Tras presenciar la corrida de ayer uno entiende muchas cosas. Era rarísimo que, las figuras, como de costumbre, no se apuntaran al festín de Juan Pedro y, lo dicho, tras ver el comportamiento de los animalitos lo tengo clarísimo, de ahí la extrañeza del cartel que se montó para la lidia de los toritos citados. No tenían maldad, eso es cierto, pero tampoco ganas de colaborar para el triunfo de los diestros, salvo el tercero, un jabonero hermoso que, menos mal, dejó en buen lugar a Juan Pedro si es que un solo toro puede salvar una tarde.

Toritos sin alma, sin fuerzas, sin casta, sin bravura; apenas eran una caricatura de sí mismos lo que venía a demostrar la razón por la que las figuras han abandonado a Juan Pedro a su suerte.

Luis David en un estatuario en el toro de su triunfo

Finito de Córdoba en el ocaso de su carrera cumplió su papel con dignidad y sin el menor esfuerzo; aquello no daba para más, los mató y punto. El problema quizás lo tenga Román que, con semejante material puede buscarse una ruina de órdago; no se la buscará -de momento- porque le apodera la empresa más poderosa del mundo pero, repito, de ir por libre, con otra corrida como la de ayer de Juan Pedro, Román no toreaba ni en las fallas de Valencia. Este chico, como se sabe, necesita de un toro encastado que ponga la emoción que él no tiene; es decir, con un toro de verdad su valor se hace patente de puro manifiesto y es capaz de emocionar pero, con el burro adormilado fracasa con estrépito.

Me gustó que un toro de Juan Pedro le salvara la corrida y que cayera en las manos de un diestro mexicano que, como se sabe, acá les maltratamos sin piedad. Por ello, que Luís David Adame cortara una oreja ante una vibrante faena es algo que emocionó a todo el mundo. Cierto es que Luís David, que así se anuncia en los carteles no es Armillita, pero tiene vibración y carisma como para poder funcionar en España, algo que no le dejarán como viene siendo habitual con su hermano y, sin duda alguna, con todos los toreros aztecas que siguen viniendo por España.

Ha bajado el caché de Juan Pedro tras su fracaso en Sevilla y Madrid como ayer se demostró y, dentro de todos los males, un toro le salvó la corrida pero, el bagaje es muy pobre como para que con sus toros se hagan carteles de lujo. Ahora, el amo de la cuestión es Núñez del Cuvillo que, los cría como les gustan a las figuras, blanditos y tontos hasta la extenuación.

Los de Juan Pedro se han quedado a la mitad del camino y eso no lo querrá nadie; las figuras porque nos les sirven para el triunfo cómodo y fácil y, al resto, caso de Román, porque con semejantes animalitos es capaz de fracasar hasta Dios.

Hago hincapié en lo de Román porque es algo muy preocupante cuando lidia esos toros. Menos mal que, el muchacho, que tan bien estuvo en la encastada corrida anterior le queda la de Miura que, con toda seguridad, ahí lo arreglará todo; es decir, aparecerá el toro y la vibración del diestro para que, ambos, puedan dar una emocionante tarde de toros. Al tiempo.