Simón Casas no sospechaba que la noche de ayer en que se presentaron los carteles de Madrid, de repente, el glamor que se había establecido quedaría empañado por la verdad de un hombre llamado Gonzalo Caballero. La gala, como se había planteado, tenía todos los aditamentos para ello; para que triunfara el glamor y que todo quedara entre ovaciones que, en realidad, es lo que siempre anhela el productor francés. Fijémonos cómo sería la cosa que, hasta fue invitado el Rey Emérito junto a su hija doña Elena; es decir, como fiesta organizada no podía ser mayor porque allí se congregó lo más sesudo de la torería actual, amén de empresarios y gente guapa de toda condición.

Gonzalo Cabllero, un tío con toda la barba

Claro que, en aquella fiesta por todo lo grande lo que nadie sospechaba era que, uno de los premiados por su actuación en el año anterior en Madrid, daría la “nota discordante” en el evento al que había sido invitado en el que, lógicamente, todo hacía sospechar que sería pura fiesta para engrandecer la labor de Simón Casas. Ciertamente, Gonzalo Caballero le aguó la fiesta al empresario que, según sus convicciones, ha hecho la mejor feria del mundo y quizás tenga razón, como de igual modo nadie pudo impedirle a Caballero que mostrara las razones de su enojo porque según él, era acreedor a estar acartelado en dicha feria y, lo que es mejor, el muchacho esgrimió sus razones que, como se comprobó no le gustaron al empresario.

En la imagen, una de las armas con las que se defendió anoche Caballero

Nadie sabe las consecuencias que le depararán a Caballero en lo sucesivo tras haber sido tan osado por aquello de enfrentarse al poder establecido. Pero nadie le podrá arrebatar a Gonzalo Caballero el hecho de mostrar su autenticidad como individuo y, lo que es mejor, como torero. Eso de devolver el premio que se le concedió el año pasado y, lo que es más grave, hacerlo en el evento más importante que pudiera organizar el empresario que, como explico, hasta el Rey Emérito estaba como invitado, para ello hay que tener muchos cojones. Nada le importó al diestro de Madrid mostrar sus razones, su enojo, su verdad, su arrebato, por aquello de enseñar públicamente su rebeldía que, con toda seguridad, lo hacía con toda su causa.

Pese a todo, Simón Casas que es más listo que el hambre, a poco que haya una sustitución llamará a Caballero porque, Casas, si algo le preocupa, es el escándalo como el que tuvo que soportar anoche, algo que tapará en el momento más inesperado, como digo, en el primer hueco que existan en dichos carteles entrará Caballero y, aquí paz y después gloria.

Soy contemporáneo de Casas, nací el mismo año que él, por tanto he vivido muchas situaciones, pero jamás había visto la reacción de un chico rebelde que, sin tener nada fue capaz de enfrentarse al empresario más poderoso del mundo. Recordemos que, para hacer lo que hizo Caballero, aquello de reírse de su hambre y contárselo al mundo en directo, eso no es patrimonio de ningún torero que, todos, sin distinción, calladitos, esperan el milagro del triunfo, algo que muy pocas veces ocurre.

Fijémonos cómo sería la cosa que, Caballero, hasta eclipsó al propio Rey puesto que nadie de los presentes ni siquiera de los ausentes, nadie podía sospechar que un chaval que apenas tiene nada le sobraran arrestos para enfrentarse a Simón Casas esgrimiéndole su verdad que, por lo que contó, nadie la puede esconder. Enhorabuena para Gonzalo Caballero que, con su actitud demostró que, en un mundo de mediocres como es el mundo del toro, él se comportó como un auténtico caballero; vamos, como un tío con toda la barba. Por cierto, ¿conoce alguien a algún toreo que se haya enfrentado directamente y en sus mismas barbas a Simón Casas? Si de algo puede presumir Caballero es ser el primero que se enfrentó directamente y públicamente al hombre más poderoso del mundo de los toros.

Foto: abc.es