Claro que Piedras Negras no entra en el formato.
Ni Piedras, ni ninguna otra ganadería que pretenda tener bravura en la sangre de su ganado.
La bravura genera peligro, emoción. Y, actualmente, quienes manejan la fiesta, pretenden una fiesta boba para un toreo simplón con toros lelos, como si fuera de salón. Y de paso desechar la suerte de varas.
Se cumplió el adagio, no hay quinto malo
¿Quiénes son los culpables?
La tauromafia, un grupo de empresarios, ganaderos y toreros poderosos y exquisitos, cuyo deseo es hacer de la fiesta brava una fiesta boba, pero sin cambiarle el nombre, les gusta que dé el gatazo.
Las ganaderías que se salgan de la línea de la bovura, son considerados rebeldes y hay que castigarlos, así es su formato, su ley. Debe ser la de Herodes.
Piedras Negras les partió el formato el año pasado en plena plaza México. Mandó un encierro con bravura a una temporada que llamaron de la cuaresma, mero el día de San José. El rebelde ganadero dio la vuelta al ruedo el año pasado en uno de los triunfos más rotundos que haya tenido algún criador de reses bravas en los últimos años.
Desde que los monosabios enseñaron al público el pizarrón con el hierro y nombre de Piedras Negras, lo aplaudieron.
Aquel sexteto de cornúpetas fue ovacionado cuando salió al ruedo, en el arrastre cinco fueron aplaudidos, con excepción del sexto que fue un manso de libro. No es lo mismo manso que bobo. La mayoría peleó en los caballos
La afrenta del año pasado, se la cobraron a la malagueña al ganadero Marco Antonio González le pidieron una corrida para este año, después le dijeron: usté dispense, cambiamos el formato, ya no la queremos.
Moisés López, el mejor puyazo de la tarde
El encierro que estaba destinado para el coso capitalino se lidió en Teziutlán, la perla de la sierra, una ciudad en el noreste del Estado de Puebla.
El hato que se lidió en El Pinal, no fue como del año pasado en La México, los aficionados iban con la ilusión de ver otro encierro igual, no fue así; no obstante, fue emocionante verlos lidiar, los toros tuvieron peligro.
Al primero le dieron a llenar en la suerte de varas y mal lidiado en un tercio de banderillas tan largo como la cuaresma. El quinto que tuvo calidad le otorgaron arrastre lento, el cierra plaza se acabó pronto.
En la suerte de varas sólo se dolió el segundo, al tercero un puyazo fuerte con doble piquete porque el varilarguero rectificó, al cuarto lo barrenaron, al quinto lo pico bien Moisés López, aunque al terminar la suerte le dio su barrenadita, el sexto provocó el tumbo de Fermín Salinas.
De los matadores, mal estuvo El Conde en la despedida de Teziu. Israel Téllez le puso valor, nunca echó el paso pa’tras.
De esos toros que piden el carnet
Angelino logró tandas buenas con el segundo, buena estocada y se llevó el gato al agua. El tlaxcalteca contrasta momentos chabacanos con el toreo clásico de pata pa’lante que practica. Eso de andar pidiendo la de “acá” y bailecitos…
Total, es increíble que en México, con una temporada saturada de mansedumbre, aderezada con los bobos para los figurines extranjeros, no hayan querido llevar piedrenegrinos para cambiar el panorama. No es que alguien pueda garantizar que salieran bravos pero al menos la certeza de que el peligro estaría latente.
La dehesa tlaxcalteca tenía todos los honores para ser considerada la temporada pasada, con el merecimiento de lidiarse en uno de los mejores carteles del serial. Se imagina usted que el mano a mano entre El Juli y Sergio se hubiera anunciado con Piedras en lugar de los ridículos teofilitos. Pero no, imposible, proponérselo siquiera sería ofender a Julián, en México estamos para lamerle los pies al abusivo diestro madrileño.
El asunto es que la ganadería con 144 años de antigüedad no la pudieron ver en la plaza capitalina, quesque cambiaron el formato.