Enrique Ponce la armó en Guadalajara… fuera del ruedo.
Cada vez son más polémicas las actuaciones del matador valenciano. Frecuentemente lidiando reses de dehesas que se caracterizan por su falta de bravura. La afición está despertando y tolera menos las imposiciones y caprichos de Ponce quien desde hace varios años viene a pisotear la tauromaquia mexicana con el consentimiento de las empresas que lo contratan y las autoridades de plaza.
Alternativado hace 28 años y con 47 de edad, el coleta hispano ahora se lamenta de la cizaña.
Así lo menciona en la entrevista que le hacen los reporteros al término de la corrida en la Perla Tapatía el pasado domingo.
“Hay una parte de la prensa que se ha dedicado a meter cizaña injusta y falsa. Yo no tengo nada que ver con el cambio de ganadería, (de Jaral de Peñas a Bernaldo de Quirós) el juez ha echado los toros para atrás porque no pesaban, que (yo) ni los había visto. Me da rabia que la gente lo crea. Llevo 30 años en esto, No tengo culpa que echen pa’trás una corrida. Había que traer otros toros. Han traído otros: una corrida mexicana bien presentada, ¿qué hay en contra de los toros mexicanos?, no entiendo”.
Continuó: “Sólo puedo decir que he toreado muy a gusto al primer toro, que ha habido momentos muy bonitos, que la buena afición de Guadalajara, una de las mejores del mundo, no me cabe duda, así lo ha apreciado. La cosa estaba muy enrarecida por lo de la ganadería y vuelvo a reiterar que yo no tengo la culpa para nada”.
Remató diciendo que llegó a entregarse sin importar la gastroenteritis que padece. Para morirse, la definió. Que un día antes había estado en el hospital.
Testimonio del 5 de febrero de 2003
Mientras Ponce cruzaba el ruedo abandonando la plaza, hubo gritos de ¡ratero, ratero!, ¡vete a La México!, ¡no vuelvas!
Echemos una mirada a La parábola de la cizaña. “El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" Él les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto”.
Enrique Ponce Martínez no es la víctima, él es ese enemigo que menciona la parábola, el diestro español ha sembrado la cizaña descomponiendo el toreo mexicano, que si bien es cierto no era de primera calidad nunca estuvo tan cerca de descomponerse tanto.
Recordemos aquel 5 de febrero de 2003 en la plaza México que se anunciaron 4 toreros y 8 reses; 4 de Reyes Huerta y 4 de Teófilo Gómez, esos 8 fueron los únicos que se entorilaron, todos negros de pinta. Además hubo 5 reservas.
En el pizarrón se anuncia el segundo de la tarde: “Bienvenido”, No. 472 con 515 kilos, de Reyes Huerta para Enrique Ponce. Sale al ruedo un reserva: “Buen Amigo” un novillote castaño de Julio Delgado, marcado con el No. 525, que pesó 489 kilos. Nadie dijo nada, todos tragaron, tanto que el español le cortó las dos orejas. La mala acción fue acordada entre Ponce y la empresa. Justificaron diciendo que los torileros se habían equivocado. ¡Falso! Aquel “Buen Amigo” nunca fue entorilado.
Hace un par de semanas el diestro valenciano fue anunciado en Querétaro con toros de La Punta, sin decir agua va, mató dos de Teófilo Gómez.
Con tales antecedentes es imposible creer que nada tuvo que ver con el cambio Bernaldos por Jarales. Cuando se habla de esa mala yerba, de conflictos, la mayoría de los taurinos consideran que la cizaña la trae Enrique Ponce.
