Cuando un presidente del Gobierno de España alcanza el rango como tal sin que le haya votado nadie, de dicho sujeto se puede esperar todo y, como vemos, nos ha ocurrido lo peor al respecto de la cultura puesto que, Pedro Sánchez, para tutelar el Ministerio de Cultura ha elegido a un botarate que, ante todo, impide que se pronuncie su nombre en castellano y a partir de dicha premisa todo puede suceder.

Eso sí, todos los ministros y ministras, como ellos recalcan, prometieron en vez de jurar porque un juramento es algo serio y, prometer, ya lo dice el dicho, prometer hasta el meter, una vez metido se acabó lo prometido. Habían extraviado el Crucifijo y la Biblia, entonces no tenía sentido jurar nada. Recuerde, ministro, que ser de Valencia no es ningún pecado porque le aseguro que, los valencianos, como tales, sabemos hablar en español, por mal que les pese a todos los políticos de izquierda.

Su majestad El Rey ayer en Las Ventas, recibiendo el brindis

Ayer era el día en que, el tal Huerta, como ministro de Cultura, debería de haber ocupado una barrera en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid y, junto a su Majestad El Rey y la señora Victoria Prego y el gran Roberto Domínguez, es allí donde hubiera dado la talla, pero no, la cultura que emana la bellísima fiesta de los toros no es apta para este personaje que nos ha salido de las tinieblas para ensombrecer justamente la fiesta que aludimos. Por cierto, ¿le habéis mirado la cara al ministro? ¿De verdad cree alguien que tiene cara de ministro? Ojo al dato.

Atentos a la jugada que no tiene desperdicio. Tenemos un ministro de Cultura y Deportes que odia el deporte, los toros y todo lo que tenga que ver con la cultura de España. Sorolla, como paisano del citado ministro, de haber vivido en estos días le hubiera dado un síncope falleciendo en el acto.

El insigne Rafael Nadal, número uno del tenis mundial

No tenemos fortuna en los toros y eso mismo dicen los deportistas porque lo de ayer respecto al tenis resultó lo más sangrante del mundo porque omitir la final de Roland Garros en Paris teniendo a Rafael Nadal nuestro referente máximo que, para colmo, se alzó como triunfador por onceava vez y que las cámaras de TVE no se dieran por aludidas, eso hace que sospechemos del ministro y, lo que es peor, del que lo ha nombrado, sencillamente, olvidaron a Rafael Nadal, el mejor deportista que ha dado España en los últimos cien años, porque el deportista balear dijo que había que celebrar elecciones antes que tener un gobierno a la trágala. A la trágala lo digo yo, pero es lo que piensa el gran campeón.

Pobre fiesta de los toros, desdichado deporte el nuestro porque, todos, de alguna manera, hemos caído en las manos de un botarate de Valencia; que podía haber sido de cualquier lugar, pero ha nacido en la ciudad del Turia. Por cierto, ¿sabrá el ministro que rio pasa por Valencia?

Decía yo que con el nombramiento de este Gobierno y de forma concreta de este sujeto que dice ser periodista pero que no le gustan los toros ni el deporte, ahora sí que somos pobres de verdad; más pobres que las ratas de alcantarilla. Confiemos que pase pronto este tiempo maldito que les queda a los rojos como mandatarios de España y, como dijera Rafael Nadal, que haya elecciones de nuevo y que con la gracia divina encontremos un gobierno que nos gobierne a todos; no importa que sea de derechas o izquierdas, pero que nos sintamos representados todos los que habitamos este país que algunos tienen miedo de pronunciarlo, pero se llama España.

Eso sí, que pase rápido este período transitorio y que el ministro pueda volver a esas televisiones basura donde colaboraba que, sin duda, es el lugar que le corresponde. Como vemos, lo que en la vida normal sería imposible, en política suele ser lo más normal del mundo, hasta que un pobre diablo que no sabe ni de toros, ni de deportes ni de nada, de la noche a la mañana, sencillamente porque Dios es un gracioso, se convirtió en ministro; eso sí, ministro de unos cuantos porque la gran mayoría de los españoles detestamos a este tipo que no representa a nadie.

Al respecto de los toros, esa fiesta a la que dice odiar, deberíamos de recordarle que en el “mundial del toreo” que se ha celebrado en Madrid durante treinta y cuatro días seguidos, más de setecientas mil personas han asistido a dicha feria, así como cientos de millones de espectadores gracias al a TV, el orgullo de España y, sin duda, del mundo taurino. Lo de Madrid y los toros si es todo un orgullo, no el apestoso orgullo gay que se apoyan la mayoría de los políticos que, igual tienen sus razones fundamentadas  y no lo sabemos. Pobres de nosotros, los que todavía nos gustan las mujeres; somos una especie a extinguir.