El inicio de la temporada española levanta muchas y diversas expectativas, en las américas.
Por un lado las perspectivas del desarrollo de las carreras de los toreros españoles de nuestra predilección, por otro, la ilusión de que RTVE presente más corridas en vivo, permitiéndonos así, a los taurinos de este lado del mundo; mantenernos más en contacto con esta fiesta que amamos y por último, la esperanza de ver, cada días más toreros de estas tierras, conformando carteles en plazas importantes.
Y es que, poca o ninguna retribución hay hacia los toreros americanos en España. Cuando arranca la temporada americana los carteles, en su gran mayoría, son formados por toreros de la Madre Patria, con incursión, que no podría ser de otra manera; de algún nombre de la tierra. En cambio, cuando arranca la temporada española, más allá de Rincón, el Zotoluco y algún otro americano, a los demás no se les abren las puertas.
Es comprensible, con más de doscientos toreros de la tierra, tratando de abrirse paso en las ferias de la temporada grande; poco espacio quedará para dar oportunidades a muchos de ellos y, con mayor razón, a los que vienen con su bagaje de sueños, desde el otro lado del charco.
Sería maravilloso que algún empresario se planteara una mini feria que, podría llamarse “de la oportunidad”, armando carteles con toreros que han dejado en el camino, su patria, su hogar, su vida misma; para aposentarse en España a la espera de una sustitución o quizá, de un empresario que, soñador como ellos, les permita soñar en un albero español.
Un espectáculo bien montado, donde, a más de los carteles con toreros que han triunfado en sus patrias chicas y que sueñan con llegar en España, se presenten, festivales de música folclórica, degustaciones de comidas típicas y, por que no; exhibiciones de artes y artesanías, podría ser muy bien recibido por el público.
Con tanto inmigrante americano viviendo ahora en España, pues, se contaría al menos con la presencia de los coterráneos.
Sería una forma de acercar al español a las realidades y costumbres de aquellos que, por circunstancias de la vida, son ahora sus vecinos. Sería una manera de devolver a tanto inmigrante un hálito de su tierra y de paso, se lograría que los toreros de las américas, donde tan bien se recibe a los españoles, tengan su resquicio para “dejarse ver” por los empresarios de España.
Ahí queda la idea, ¡a ver si algún valiente la pone en práctica!