Mi peor desdicha no ha sido otra que acertar en el pronóstico que hice antes de que empezara la feria diciendo que, los toros de Alcurrucén que lidiarían los desgraciados, no embestiría ni uno mientras que, los de las figuras, serían burros con cuernos para poder hacer el toreo moderno y, por el amor de Dios, acerté por completo. ¿Se puede ser más desdichado? Seguro que no.
Ayer, como digo, eran los de Alcurrucén, los que los hermanos Lozano tenían preparados para las llamadas figuras que, en realidad fueron un sopor inaguantable. Era la corrida de la Beneficencia porque, ¿habrá beneficio más grande para unos toreros que la corrida de ayer? Y El Rey, ¿Dónde estaba el Rey, el actual? Igual el pobre, sabedor de que los toros no tienen buena prensa entre los rojos de España, decidió quedarse en la Zarzuela y envió al inválido de su padre.

He aquí al artista de ayer en Madrid, se llama Ginés Marín
Ese Antonio Ferrera ayer enfadó a todo el mundo y, con razón. Atrás ha quedado ese torero válido, cabal, héroe, luchador y mil acepciones más que todo el mundo le ha cantado, para encontrarnos con un tipo que dejó las banderillas y que ahora va por la vida de artista. En su primer enemigo pudo haberle cortado una oreja porque, entre otras cosas, el toro tenía ese punto de casta que, de haber estado Ferrera en el torero que siempre fue, lo hubiera hecho con todo orgullo. Es cierto que en su segundo tuvo pocas opciones pero, repito, ¿dónde está Antonio Ferrera? Eso sí, en su primero cayó frente a la cara del toro y el animalito lo miró y le dijo: “Anda, Ferrera, levántate que yo no he sido”
Lo de Perera no tiene nombre. Lidió dos animalitos que, más que toros, eran dos burros con cuernos; vamos, como para hacer el toreo que sueñan todos los diestros del escalafón. Seguro estoy que, si Sebastián Ritter estaba viendo la corrida, convencido estoy que le entraron ganas de cortarse las venas. Eso sí, Perera los molió a mantazos, todo menos hacer el toreo. Un hombre como Miguel Ángel, rico podrido de dinero y casado con la hija del hombre más rico de Salamanca, no entiendo qué espera para marcharse.
Lo de Ginés Marín es curioso. A este chico le hicieron creer que era Paco Camino en su versión más pura y, sin duda, le equivocaron y, lo que es peor, que él se lo creyó. Molestó a los ojos del aficionado esa prosopopeya que ponía en escena, esos aires de figura barata, todo ello frente a dos animalitos que, más que toros eran dos hermanitas de la caridad repartiendo bendiciones.
En su primero le regalaron una oreja porque aquello no tuvo empaque de oreja y, él lo sabe; pero no es que lo sepa él, se lo mostrará en taurinismo. Y en su segundo, más de los mismo; ponerse bonito era su tarea fundamental. Vamos que, a este artista le sale por los chiqueros uno de Saltillo y se acaba Ginés Marín en el acto. Según me han contado, tras ver la corrida, Octavio Chacón subió al último piso de su casa para tirarse al vacío. Creo que un amigo suyo se lo impidió, pero Chacón tenía muchas razones para ello.
Eso sí, ayer se repartieron los beneficios los actuantes y todos tan contentos. ¿Y todavía nos quedan ganas de denominar a este festejo la corrida de Beneficencia?
Ojo con las ganaderías y de forma concreta con la de Alcurrucén que, si se lidian toros de esta divisa y lo haces tres desprotegidos por el taurinismo, los toros pueden ser criminales, como lo fueron el día de Curro Díaz y sus compañeros los mataron; atentos que, como los lidien las figuras peligro ninguno, más bien, como digo, burros con cuernos. Y las figuras, ni con estos animalitos fueron capaces de emocionar a nadie.