Los aficionados a los toros  ya podemos considerarnos pobres de verdad porque, tras lo que nos ha caído encima a nivel de gobierno, que Dios nos pille confesados. Huyamos despavoridos de un tipo que promete su cargo sin la Biblia y sin el Crucifijo, un detalle que lo dice todo de un tal Pedro Sánchez que, cuyo mérito mayor no ha sido otro que ser el Presidente del Gobierno sin que nadie le haya votado; mérito, repito, lo tiene todo. Nadie sabe cómo será en calidad de presidente del Gobierno pero, como malabarista ha demostrado ser el mejor, algo es algo.

Y digo que somos pobres de verdad porque la izquierda en su faceta más radical jamás apoyó a la fiesta de los toros, al margen de que, dentro de esa izquierda demoledora que todo lo destruye, ha habido hombres sensatos que, actuando de forma normal y sin violencia alguna, han amado la fiesta que nos compite.

Así nos veremos, como el toro, aplastados por la izquierda

Es decir, allí donde manda la izquierda, en la rama que fuere de más horrible izquierdismo, se han cargado la fiesta de los toros. Ahora no tenemos a José Luís Corcuera, ni a José Luís Lasaletta Cano, ni al profesor Tierno Galván. Ahora tenemos a revanchistas y oportunistas que, en su analfabetismo, la fiesta taurina la han tildado como fiesta franquista; hay que ser burros hasta decir basta, pero así son los que a partir de ahora dicen que nos van a gobernar. Eso sí, tenían que haber dicho la verdad; gobernarán para los suyos, para sus acólitos, para los homosexuales y lesbianas, pero dudo que partan un pequeña lanza a favor de los toros; es más, el tiempo me dará la razón si es que todavía me falta. No hace falta otra cosa que mirar al ministro de cultura; con verle, repito, está dicho todo.

Con la fácil que sería vivir y dejar vivir; claro, estoy pidiendo un razonamiento válido para personas normales pero, tratándose de la izquierda, aquello de la normalidad es pura utopía. El futuro es horrible, tremendo, negro, incierto; no tanto, porque lo que sí tenemos la certeza es que acabarán con la fiesta. Ya lo han hecho en muchos lugares de España, lo cual, a partir de ahora, lo que suceda no debe de asustarnos. ¿Se imagina alguien si Sánchez, como premio a su apoyo, le diera la cartera del Ministerio del Interior a Pablo Iglesias?  Que por cierto, no le ha dado cartera alguna y el radical izquierdoso está que trina. O a cualquiera de esos tipejos. ¡Madre mía del amor hermoso, no quiero ni pensarlo!

Los aficionados a los toros tenemos una única solución para que este gobierno nos escuche; nos hacemos todos maricones como primera premisa y, a partir de ahí, en segundo lugar, dicho en tono bajito, decimos que nos gustan los toros; es decir, que tenemos el mismo gusto que las vacas y, posiblemente, mediante esa pequeña trampa, igual nos escuchan. Vaya porvenir el nuestro y, si fuera el nuestro solamente sería un nimiedad, lo peor de todo es que lo vamos a pasar todos muy mal. Lo de Venezuela quedará como un cuento de hadas con lo que se nos avecina.

Media España estará pidiendo limosna dentro de cinco minutos

Por cierto, el otro día, cuando Sánchez era investido Presidente del Gobierno porque Dios es un gracioso, el Rey debería de haberle dicho lo que Sánchez ha dicho muchas veces del rey: “Oye, Pedro, ya somos dos los que ejercemos el poder sin que nadie nos haya votado” Imagino que el ingenio del Rey no llegaría a tanto pero, ese debería de haber sido el comentario del monarca cuando les estrechó la mano a ese presidente fantasma que, de la noche a la mañana y sin urnas de por medio, por la noche se acostó en La Moncloa. ¡Échale hilo a la cometa!

Esos “honestos” militantes de Podemos que acuden a protestar contra las corridas de toros, la semana pasada, en la feria de Granada, treinta y dos energúmenos fueron desalojados por la policía de los aledaños de la plaza porque allí nadie les había invitado. ¿Qué hicieron? Se subieron a la azotea de un bloque de viviendas junto a la plaza y empezaron a lanzar piedras, hasta el punto de que, una de las personas heridas era la esposa de David Fandila El Fandi; como hubiera podido ser la mujer del último barrendero de Granada. ¿Qué pasa que dicha azotea estaba llena de piedras y, a su vez, quién les dejó entrar en el edificio?

Todos esos mal nacidos que no respetan la libertad de los demás, deberían de enchiquerarles y dejarles como sobreros para la feria del año próximo o, en su defecto, meterlos en la cárcel hasta que se pudran o, si es posible, hasta que aprendan a respetar a los seres humanos. No pido nada, respeto, cuando estas gentuzas no conocen dicha palabra.

Siempre decimos los aficionados que, pese a todo nos queda Madrid, una plaza que todavía no ha sido mancillada por la izquierda pero, debemos de estar ojo avizor al respecto puesto que, en las próximas elecciones a la Comunidad de Madrid, entre otros, se presenta un tal Errejón que, a no dudar se cargará la plaza y la fiesta.

Como digo, menudo futuro el nuestro; una fiesta que lleva celebrándose en España durante varios cientos de años y, de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, muy pronto estaremos hablando de la misma en pasado; es decir, les contaremos a nuestros nietos que, durante cuatrocientos años hubo una fiesta llamada de los toros pero que, unos graciosos se la cargaron por puro capricho; eso sí, dirán que era por defender a los animales cuando, como se sabe, las personas de carne y hueso les importan una puta mierda. O estás conmigo o contra mí, piensan ellos. Pues mire usted, estoy en contra porque prefiero morir de pie que vivir arrodillado ante unos miserables que no entienden de toros y, lo que es peor, de seres humanos.