Tras todo lo acontecido en la feria de Sevilla las figuras del toreo, en un gesto que les honra han decidido prescindir de sus picadores porque, visto los resultados no hacen falta en los ruedos; eso sí, como quiera que siguen siendo generosos con los hombres de su equipo, dichos picadores pasarán ahora a desempeñar las funciones de niñeros y, en vez de picar los toros llevarán a los niños de los toreros a la escuela.
Las ganaderías del encaste Domecq han tenido la culpa de dicha decisión por parte de los famosos espadas. Se libra Ricardo Gallardo que, para sus toros sí que harán falta los picadores pero, como las figuras del toreo no los torearán jamás, como dije, los varilargueros serán niñeros que, si se me apura, saldrán ganando. Es cierto que, los hombres del castoreño estarán atentos por si algún día, sus jefes deciden hacer una machada y matar una corrida encastada, serán entonces cuando volverán a montar en el caballo con la pica en la mano. Lo dudo, pero todo puede pasar.

Esta imagen, en breve, desaparecerá de las plazas de toros
Lo bueno que les tenemos que agradecer a las figuras del toreo por aquello de que ya no se practicará la suerte de varas, no será otra cosa que la brevedad del espectáculo; no se empleará ese espacio y todos saldremos a tiempo para cenar como Dios manda. A su vez, aunque los picadores ejerzan de niñeros, alguna rebaja nos harán en las entradas ¿verdad?
Estamos tan desacostumbrados a palpar la verdad dentro de una plaza de toros que, por ejemplo, a Pepe Moral, frente a los miura se le negó una oreja que le hubiera dado el pasaporte para salir por la puerta del Príncipe; pero no, Pepe Moral no tiene glamur, aunque tenga cojones y arte para parar mil trenes. Eso sí, frente a toritos de carril sin alma, sin fuerzas, sin alientos, sin casta, sin fiereza ni peligro, con esos animalitos ahí se derriten hasta los presidentes de las corridas de toros. El Juli y Manzanares han sido los auténticos protagonistas de ese fiesta adulterada en que, el medio toro, travestido como hermanita de la caridad, han propiciado lo que ellos llaman el triunfo del arte.
Las figuras del toreo huyen despavoridos del llamado toro auténtico porque, como se pudo comprobar en Sevilla, huyen de lo que huela a casta; es decir, ellos, los famosos, tienen que hacer el toreo frente a animalitos indefensos; toritos que no hace falta picarlos porque apenas tienen fuerzas. Y digo yo, ¿no sería los mismo que pagásemos una entrada por verles torear de salón que, en definitiva es lo mismo? Es más, las entradas serían más baratas porque no habría que comprar a los animalitos. Es algo que deberían de plantearse los sumos sacerdotes del toreo.
Como sabemos, Celestino Cuadri, sus herederos, no encuentran quien mate sus toros; a lo sumo, algún que otro desgraciado en busca de oportunidades y, hace unos días, en Palos de la Frontera, ese gran artista llamado Curro Díaz ofreció una auténtica sinfonía de toreo excelso frente a dichos toros. Con dicha actuación, menuda hostia les ha dado Curro Díaz a esos que van por la vida de artistas. Ahí quiero ver yo a los artistas, frente a un toro de leyenda que, como se presagia, seguro que embistió, eso sí, con la consabida dosis de casta y autenticidad de lo que debe ser un toro bravo, justamente, de lo que escapan los que dicen ser artistas.
Como dije, Pepe Moral triunfa con los Miura en Sevilla, siempre, con picadores incluidos; Curro Díaz hace la faena soñada frente a los toros de Cuadri mientras que, El Juli y Manzanares nos quieren hacer creer que un burro vuela. Menos mal que, los años nos han dado capacidad para saber discernir, de lo contrario seríamos analfabetos taurinos como miles y miles existen por cualquier lugar del mundo. Yo diría que, más que analfabetos son ignorantes, razón por la que las figuras del toreo se lo pasan en grande porque no tienen oposición alguna, hasta el punto de creerse ellos mismos que son los dioses del toreo.
Solo hace falta que echar la vista atrás, analizar la historia, repasar documentos para poder hacernos una idea de cómo eran antes los toreros y en qué han quedado ahora. Por ejemplo, en el año 1915, entre otros, Joselito y Belmonte, cuando les salía un toro como “orgullito” el que indultó El Juli en Sevilla, sentían vergüenza ajena y, al día siguiente se apuntaban a la de Miura para “reparar” el daño que habían hecho.
Eran claro, toreros llamados machos que, por muy artistas que fueran, que lo eran, ante todo eran tipos singulares que no hacían oídos sordos a la realidad en la que vivían porque, como se sabe, toros como “orgullito” han salido toda la vida. La grandeza de aquella época, como nos ha contado la historia, no era otra que la gallardía de los diestros de aquella época que, cuando les salía un toro pastueño, hasta tenían la sensación de que estaban engañando a la gente; vamos, como ahora.