Alejandro Talavante, el diestro extremeño, atraviesa su mejor momento… o el peor, según se mire.

Ser declarado triunfador de San Isidro 2018 no es cualquier cosa, se supone. Ello debe corresponderse con un buen momento de contratación de quien lo alcanza. El extremeño lo consiguió y hemos de aceptar ese significado de buen momento.

Talavante triunfador. Es el momento que Talavante debe aprovechar

Pero… existen peros. A la tan traída y llevada frasecita de que ‘el toro pone a cada uno en su sitio’, acuñada por quienes de esto hacen un solo análisis, triunfalista o fatalista, según el caso, decíamos que a la citada frasecita se le ve el plumero.

Veamos: Talavante está considerado como figura, Talavante es el triunfador de San Isidro, luego entonces cómo es posible que le esté costando entrar en determinadas ferias. La explicación es la que deja desnuda la estúpida frase. Tras de aquello, el triunfo isidril, dejó al todopoderoso Matilla y eso es inversamente proporcional a las oportunidades que has de tener para verte anunciado. Los que apodera el todopoderoso no tienen ese problema. Luego deberemos cambiar el falso axioma por aquél otro refrán que dice ‘el que tiene padrino se bautiza’. A eso le añadimos nosotros: haya triunfado o no en San Isidro.

Lo hemos dicho, y denunciado, muchas veces. Salir en hombros en Madrid solo les vale mucho a quienes están arropados por ‘todopoderosos’, a los demás de muy poco. ¿Verdad, Morenito, Juan del Álamo, Curro Díaz, más reciente López Simón? Entonces, ¿cómo es posible que nos vendan constantemente eso de cada uno está donde le corresponde?

Pero tiene Alejandro una oportunidad de oro, que no es otra que aceptar participar en la Feria de Otoño de Madrid. Esa donde el bombo decidirá a qué ganadería y con qué compañeros habrá de lidiar la tarde. Este, y no otro, es el momento de Talavante. El momento de dar un puñetazo en la mesa demostrando quién es él y qué y quién es una figura del toreo de verdad.

Seguro que los que le disputan los carteles ahora no le secundan. Permanecerán bajo el ala de quienes -todopoderosos- les protegen y les proporcionan carteles de bajo riesgo y alta rentabilidad orejera. Madrid es otra cosa, otra exigencia, y encima que te pueda tocar la de ‘Adolfo’ y con compañeros especializados en heroicidades. Eso no va con la fiesta que defienden las supuestas figuras, acomodadas hasta decir basta.