillo, que cortó, lidiando tan solo un toro, dos orejas y un rabo; es decir, más que los trofeos de las figuras. Mientras que, en igual forma, se podrá establecer, que los aficionados que asistieron a la feria de Latacunga, no tienen la suficiente afición a la fiesta brava, sino que están demostrando, que sufren de un tremendo complejo de inferioridad, al creer que todo lo foráneo es mejor que lo nacional. En ese caso, no sería sino demostrar con claridad absoluta, que la afición taurina es mínima en el país. ¿Podrá ser eso verdad? Yo creo que sí pues, muchos de los llamados aficionados taurinos ecuatorianos, cuando asisten a las plazas de toros, más que disfrutar como lo hacemos los verdaderos aficionados taurinos de “hueso Colorado”, se preocupan de aparecer en las fotografías de diarios y revistas o, en las imágenes de las diferentes televisoras. Por ello, se visten a la usanza española con la gorra taurina del campo, el sobrero de ala ancha, fuman cigarros o, no dejan de tomar vino de una bota española. (?)
Que eso ocurra en mi querido país, no me llama en nada la atención, ya que, lo mismo ocurre con el fútbol y otros deportes que tienen trascendencia internacional; y, para no irnos muy lejos, incluso prefieren leer libros de autores extranjeros, en lugar de leer obras excelentes de literatura, que si existen en el país, de autores ecuatorianos. Eso se llama complejo de inferioridad y, aunque a muchos les caiga mal, es una gran verdad. Por esa misma razón, ese complejo se adentra poco a poco en el campo tecnológico. Sin embargo, no se dan cuenta que no hay diferencias en la capacidad profesional de los seres humanos. La única y real diferencia, es la falta de dinero y oportunidades, que los países desarrollados, si lo tienen.José Luis Cobo, antes del paseillo. Foto Alberto Suárez Por lo tanto, creo que lo que tenemos que destacar de la feria taurina que acaba de terminar en Latacunga, es la extraordinaria labor de José Luis Cobo Terán, torero, ganadero y empresario que, como pocas personas, nunca han dejado de “pelear” en cualquier campo, siempre en beneficio de la fiesta brava en el país. Existen muchas otras personas que también pelean por que no desparezca la fiesta brava, como el caso de otro torero y aún en activo como Guillermo Albán y su placita portátil pero, no se quedan atrás subalternos, ganaderos de reses bravas y, sobre todo, miles de aficionados que, sea que lo hagan por pasión a la fiesta del toro bravo con todas sus maravillas o, simplemente, por conservar su presencia en el mundo taurino para llenar su ego. Sin embargo, pese a que también existen autoridades que tienen la gran oportunidad de pasar a la historia entre los ciudadanos de bien de este encantador Ecuador, por lo menos hasta ahora, no se les ha visto hacer nada.
Cualquiera que sea el resultado de estas ferias taurinas (Ambato, Riobamba, Latacunga, Valencia, Machachi, etc.) que aunque pocas continúan dándose en el país a lo largo del año y, de la gran marcha de este 3 de diciembre que no la olvidaremos por lo que en realidad fue: una fiesta entre gente no violenta y, que estuvo formada por cerca de ocho mil personas entre niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. Contando además, con la presencia de toreros españoles que terminan el año en la plaza Belmonte. Pero, nada de eso se puede mantener en el futuro, sino se hacen las cosas bien y, sobre todo, se educa a la nueva juventud, lo que significa la tauromaquia, para que en el futuro, el apoyo de los aficionados sea por afición y no por elevar su ego, como resultado de un malsano complejo de inferioridad. Ya que, solo de esa forma, se estará respaldando al torero ecuatoriano y a la fiesta brava que tanto amamos. Que Dios reparta suerte.
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