La tarde ayer demostró una vez más la mentira del toreo en que unos pocos gozan de todos los privilegios habidos y por haber y, el resto, que se pudran en las cloacas. Lo digo porque a lo largo de la feria hemos visto toros auténticamente asesinos y, los de Victoriano del Rio, más que toros, eran hermanitas de la caridad repartiendo bendiciones que, sus lidiadores no quisieron recibir. Justos de presencia, dóciles, quedaditos, sin ninguna mala idea; vamos, lo que sueñan las figuras que, para colmo, como sucedió ayer, ni esos toros les sirvieron salvo a Roca Rey que le sirve una farola para pegarle pases.
Roca Rey, al precio que fuere
Qué pena, por ejemplo, que no estuviera en el cartel Juan Mora encabezando el mismo que, al primero de Perera, con aquellas veinte arrancabas hermosas, dulces, maravillosas que tuvo, Perera lo molió a derechazos y, como digo, Juan Mora hubiera salido por la puerta grande; y en su segundo pasó lo mismo. Derechazos por doquier doblándose como una alcayata y, no fue capaz de convencer a nadie; es cierto que sus animalitos se rajaron porque yo creo que los toros también tienen su corazoncito y dicen, este no me muele más a derechazos, me rajo. Fijémonos que, estoy comparando una figura del toreo con un artista genial, caso de Juan Mora y, la diferencia es notable.
Alejandro Talavante está por encima del bien y del mal; es decir, se instaló en el olimpo de las figuras y si el toro es de auténtico carril, lo que se dice torear sabe; pero aquello de ayer no iba con él. No pasa nada, seguirá en todas las ferias. Claro que, si el listón que se aplica a los humildes por aquello de que si no triunfas no toreas, tras lo de ayer Talavante y Perera no deberían de torear en ningún lado. Suerte que tengas que el saber poco te vale.
Nadie le negará a Roca Rey sus méritos que, como principal, éste no es otro que conecta con los públicos, la razón por la que se hará rico en el toreo. No tiene duende, pero sí cojones y disposición. Para su suerte, instalado en el lugar que ocupa, toreará mil corridas este año y no sufrirá herida alguna. Lo de ayer resultó ser la realidad de lo que digo. En su segundo enemigo en que resbaló y cayó, el toro le tenía a merced y la imagen es increíble; el toro se queda mirándolo y en vez de asestarle una puñalada como hizo el hijo de puta de Alcurrucén a Curro Díaz –y menos mal que no acertó- el toro reculó hacía atrás y, sin mala intención alguna permitió que el diestro se levantara para seguir dándole fiesta. Esta es la “grandeza” de estos toros que son pura santidad para sus lidiadores.
Tras haber mostrado su tremenda voluntad en el primero, en su segundo enemigo Roca Rey cortó una oreja a base de tesón ante un enemigo que le ofrecía hasta el rabo pero, seguro que la oreja que cortó le supo a gloria. No conté los pases de Roca Rey pero debieron ser para dar y aburrir. No es un torero de perfume alguno, pero si es capaz de estremecer a los públicos siempre y cuando le salga un toro encastado; con los de ayer nadie se estremeció, le dieron una oreja porque es él, pero los méritos no pasaron a mayores.
Y mientras transcurría la farsa, seguramente, Juan Mora estaría sentado en los graderíos de dicha plaza porque su arte inmaculado no tiene cabida para la empresa que regenta Las Ventas.
Foto: Muriel Feiner