S.I.18.- Las puertas estuvieron abiertas para que se llenaran Las Ventas al comienzo y abierta la puerta más deseada por los toreros al término de la corrida.
Allí estaba Alejandro Talavante cautivando a la gran mayoría, aunque siempre hay a quienes no les guste, a los que por momentos les puso de pie. Para él estaba abierta la puerta grande y él solo se la cerró por el mal uso de la espada.
La terna obtuvo un trofeo cada uno pero fue Talavante el que más cerca estuvo del gran triunfo. No podemos decir que no se vieron cosas buenas con cada uno de la terna, pero sin llegar a la rotundidad que ha de exigirse en Madrid para pasear trofeos.
Demasiado acaramelada la corrida de Núñez del Cuvillo, ello permitió que los tres espadas se pasearan por la arena casi toreando de salón. A falta de emociones, que no ofrecían los nobles y flojos cuvillos, pudieron verse actuaciones basadas en la estética, pero también ajenas a esa intensidad que siempre supone en el enfrentamiento con otro tipo de ganado más encastado y presentando más pelea.
Ferrera en maestro en sus dos toros, acumulaba los méritos que perdían los toros, blandos y sin decir ni mu. Manzanares abusando del pico y dominando la estética que le ha hecho famoso. La espada del alicantino, como siempre, letal.
Quizá el momento más explosivo de la tarde. Foto: Plaza1
Este ganado proporciona estas facilidades y para casi todos parece como si el milagro viniera de parte de los toreros. En parte siempre será que sí, que las manos de unos no son igual que las de otros, pero es que hay otros que no disfrutan de este pastel y los aficionados, y público en general, no tenemos opción de ver qué harían otros. Vemos lo que hacen las figuras pero también podríamos ver a otros gozar de estas ventajas.
Para muchos habrá sido una tarde de éxito, la plaza estaba llena de triunfalismo, al que se unió el Sr. Magán que el otro día negó a Fortes lo que era suyo. En mi caso que doy prioridad al toro, me ha faltado algo, sencillamente el toro que le tiene que dar sentido a todo esto.
