Lanzas, rejones y espadas, en ese orden, son los tres instrumentos que se han utilizado para matar toros.
En el libro La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo (1980) José Alameda lo resume así: “Las lanzas las utilizan españoles y moros cuando ambos estaban en guerra como un entrenamiento guerrero, se utilizaba el toro sin ánimo de espectáculo.
“Después de la invasión árabe, se utiliza el toro para una fiesta o espectáculo restringido, es decir, el toreo ecuestre de la nobleza, se sustituye la lanza por el rejón.
Debilitado el toreo a la jineta por la decadencia de la caballería, los señores dejan el toro a sus servidores, de esa forma nace el torero a pie y con ella la espada para la suerte suprema”.
A finales del siglo XVIII, se empiezan a poner las banderillas por pares, inicialmente se clavaban de una en una.
Ya esperan a las figuras
Felipe B. Pedraza en el libro Iniciación a la fiesta de los toros (1998) menciona: "En el siglo XVIII los caballeros en plaza recibían al toro desde caballos de su propiedad debidamente domados para garantizar la brillantez de las suertes y detenían a la res con la vara o rejoneaban, tratando siempre de buscar la vistosidad y de salvar al caballo. Pero pronto quedaron relegados por el toreo de capa y por la suerte de matar o estoque. Su papel descendió al de meros auxiliares: su misión entonces sería ahormar al roro, atemperar su fuerza.
“La brillantez dejó paso a la eficacia. Las ágiles pirueta de la monta a la jineta para burlar al toro se sustituyeron por la técnica de esperar al toro se sustituyeron por la técnica de citar y esperar la acometida a pie firme con el consiguiente riesgo para el caballo. A finales del siglo XVIII el caballero se había convertido en subalterno del matador y la muerte del caballo era un sacrificio necesario para la brillantez de la lidia a pie”.
En 1928 se da la última innovación a la fiesta contemporánea con el peto, que se implementa para proteger a los caballos. El peto ha sufrido modificaciones en cuanto a materiales y tamaño. La forma en que actualmente se realiza la suerte de varas puso al toro como la víctima.
El cambio nuevo en la tauromaquia, el de vanguardia, es el toro carretilla.
Se trata de una nueva especie a la que la han quitado la bravura, son bovinos que embisten como si fueran de cuerda, como si se supieran el guion.
No emociona el toreo de salón
Sucede que en aras de quedar bien con algunos toreros, los ganaderos están “fabricando” el nuevo toro echándole agua al vino, quitándole bravura. Ya existen ganaderías cuyos animalitos son comparables a las carretillas esas con las que se practica el toreo de salón.
El problema es que las carretillas no emocionan, puede causar admiración, pero de eso a emocionar...
La falta de emoción provoca que la gente se salga de la plaza.
Los toreros lo captan perfectamente pero no les importa. Primero está su comodidad, si a la fiesta brava se la lleva la trampa se hacen de la vista gorda. Los empresarios no les exigen, todos están en contubernio.
Ya son varios años de esa fiesta sin bravura, más de una vez ha alcanzado tintes de parodia.
Por lo que se refiere a la plaza México año con año disminuye la gente en los tendidos, la empresa no cambia la fórmula, mismas figuras extranjeras con los mismos toros bobalicones. Este año ni siquiera hicieron una rueda de prensa para dar a conocer el elenco, se concretaron con informar por medio de correos electrónicos.
De nada sirven las crónicas pagadas en las que se vocifera de toreo artista con toros y toreros artistas, ya nadie las cree.
Para la inminente inauguración de la temporada grande ya se anuncia una figura española con carretillas de una prestigiada ganadería.
No es la demente diputada verde la que va a acabar con la fiesta, son los mismos taurinos, la tauromaquia cambió de las lanzas a las carretillas.
Imágenes de internet.