Lo anterior, deriva del hecho de que no tiene más compromiso que con su verdad y con el público que le ha depositado su confianza. Es un periodista que no sólo ejerce en el espacio taurino, sino también, en el ámbito político.

Hace unas cuatro semanas, durante su tradicional programa Galería Taurina… Genaro Amador fue investido sorpresivamente como nuevo juez del Nuevo Progreso, por el presidente municipal de Guadalajara, Emilio González.

Genaro quien siempre ha sido muy vertical… su línea es dura pero seria, no debió haber aceptado un nombramiento hecho “en la rodilla”, porque no era ni el momento ni el lugar en el que debió haberse acordado este acto legal... hacer respetar el marco legal en la primera plaza taurina de México.

Pero… ya habiendo aceptado, tuvo un primer festejo, el pasado 6 de febrero, en el que mantuvo el orden, al margen de que algunos hayan tratado de devaluarlo.

Lo que no acabamos de entender, es lo que ocurrió el pasado 20 de febrero, segunda fecha en la que Genaro apareció en el palco de la autoridad. Cuando por la puerta de toriles del Nuevo Progreso de Guadalajara, salieron unos bureles tan cómodos, que ni con el anterior juez se han autorizado, quedamos absortos.

El encierro de Fernando de la Mora, careció de la mínima presencia para la primera plaza de México, que es lo que sin lugar a dudas, se ha convertido el Nuevo Progreso de Guadalajara. Los bovinos del señor de La Mora, estuvieron carentes del trapío que da la grandeza a la fiesta.

¿Qué pasó señor Genaro Amador?... ¿A dónde quedó la defensa de la integridad de la fiesta?... ¿En donde están los principios que exigen el auténtico toro íntegro?

Lo anterior lo comentamos, porque no estamos hablando de una placita de una pequeña población. Nos estamos refiriendo a la plaza que se ha convertido en el emblema del respeto y la seriedad de la fiesta taurina mexicana.

No creemos, señor Amador, que le vaya a beneficiar mucho el estar en el biombo de la autoridad. Porque como periodista, al margen de que a unos cuantos no les gusten sus apreciaciones, existe mucha gente que cree y mucho en usted, y podrían quedar defraudadas al ver convertirse su fiesta en una vulgar pachanga como ocurre en el coso mayor del mundo.

Si el reto se había aceptado, era para ir del nivel que se tiene en Guadalajara hacia arriba, no retroceder. Y esto sólo le dará el desprestigio, por lo que sería más saludable renunciar, antes que claudicar en el engaño.

Todo el México taurino quiere una fiesta digna, y si Guadalajara representa el respeto, la seriedad y la honradez que salvaguarda la integridad de la Fiesta Nacional, no hay porque pisotearla y perderla en aras de una mal entendida representación.