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Pla Ventura  
  España [ 11/01/2018 ]  
TORERO: ¡CASI NADA!

Ahora, más que nunca, debemos de enaltecer la figura del torero con más énfasis que nunca puesto que, las corrientes devastadoras que han surgido por todo el país contra estos hombres legendarios, de nuestra parte, como aficionados y personas de bien, no queda otra opción que admirarles, ponderarles y engrandecerles en la justa medida en que se corresponde.

Ya es triste que, algunos matadores de toros tengan que llevar a sus hijos a la escuela ocultando su profesión; es decir, nadie se atreve a decir públicamente que su padre es torero, en lo que a los niños se refiere porque de saberlo, con la burla de profesores e incluso los propios niños.

Qué mundo hemos forjado para que, la figura del torero como tal, ponderada y admirada desde todos los frentes, en la actualidad, tenerla que defender ante la aberrante sociedad que hemos forjado a estos hombres tan especiales como mágicos, eso era algo impensable hace apenas una década; es decir, desde que irrumpieron en el mundo de la política tantos mal nacidos que no saben de toros y, lo que es peor, no saben de hombres ni de seres humanos.


La figura del inolvidable Antonio Bienvenida en las manos y sentidos de Berna

Una corriente, como digo, muy mortecina que nació bajo el auspicio de la política, pero que ha tenido su continuidad en el mundo del periodismo; digamos en el periodismo basura, claro está. Todavía tengo el corazón herido al recordar el día que un tipo nefasto como Risto Mejide tildó como asesino a El Juli, como pudo haberlo hecho con otro torero.

Comprendo y respeto a todos los que no son aficionados a los toros que, en honor a la verdad, los ha habido siempre; pero eran personas respetuosas que, no les agradabas dicho espectáculo, se quedaban en casa pero no se metían con los que amaban la fiesta de los toros. Era una época en la que, por encima de todo, prevalecía el respeto. Pero, ay amigo, se perdió el respeto entre las gentes y, los radicales, los que nos quieren ganar la batalla, están al acecho y, lo que es peor, haciendo campaña contra estos hombres que, repito, como tales, son merecedores de todos los honores del mundo.

Al respecto de los toreros, con tan solo aplicar la lógica, de repente, sin apenas esfuerzo alguno, muy pronto comprenderemos que son una especie única en su género, de ahí el grupo minúsculo que forman parte por el mundo. Es decir, si son tan pocos, el dato como tal, ya nos viene a demostrar la grandeza de su profesión.


Como diría su autor, Berna, esencia de Chenel, nada más y nada menos

Si fuera algo sencillo, los tendríamos por miles como en cualquier ámbito de la vida. Si comparamos muy pronto lo entenderemos. Por ejemplo, una profesión difícil no es otra que la de cirujano médico, por el mundo los hay por cientos de miles; profesión a la que respetamos, admiramos y defenderemos hasta la muerte.

Como digo, hemos hablado de una profesión dificilísima y,  para que nos hagamos una idea, toreros, por todo el mundo, no los he contado, pero quizás haya menos de quinientos. ¿Qué nos revela dicho dato? Lo que todo el mundo sabe o debería saber, que es la profesión más difícil del mundo en la que, para colmo, los toreros, como “actores” en el ruedo, hasta se juegan la vida y, como se sabe, algunos diestros han muerto en el ejercicio de su profesión.

Y digo yo, ¿cómo no brindarles respeto y admiración hacia este colectivo tan escaso como admirable? Hasta los no aficionados a la fiesta de los toros, cuando menos, deberían de profesarle respeto hacia esta profesión única en su género que, para mayor mérito, tiene su arraigo en España, en algunos países de Sudamérica, Portugal y Francia, es decir, un reducto minúsculo comparado con la inmensidad del planeta en el que vivimos. Como no pude ser de otro modo, vítores de alabanza para este colectivo admirable que, con el desprecio hacia su propia vida, son capaces de jugar con la muerte para que gocemos de su arte los que amamos la bendita fiesta de los toros.

Aquí no se juzga a nadie como torero porque, como tales, todos son iguales ante la sociedad en que vivimos; es decir, lo que se llama respeto lo tienen todos por igual, Luego, dentro de la profesión si se me apura, lógicamente, entraremos en detalles. Pero no es el caso en este momento en el que, como se demuestra, lo que hacemos es una defensa a ultranza hacia el torero como tal y, sin duda, por la admiración que podemos sentir los aficionados hacia todos esos hombres y mujeres que del juego con la muerte han hecho una profesión.

Para muchos indeseables, ser torero es peor que ser delincuente, hasta ese extremo ha llegado la locura que estamos viviendo. Pero esos mismos indeseables no dicen nada contra algunos asesinos que, habiendo cumplido una mínima condena, se siguen paseando por las calles de su pueblo sin que nadie se altere. Si esta es la sociedad en que tenemos que vivir, voy a preguntar si existe otra por ahí que yo me quiero marchar.

 
   
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